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Difícilmente alguien podrá reprocharle algo en el ámbito de la corrupción tan extendida en otras comunidades.

Saber marcharse a tiempo

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¡Ya era hora, caramba! Por fin se va de la política el todavía consejero de Economía y Empleo de la Junta de Castilla y León, Tomás Villanueva Rodríguez. Quienes ahora tienen 20 años no le han conocido sin coche oficial, sin secretaria, sin sueldo público y sin cargo político. Esa ha sido la tónica de muchos de los personajes que pueblan la política regional. A pesar de ello, este hombre está hecho de otra pasta.

No hay duda de que ha sido buen político y serio en su gestión. Pero igual que decimos eso, decimos y constatamos que deja alguna asignatura pendiente. Tal vez la más reprochable sea no haber sabido sentar las bases para la modernización de Castilla y León. Prueba de ello es que nuestros jóvenes, tras adquirir una buena formación en las universidades de la comunidad, se ven obligados a marcharse en busca de un trabajo y un futuro. Otras autonomías son receptoras de la inversión millonaria que hace Castilla y León.

Villanueva pudo marcharse hace unos años, pero no lo hizo. Si lo hubiera decidido en 2011 se hubiera marchado en “plan torero”, como salió José Mª Aznar del Parlamento nacional en su momento: haciendo el paseíllo, cartera en mano, y saboreando los aplausos de los suyos y, en algún caso, de los ajenos. No se fue Tomás Villanueva de esa manera y, cuatro años después, su imagen pública y personal no se ha deteriorado, se puede decir que ha sabido mantener el tipo con rigor y con el aval de su trabajo.

Pasó por educación y cultura en el momento más difícil, justamente cuando se asumieron las competencias educativas en Castilla y León y, aunque se rodeó de algunos directores generales que acabaron echándose al monte (alguno aún está ‘arrinconado’ en el Consejo Escolar de Castilla y León y otros órganos políticos de la administración educativa) y demostraron saber lidiar con la golfería más vulgar y con sus colaboradores, Villanueva nunca se implicó en esas guerrillas. No le convenía, pues en ese momento aún era presidente provincial del Partido Popular, además de no ir ese tipo de actitudes con su estilo.

Personalmente me parece muy bien que se marche. Veinte años son una eternidad en política y siempre agradece el votante las caras nuevas. A su favor lleva que jamás le ha salpicado ni un solo gramo de corrupción; es más, cuando se produjo el “caso Lasarte” no le tembló el pulso y puso de patitas en la calle a todos los aprovechados y presuntos estafadores del caso. Él no ha tenido la culpa de que el mismo Lasarte y alguno de sus adláteres hayan aprovechado otras vías de la picaresca para mantenerse escondidos hasta que ha amainado el temporal.

Todo indica que se retira de la política activa, aunque lleva en la sangre el liderazgo de quien se toma las cuestiones con seriedad y elegancia, además de demostrar eficiencia y eficacia, cuya suma es EFECTIVIDAD. Difícilmente alguien podrá reprocharle algo más allá de esas asignaturas pendientes y mucho menos en el ámbito de la corrupción tan extendida en otras comunidades.

Ya quisieran muchos políticos poder acumular una experiencia en su trabajo como la de este personaje público. Y lo que es más importante: marcharse de la política con la satisfacción personal de lo hecho. Eso sí, aunque peque de reiterativo, su principal asignatura pendiente (tiene un par de ellas más) es no haber creado la infraestructura industrial suficiente para que nuestros universitarios no se vieran obligados a la emigración. Con Dios, o con quien usted quiera, señor Villanueva.

Saber marcharse a tiempo

Difícilmente alguien podrá reprocharle algo en el ámbito de la corrupción tan extendida en otras comunidades.
Jesús  Salamanca
viernes, 10 de abril de 2015, 08:53 h (CET)
¡Ya era hora, caramba! Por fin se va de la política el todavía consejero de Economía y Empleo de la Junta de Castilla y León, Tomás Villanueva Rodríguez. Quienes ahora tienen 20 años no le han conocido sin coche oficial, sin secretaria, sin sueldo público y sin cargo político. Esa ha sido la tónica de muchos de los personajes que pueblan la política regional. A pesar de ello, este hombre está hecho de otra pasta.

No hay duda de que ha sido buen político y serio en su gestión. Pero igual que decimos eso, decimos y constatamos que deja alguna asignatura pendiente. Tal vez la más reprochable sea no haber sabido sentar las bases para la modernización de Castilla y León. Prueba de ello es que nuestros jóvenes, tras adquirir una buena formación en las universidades de la comunidad, se ven obligados a marcharse en busca de un trabajo y un futuro. Otras autonomías son receptoras de la inversión millonaria que hace Castilla y León.

Villanueva pudo marcharse hace unos años, pero no lo hizo. Si lo hubiera decidido en 2011 se hubiera marchado en “plan torero”, como salió José Mª Aznar del Parlamento nacional en su momento: haciendo el paseíllo, cartera en mano, y saboreando los aplausos de los suyos y, en algún caso, de los ajenos. No se fue Tomás Villanueva de esa manera y, cuatro años después, su imagen pública y personal no se ha deteriorado, se puede decir que ha sabido mantener el tipo con rigor y con el aval de su trabajo.

Pasó por educación y cultura en el momento más difícil, justamente cuando se asumieron las competencias educativas en Castilla y León y, aunque se rodeó de algunos directores generales que acabaron echándose al monte (alguno aún está ‘arrinconado’ en el Consejo Escolar de Castilla y León y otros órganos políticos de la administración educativa) y demostraron saber lidiar con la golfería más vulgar y con sus colaboradores, Villanueva nunca se implicó en esas guerrillas. No le convenía, pues en ese momento aún era presidente provincial del Partido Popular, además de no ir ese tipo de actitudes con su estilo.

Personalmente me parece muy bien que se marche. Veinte años son una eternidad en política y siempre agradece el votante las caras nuevas. A su favor lleva que jamás le ha salpicado ni un solo gramo de corrupción; es más, cuando se produjo el “caso Lasarte” no le tembló el pulso y puso de patitas en la calle a todos los aprovechados y presuntos estafadores del caso. Él no ha tenido la culpa de que el mismo Lasarte y alguno de sus adláteres hayan aprovechado otras vías de la picaresca para mantenerse escondidos hasta que ha amainado el temporal.

Todo indica que se retira de la política activa, aunque lleva en la sangre el liderazgo de quien se toma las cuestiones con seriedad y elegancia, además de demostrar eficiencia y eficacia, cuya suma es EFECTIVIDAD. Difícilmente alguien podrá reprocharle algo más allá de esas asignaturas pendientes y mucho menos en el ámbito de la corrupción tan extendida en otras comunidades.

Ya quisieran muchos políticos poder acumular una experiencia en su trabajo como la de este personaje público. Y lo que es más importante: marcharse de la política con la satisfacción personal de lo hecho. Eso sí, aunque peque de reiterativo, su principal asignatura pendiente (tiene un par de ellas más) es no haber creado la infraestructura industrial suficiente para que nuestros universitarios no se vieran obligados a la emigración. Con Dios, o con quien usted quiera, señor Villanueva.

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