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En elecciones todo vale

El PP en el túnel del tiempo

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Estamos a pocas semanas de las elecciones municipales y en algunas comunidades, como el País Valencià, también autonómicas. El PP después de más de veinte años al frente de los principales ayuntamientos valencianos y de la Generalitat muda de color cada vez que alguna encuesta cae en sus manos. No se les auguran tiempos felices y la caída en votos, escaños, alcaldes y concejales puede ser de las que hacen época. Incluso los valencianos, tan conformistas durante tantos años con los desatinos de la muchachada de la gaviota, parece que tienen ganas de que las cosas cambien en la Comunitat Valenciana. Y en la sede del PP en la calle Quart de Valencia comienzan a escucharse reproches entre conmilitones, cuando el barco está a punto de sufrir una vía de agua, que no un naufragio total, nadie quiere ser responsable de la apretada situación en que el PP valenciano, además del nacional, se puede encontrar a la hora del recuento de votos la noche del próximo 24 de Mayo.

Desmantelado Canal 9, durante tantos años aparato de agitación y propaganda del Partido Popular ahora se encuentran huérfanos de altavoz para cantar, junto el zarzuelero ofrendar nuevas glorias a España, las loas, proezas y toda clase de alardes para seguir mintiendo al pueblo valenciano y para seguir entonteciendo y embruteciendo a la mayoría de una población que durante años ha mirado hacia otra parte cuando se hablaba de corrupción y elección tras elección les ha perdonado las malas artes que han llevado a la quiebra al País Valencià.

Pero la muchachada de la gaviota es dura de pelar, no se la vence fácilmente, han sido muchos años de embrutecer a una parte importante de los valencianos agitando el espantajo del “peligro catalán”. Durante años el anti catalanismo irracional esparcido por los ventiladores de la mierda desde la calle Génova en Madrid y Quart en Valencia les ha servido para muñir mayorías aprovechando e incitando la egolatría de sus votantes y, a veces, aplaudiendo la ignorancia de los mismos. Y ahora, ante una situación que les puede llevar a la bancarrota electoral vuelven a las prehistóricas cuevas del túnel del tiempo y sacan en procesión, además de la Geperudeta por si les hace un milagro, ese inexistente afán imperialista de los vecinos del Norte que, a poco que el electorado valenciano se descuide, les robará el Micalet de la Seu, la paella y hasta el Virgo de Visanteta.

El Partido Popular de Valencia aprovechando que todavía dispone de mayoría absoluta en las Cortes autonómicas se ha sacado de la chistera una denominada “Ley de Señas de Identidad” que no es más que una aberración legislativa y cultural que atenta contra los más elementales sentidos de la razón. A estas alturas del siglo XXI inventariar en una ley las señas de identidad de un país es una buena muestra de la falta de cultura y de la inmensa ignorancia y mala fe que corroe a la muchachada de la gaviota por los cuatro costados. Ellos, contra el mundo, se atreven a dictaminar quienes son o no buenos valencianos, y la explosión final de esta mascletà de indignidades es atreverse a legislar que el “valenciano”, nuestra manera de hablar catalán, es un idioma totalmente diferente a la lengua madre, el catalán; esta pandilla de anti valencianos, ellos sí que lo son, en su ignorancia o mala fe se han atrevido a ir en contra de los departamentos de Filología Románica de las Universidades, en contra de la Real Academia de la Lengua Española y en contra de la Academia Valenciana de la Lengua, creada a iniciativa de Eduardo Zaplana, y a la que han ninguneado poniendo en su lugar y como guardianes de la ortodoxia de la ignorancia a dos entes que nada tienen que ver con la Filología, la Ciencia y la Románica.

Y en un alarde de prepotencia han creado un tribunal inquisitorial para vigilar a los valencianos que no sigan estas normas. Bajo el ridículo y triste nombre de Observatorio de las Señas de Identidad Valencianas unas entidades que a nadie representan denunciaran a personas y entidades que se atrevan a incurrir en “agravio o menosprecio”, todavía la pena no es la de arder en la hoguera de esta nueva y valenciana Santa Inquisición, de momento se les condenará a no recibir subvenciones que irán directamente al sector secesionista en materia de lengua, a los antiguos blaveros.

Tengo la impresión de haber entrado en un túnel del tiempo que nos lleva de nuevo a los tiempos pretéritos de la llamada “Batalla de València” donde estos mamporreros de la secesión azulada triscaban libremente por las calles de la ciudad aporreando, si les venía en gana, a los demócratas que defendían la libertad y la cultura. Cualquier día las calles de Valencia volverán a llenarse de engañadas amas de casa disfrazadas de “Paquita la Reventaplenaris” encabezando manifestaciones contra la libertad de expresión, insultando y agrediendo a las autoridades elegidas democráticamente o, mediante sus comandos azuletes, poniendo bombas en librerías o en casa de intelectuales. Ojala todo sea un mal sueño. Pero para el PP con esta ley del “trágala” parece que todo vale en época electoral. Que tiemble Valencia si con la ayuda de Ciudadanos el PP vuelve a estar en lo más alto del poder, entre unos y otros acabarán con lo poco que al País Valencià le queda de su propia cultura.

