Luego del traspié del domingo 24 en Capital Federal y Tierra del Fuego, el frente partidario oficialista del propio presidente fundado hace cuatro años, no dominó en ninguna disputa electoral en el año.
Contabilizados los siete comicios realizados hasta el momento, el FPV no triunfó en ninguno, el presidente se puede adjudicar victorias transversales, pero nunca propias.
Si consideramos; en Catamarca, triunfo el Frente Cívico y Social que incluía al FPV, en Entre Ríos, venció el PJ de Jorge Busti, pero perdió el FPV, en Río Negro, el radicalismo K se impuso al FPV, en Tierra del Fuego, Fabiana Ríos, la candidata de ARI, triunfo como gobernadora, venciendo al kirchnerista Hugo Cóccaro (FPV) en la segunda vuelta.
En Neuquén, el kirchnerismo perdió ante el Movimiento Popular Neuquino, y por último ante en la Ciudad de Buenos Aires el FPV fue derrotado en el ballottage por el PRO.
Aunque los datos son reales y no encuestas, el novedoso método K significa perder, ganando.
Esta filosofía, propia de los dirigentes en la era postmoderna y su necedad, es digna de los que gobiernan con el único anhelo de construir poder, y nos hacen especular sobre otras cuestiones elementales.
Por lo cual leyendo a un intelectual como Guillermo O’Donnell, Doctor en Ciencias Políticas y Doctor Honoris Causa de la Universidad de Buenos Aires, quien asevero en un reportaje a la Nación, “A mí me pasa lo que les pasa, creo, a otros intelectuales: apoyé con entusiasmo las decisiones de la primera etapa del gobierno de Kirchner, que me parecieron muy buenas en muchas áreas. Sin embargo, hoy me pregunto si estos logros en economía y en temas de sensibilidad social tienen realmente un propósito, una capacidad o un programa para hacerlos sustentables. En este momento, yo no veo que sea así y, como no lo veo, si hace dos años estaba preocupado, hoy estoy agudamente preocupado”, es indudable que el dilema presidencial, de no aceptar la realidad, se convierte en un problema nacional.
Esa inclinación la sufre del mismo modo que casi todos los mortales, es sabido que al Presidente no le gusta perder, al igual que a los mandatarios que lo han precedido. Pero el placer por la victoria, es distinto a la terca oposición demostrada por nuestros actuales dirigentes en reconocer una derrota.
Daniel Filmus, fiel represente del método K hizo todo esto y mas. La afinidad natural con el presidente, se corrobora cuando se muestra como un triunfador moral e intelectual, aceptado por un grupo (por no decir minoría) de personas que ¿piensan? .Un “intelectual” y un actor cómico interpretaron posteriormente que “la Capital es una geografía poblada por fascistas, gigantes o enanos”.
Ocurre que las derrotas de Kirchner también son explicadas como repliegues de nuestra izquierda. Kirchner tiene una formación de caudillo conservador, y como en muchas provincias argentinas, nos retrotrae a lo que intento interpretar y desentrañar la sociología, la razón y alcance de esta trama social en las provincias argentinas. En las elecciones se pierde o se gana, pero no se puede perder y ganar al mismo tiempo, esta actitud mesiánica es propia de quienes construyen poder, por el poder mismo.
Atentos a todas estas situaciones en la oposición macrista se está comenzando a gestar una imagen, no descartar un guiño a la postulación presidencial de Ricardo López Murphy, aliado del futuro jefe de gobierno porteño en Pro, pero que también responda a otros antikirchneristas.
Elisa Carrió, desde la izquierda, Ramón Puerta, desde el peronismo, y Roberto Lavagna, desde el peronismo/radicalismo, pueden restarle a Cristina Fernández de Kirchner los votos necesarios para un triunfo en primera vuelta.
Si hasta el mismo Eduardo Duhalde, ex-presidente, se metió de llenó en la arena política y goza con lo que mejor sabe hacer y más le gusta, la rosca partidaria, por supuesto con el innegable fin de apartar lo antes posible a Néstor Kirchner del poder, como retribución a las palabras de la Senadora Fernandez.
Sin medias tintas participó de la reunión realizada en la Casa de San Luís, en Azuenaga al 1.000, encuentro de dirigentes peronistas antik.
Kirchner no es nuevo ni único: la derrota es una criatura huérfana en la historia de política, y los costos generalmente son soportados por los que menos tienen.