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Daniel Tercero

Legalidad asimétrica

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El consejero de Cultura y Medios de Comunicación de la Generalidad de Cataluña, el rubinense Joan Manuel Tresserras, ha vuelto a asegurar que las obras de arte, en litigio entre los obispados de Lérida y Barbastro-Monzón, no se moverán de donde están, no saldrán del dominio de la iglesia catalana. La mezcla entre lo religioso y lo terrenal, muy dado en estos lares del planeta, se vuelve norma para los políticos nacionalistas. ¿Qué tendrá la religión que a todos los dirigentes les enamora?

Las obras de arte de la Franja de Poniente, pequeña zona bilingüe (catalán-castellano) de Aragón -por cierto, el centralismo catalán llama Franja de Poniente, Cataluña Norte, las Islas... y nadie protesta, es curioso-, es como se conoce a poco más de un centenar de obras que reclama el obispado de Barbastro-Monzón al de Lérida. El caso es que estos dos obispados no hace mucho eran uno y como tal se organizó, moviendo y removiendo las obras en cuestión hasta 1995, año de la segregación diocesana.

En enero de 2006 la entonces consejera de Cultura de la administración autonómica, Caterina Mieras, aseguró que se había firmado un acuerdo definitivo entre los gobiernos de Aragón y Cataluña para que el patrimonio artístico religioso estuviese al alcance de los ciudadanos de ambas comunidades mediante exposiciones itinerantes, conjuntas o temporales, y así poner fin al litigio que había llegado hasta el Vaticano. No dejaba de ser una medida razonable, aunque desde Aragón aseguraban que la titularidad de las obras no debía discutirse para que permaneciesen unidas.

El Vaticano se ha manifestado en más de una ocasión en favor de las posiciones del obispado aragonés y ha reclamado al obispado catalán que entregue las obras de arte. La respuesta siempre ha sido la misma: las leyes autonómicas catalanas no permiten que salgan de Cataluña obras de arte sin el permiso administrativo correspondiente. Y en estas estamos. Pasándose la pelota de tejado en tejado. De lo espiritual a lo terrenal. El obispado de Barbastro-Monzón sin obras; el de Lérida sin cumplir las sentencias vaticanas, de obligado cumplimiento entre diócesis; y la Generalidad asegurando que las obras son suyas.

El próximo 30 de noviembre se inaugurará el Museo Diocesano de Lérida y allí estará el grueso de las obras en litigio porque se obtuvieron de “forma normal” según las costumbres del momento histórico, aseguró el consejero Tresserras ayer en el Parlamento autonómico. Es decir, que lo que vale para el arte: unidad museística y momento histórico, no vale para la historia: ¿o acaso no era justamente eso lo que argumentaban el Ayuntamiento de Salamanca y la Junta de Castilla y León para defender que los conocidos como 'papeles de Salamanca' no salieran de la ciudad charra?

Legalidad asimétrica. Eso es lo que defienden -¡y con muy buenos resultados!- los políticos nacionalistas. Si el caso de las obras de arte religiosas afectara a las diócesis al revés de como es la realidad, la Generalidad catalana sufragaría autobuses al museo correspondiente para manifestarse en la puerta y pedir su devolución. Día tras día. Presión tras presión. Por lo político o por lo ilegal -como ahora-.

Esta es la ilegalidad asimétrica que hemos creado. ¡Quiá! ¡Y que viva el arte!

Legalidad asimétrica

Daniel Tercero
Daniel Tercero
jueves, 28 de junio de 2007, 22:35 h (CET)
El consejero de Cultura y Medios de Comunicación de la Generalidad de Cataluña, el rubinense Joan Manuel Tresserras, ha vuelto a asegurar que las obras de arte, en litigio entre los obispados de Lérida y Barbastro-Monzón, no se moverán de donde están, no saldrán del dominio de la iglesia catalana. La mezcla entre lo religioso y lo terrenal, muy dado en estos lares del planeta, se vuelve norma para los políticos nacionalistas. ¿Qué tendrá la religión que a todos los dirigentes les enamora?

Las obras de arte de la Franja de Poniente, pequeña zona bilingüe (catalán-castellano) de Aragón -por cierto, el centralismo catalán llama Franja de Poniente, Cataluña Norte, las Islas... y nadie protesta, es curioso-, es como se conoce a poco más de un centenar de obras que reclama el obispado de Barbastro-Monzón al de Lérida. El caso es que estos dos obispados no hace mucho eran uno y como tal se organizó, moviendo y removiendo las obras en cuestión hasta 1995, año de la segregación diocesana.

En enero de 2006 la entonces consejera de Cultura de la administración autonómica, Caterina Mieras, aseguró que se había firmado un acuerdo definitivo entre los gobiernos de Aragón y Cataluña para que el patrimonio artístico religioso estuviese al alcance de los ciudadanos de ambas comunidades mediante exposiciones itinerantes, conjuntas o temporales, y así poner fin al litigio que había llegado hasta el Vaticano. No dejaba de ser una medida razonable, aunque desde Aragón aseguraban que la titularidad de las obras no debía discutirse para que permaneciesen unidas.

El Vaticano se ha manifestado en más de una ocasión en favor de las posiciones del obispado aragonés y ha reclamado al obispado catalán que entregue las obras de arte. La respuesta siempre ha sido la misma: las leyes autonómicas catalanas no permiten que salgan de Cataluña obras de arte sin el permiso administrativo correspondiente. Y en estas estamos. Pasándose la pelota de tejado en tejado. De lo espiritual a lo terrenal. El obispado de Barbastro-Monzón sin obras; el de Lérida sin cumplir las sentencias vaticanas, de obligado cumplimiento entre diócesis; y la Generalidad asegurando que las obras son suyas.

El próximo 30 de noviembre se inaugurará el Museo Diocesano de Lérida y allí estará el grueso de las obras en litigio porque se obtuvieron de “forma normal” según las costumbres del momento histórico, aseguró el consejero Tresserras ayer en el Parlamento autonómico. Es decir, que lo que vale para el arte: unidad museística y momento histórico, no vale para la historia: ¿o acaso no era justamente eso lo que argumentaban el Ayuntamiento de Salamanca y la Junta de Castilla y León para defender que los conocidos como 'papeles de Salamanca' no salieran de la ciudad charra?

Legalidad asimétrica. Eso es lo que defienden -¡y con muy buenos resultados!- los políticos nacionalistas. Si el caso de las obras de arte religiosas afectara a las diócesis al revés de como es la realidad, la Generalidad catalana sufragaría autobuses al museo correspondiente para manifestarse en la puerta y pedir su devolución. Día tras día. Presión tras presión. Por lo político o por lo ilegal -como ahora-.

Esta es la ilegalidad asimétrica que hemos creado. ¡Quiá! ¡Y que viva el arte!

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