El PP en el túnel del tiempo

En elecciones todo vale
Rafa Esteve-Casanova
martes, 7 de abril de 2015, 22:00 h (CET)
Estamos a pocas semanas de las elecciones municipales y en algunas comunidades, como el País Valencià, también autonómicas. El PP después de más de veinte años al frente de los principales ayuntamientos valencianos y de la Generalitat muda de color cada vez que alguna encuesta cae en sus manos. No se les auguran tiempos felices y la caída en votos, escaños, alcaldes y concejales puede ser de las que hacen época. Incluso los valencianos, tan conformistas durante tantos años con los desatinos de la muchachada de la gaviota, parece que tienen ganas de que las cosas cambien en la Comunitat Valenciana. Y en la sede del PP en la calle Quart de Valencia comienzan a escucharse reproches entre conmilitones, cuando el barco está a punto de sufrir una vía de agua, que no un naufragio total, nadie quiere ser responsable de la apretada situación en que el PP valenciano, además del nacional, se puede encontrar a la hora del recuento de votos la noche del próximo 24 de Mayo.

Desmantelado Canal 9, durante tantos años aparato de agitación y propaganda del Partido Popular ahora se encuentran huérfanos de altavoz para cantar, junto el zarzuelero ofrendar nuevas glorias a España, las loas, proezas y toda clase de alardes para seguir mintiendo al pueblo valenciano y para seguir entonteciendo y embruteciendo a la mayoría de una población que durante años ha mirado hacia otra parte cuando se hablaba de corrupción y elección tras elección les ha perdonado las malas artes que han llevado a la quiebra al País Valencià.

Pero la muchachada de la gaviota es dura de pelar, no se la vence fácilmente, han sido muchos años de embrutecer a una parte importante de los valencianos agitando el espantajo del “peligro catalán”. Durante años el anti catalanismo irracional esparcido por los ventiladores de la mierda desde la calle Génova en Madrid y Quart en Valencia les ha servido para muñir mayorías aprovechando e incitando la egolatría de sus votantes y, a veces, aplaudiendo la ignorancia de los mismos. Y ahora, ante una situación que les puede llevar a la bancarrota electoral vuelven a las prehistóricas cuevas del túnel del tiempo y sacan en procesión, además de la Geperudeta por si les hace un milagro, ese inexistente afán imperialista de los vecinos del Norte que, a poco que el electorado valenciano se descuide, les robará el Micalet de la Seu, la paella y hasta el Virgo de Visanteta.

El Partido Popular de Valencia aprovechando que todavía dispone de mayoría absoluta en las Cortes autonómicas se ha sacado de la chistera una denominada “Ley de Señas de Identidad” que no es más que una aberración legislativa y cultural que atenta contra los más elementales sentidos de la razón. A estas alturas del siglo XXI inventariar en una ley las señas de identidad de un país es una buena muestra de la falta de cultura y de la inmensa ignorancia y mala fe que corroe a la muchachada de la gaviota por los cuatro costados. Ellos, contra el mundo, se atreven a dictaminar quienes son o no buenos valencianos, y la explosión final de esta mascletà de indignidades es atreverse a legislar que el “valenciano”, nuestra manera de hablar catalán, es un idioma totalmente diferente a la lengua madre, el catalán; esta pandilla de anti valencianos, ellos sí que lo son, en su ignorancia o mala fe se han atrevido a ir en contra de los departamentos de Filología Románica de las Universidades, en contra de la Real Academia de la Lengua Española y en contra de la Academia Valenciana de la Lengua, creada a iniciativa de Eduardo Zaplana, y a la que han ninguneado poniendo en su lugar y como guardianes de la ortodoxia de la ignorancia a dos entes que nada tienen que ver con la Filología, la Ciencia y la Románica.

Y en un alarde de prepotencia han creado un tribunal inquisitorial para vigilar a los valencianos que no sigan estas normas. Bajo el ridículo y triste nombre de Observatorio de las Señas de Identidad Valencianas unas entidades que a nadie representan denunciaran a personas y entidades que se atrevan a incurrir en “agravio o menosprecio”, todavía la pena no es la de arder en la hoguera de esta nueva y valenciana Santa Inquisición, de momento se les condenará a no recibir subvenciones que irán directamente al sector secesionista en materia de lengua, a los antiguos blaveros.

Tengo la impresión de haber entrado en un túnel del tiempo que nos lleva de nuevo a los tiempos pretéritos de la llamada “Batalla de València” donde estos mamporreros de la secesión azulada triscaban libremente por las calles de la ciudad aporreando, si les venía en gana, a los demócratas que defendían la libertad y la cultura. Cualquier día las calles de Valencia volverán a llenarse de engañadas amas de casa disfrazadas de “Paquita la Reventaplenaris” encabezando manifestaciones contra la libertad de expresión, insultando y agrediendo a las autoridades elegidas democráticamente o, mediante sus comandos azuletes, poniendo bombas en librerías o en casa de intelectuales. Ojala todo sea un mal sueño. Pero para el PP con esta ley del “trágala” parece que todo vale en época electoral. Que tiemble Valencia si con la ayuda de Ciudadanos el PP vuelve a estar en lo más alto del poder, entre unos y otros acabarán con lo poco que al País Valencià le queda de su propia cultura.

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