En Londres, la capital del deporte de este fin de semana, pues coincidirán el Gran Premio de Fórmula Uno de Silverstone, donde Hamilton corre más en casa que nunca, la final de Wimbledon y… el comienzo de la 94ª edición del Tour de Francia.

Lejos queda el inicio de la ronda gala del de aquellos años en los que todos estábamos esperando ese momento, ansiosos de ver los ataques de “Perico” Delgado en la montaña, la clase de Gianni Bugno, la explosividad de Pantani o cómo, cuando aún teníamos el sabor de los cinco tours de Induráin en la boca, emergía la figura de un hombre que derrotó al cáncer y lo hacía años tras año con las montañas francesas.

Estos auténticos “luchadores” han dejado paso a nombres como el de Manolo Sáiz o Eufemiano Fuentes, ellos son ahora los tristes protagonistas de este deporte.
Pocos son los que saben los favoritos para el podio o quién ganó el Giro de Italia del presente año… por no saber no sabemos ni quién venció el pasado Tour.

Y es que desde la aparición de una palabra, con la que todos estamos ya familiarizados, EPO, estamos viendo como las batallas en el Tourmalet o las curvas de L´Alpe d´Huez han dejado paso a continuas polémicas ligadas con este deporte que están haciendo que poco a poco estemos dejando de estar pendientes de la bicicleta y lo estemos de los análisis de sangre, mientras el ciclismo se muere poco a poco sin que nadie parezca que pueda evitarlo.
Los culpables de todo esto que está ocurriendo no lo sabemos. No sabemos si son sólo unos pocos o están todos metidos en el juego… nada parece claro.

Volveremos a poner la tele después de comer, posiblemente nos sirva para dormir mejor la siesta durante la primera semana, en la que 200 kilómetros se reducen a uno, mientras esperamos que lleguen los Alpes y los Pirineos.
Las carreteras se volverán a llenar de público arropando a los ciclistas, volveremos a ver al “Diablo del Tour” y un montón de pintadas animando a los que deberían de ser los verdaderos protagonistas, pero la manera de vivir este deporte ya no es la misma. La sensación no es como la de hace cinco o seis años y es que, tal y como están las cosas, cuando acabe esta edición del Tour, posiblemente no podamos asegurar que el que ha cubierto los 3570 kilómetros en menos tiempo sea el ganador… habrá que esperar a los análisis.