Ante tantos y tantos ataques recibidos desde todos los frentes parece ser que don PABLO IGLESIAS, poco amigo de misticismos, nos está dando un ejemplo de fervoroso seguidor del Sermón de la Montaña: “Si alguno te abofetea en la mejilla derecha, muéstrale también la otra”.

La verdad es que el agua cala y poco a poco va penetrando y cubriendo los cimientos de cualquier edificio que, orgulloso de su “altura”, olvidó que era “poroso”.

La única manera de controlar las mentiras de los “contrarios” es pararles ante la justicia con las pruebas en contra, porque como se dice en “román paladino” el silencio otorga.

Señor Pablo Iglesias no creo en usted ni en su doctrina asamblearia pero su silencio ante los ataques de todo tipo me hace pensar que la hipocresía de su lenguaje populista llega a tal extremo que, quizás, no le permita defenderse ante una justicia que usted mismo condena.

El peligro de su actitud es que el silencio, lleno de odio del que se ve descubierto, genera desprecio hacia todos aquellos que no piensan como usted.

En el fondo y sobre todo en la forma, es usted inteligente porque ante tanta basura que se le atribuye responde con el Sermón de la Montaña.

Quizás tengamos que comenzar a pensar en reconocerle “síntomas de profeta”, profeta “práctico y utilitario”.