La inteligencia artificial se supone que es, todavía, a fecha de hoy, una quimera inalcanzable. El problema radica en que, de no ser así, de ser ya un logro, o de conseguirse en el futuro, ¿qué sucederá cuándo las máquinas adquieran conocimientos por si mismas reconfigurando su comportamiento de manera impredecible?. A “grosso modo”, han regresado a nuestras pantallas, eso sí actualizados para la ocasión con sus mejores galas, los muñecos transformables que causaron sensación allá por los ´80 y que se convirtieron en una de las franquicias -nipona/norteamericana para más INRI- con más tirón televisivo/cinematográfico. Puestos a reclamar, y barriendo para casa: ¿para cuándo algo similar con los Playmobil, G. I. Joe o Los caballeros del zodiaco?
Siendo realistas, sólo se nos ocurren dos nombres capaces de trasladar a la gran pantalla la longeva guerra, al estilo Alien Vs. Predator, entre Autobots y Decepticons. El tercero, Steven Spielberg, como suele hacer a menudo, se queda en labores de producción porque, sinceramente, me da que él mismo es conocedor de que “su elegido”, Michael Bay, maneja mucho mejor este tipo de proyectos. Excesivo de por si, Bay, ha conseguido aunar sus más colosales proyectos anteriores para ofrecer un típico “blockbuster” muy por encima de la media, aunque el guión deje bastante que desear. Armageddon –a la que incluso hay algún guiño humorístico del estilo “¡cómo nos hemos superado!”-, Pearl Harbor y La isla, tres de sus “joyas”, resumen a la perfección lo que nos encontramos en esta cinta de casi dos horas y media de duración que ha contado, además, con la colaboración del “alma mater” original –Hasbro-, algo que, sin duda, suma credibilidad y dota de mayor empuje al producto. El “descartado”, Roland Emmerich, se tendrá que conformar con alguna que otra escena homenaje, como las que hay también a Apocalypse now, a su Independence Day.
Majestuoso. Este es el calificativo que mejor resume la calidad efectista de esta cinta llena de excesivas escenas de acción hiper-mega-espectaculares. Bay, además, es detallista y puntilloso a más no poder con las posibilidades ofrecidas por los nuevos formatos y prolonga más de lo habitual las secuencias. Lo de las transformaciones de los vehículos en robots es deslumbrante. Eso sí, con tanta duración, y entre tanto jaleo, como ocurre sobre todo en la batalla final, es difícil saber ya quienes son los buenos y quienes los malos porque la confusión y el mareo se hacen notar. Aunque hay varias subtramas que van uniéndose unas a otras poco a poco hasta acabar coincidiendo todas ellas en el desenlace final, lo cierto es que el protagonista central es el personaje “humano” de Shia LaBeouf. Este joven tocado con la varita mágica –a mi personalmente me parece que lo mejor que hace es imitar como aquí a Bruce Willis, y no en Memorias de Queens o próximamente en Disturbia entre otros títulos- se crece, en todos los sentidos, con su compañera de reparto, la llamativa Megan Fox, una modelo-actriz que ya tiene su hueco, al menos en las paredes de algunos con sus postres. John Voight, como Ministro de Defensa, en su línea de caída sin red. Lo más positivo del reparto ha sido comprobar que Josh Duhamel, al que conocemos más por su paso televisivo en Las Vegas, se consolida en el celuloide con un papel importante para abrir boca. De los robots, dejamos los comentarios para ingenieros y para quienes vean la cinta en V.O., aunque Optimus Prime, el líder de los buenos por antonomasia, es el narrador de la historia.
Toda esta grandiosidad tiene que sufragarse, y Bay, proveniente del mundo de la publicidad, ha tirado de contactos para incluir numerosos anuncios, algunos subliminales y otros que hablan por si solos. Desde teléfonos Nokia reconvertidos en minirobots suicidas cuasi-zombies en 28 semanas después, pasando por la plataforma cibernauta de su “pariente” e-bay, a los numerosos modelos de “carros” que camuflan a los robots –Chevrolet, Pontiac…-. En muchos casos, esta publicidad está insertada en los abundantes diálogos chispeados con humor, algo que hay que agradecer para que la cinta no se haga larga. Tenemos, por ejemplo, el apellido del protagonista dado a confusiones habituales –similar a lo que ocurría en Los padres de él y Los padres de ella-, la mascota canina lesionada y aficionada a los medicamentos, el Man in black John Turturro con su retahíla de gestos faciales, y hasta algunas dosis de humor propio del cine adolescente juvenil made in Usa en la senda de American Pie. En definitiva, unos diálogos, por lo general, hechos a la medida de esta época veraniega y que no recuerdan que el guión, una vez más, es flojo. Es difícil creerse los buenos modales y principios del ejército norteamericano cuando en las batallas reales practican todo lo contrario, y no hace falta más que pensar en lo perentorio de hacerse con la “piedra filosofal”, la “chispa de la vida”, y ver luego el modo en que no ha sido más que un McGuffin que ha servido de excusa para alguna que otra escena de acción sin necesidad alguna salvo el regocijo personal del director.
Aunque la chatarra haya sido fondeada en una fosa marina, los guionistas, ¡ya sabemos!, siempre encuentran resquicios para resucitar títulos que parecían enterrados, así que, en plena temporada de trilogías –Piratas del Caribe, Shrek, Spiderman…-, puede que el futuro de la saga esté más cerca de lo que pensamos. Parafraseando las palabras más pronunciadas en el metraje –“sin sacrificio, no hay victoria”-, y con la sensación de que en estas fechas veraniegas es realmente así, Michael Bay sigue aplicándose el cuento: sin espectáculo, no hay taquilla.
FICHA TÉCNICA
- Calificación: 3
- Director: Michael Bay.
- Reparto: Shia LaBeouf, Megan Fox, Josh Duhamel, Tyrese Gibson, John Turturro y Jon Voight