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Pánico en el vuelo

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Con los datos que van saliendo en los periódicos de la grabación de audio de la caja negra del avión estrellado en los Alpes, se están clarificando los detalles de la tragedia causada por el copiloto. Es terrible que, según se deduce del análisis de las voces y sonidos, los pasajeros del avión, ya dieron gritos como mínimo cinco minutos antes del impacto con la cordillera.

Lo que significa que fueron conscientes de lo que podía, o iba a suceder. Se supone que debieron sentir pánico o, lo que es lo mismo, miedo extremado o terror producido por la amenaza de un peligro inminente, y que con frecuencia es colectivo y contagioso.

El hecho de que no se pudieran despedir de sus seres queridos a través de mensajes de móviles o llamadas, quizás por falta de cobertura, añade, si cabe, mayor dramatismo a lo sucedido. En el caso del avión que se estrelló en Pensilvania en el 11S, sí hubo mensajes de despedida. El dolor de las familias merece mi mayor respeto, pero conviene saber la verdad de lo que ha sucedido, porque la ocultación de la realidad no es la mejor actitud.

Este siniestro provocado por Lubitz pone de manifiesto, a mi juicio, que los exámenes médicos a los pilotos deben ser más profundos, extensos y rigurosos. Y también deberían controlarse mejor por parte de las compañías aéreas la cuestión de las bajas, y los posibles engaños, algo que sucedió en este caso. En definitiva, a veces es más peligrosa una depresión que un problema físico, puesto que no impide al piloto razonar y enjuiciar correctamente.

Algunas aerolíneas ya no autorizan que en la cabina se quede un piloto solo, por razones de seguridad, en vista de lo ocurrido con este vuelo estrellado en esta cadena montañosa europea. Considero que deben articularse más medidas adicionales para que, si vuelve a suceder algo parecido, existan modos alternativos de solucionar, in extremis, la situación de emergencia producida.

Ante la posible pregunta de los familiares de ¿Por qué ha sucedido esta terrible tragedia provocada intencionadamente?Las posibles respuestas me parece que son claras, aunque muy difícilmente asumibles. Han sido, a mi juicio, una concatenación de errores y de falta de controles que han causado, como resultado final, la muerte de 150 personas.

La investigación sigue su curso, y supongo que la justicia establecerá de acuerdo al sumario que se instruya, y a los datos y pruebas que se vayan acumulando, las conclusiones pertinentes. Si existen responsabilidades lo decidirá la sentencia judicial que se dicte. Desde mi particular análisis estoy convencido de que existen.

De todas maneras, creo que este terrible homicidio debe marcar un punto de inflexión, en lo relativo a la seguridad en la navegación aérea comercial. Deben implantarse más sistemas alternativos que ante la diversidad de los posibles problemas que pueden aparecer en pleno vuelo, ofrezcan soluciones efectivas. Normalmente, si surgen, algo que no es frecuente, son resueltos satisfactoriamente.

El posible uso de paracaídas ultraligeros de emergencia por parte de los pasajeros, parece ser que no es útil, por varias razones. Por la velocidad, la altura, etc. Los pilotos militares, por ejemplo, se colocan el paracaídas en tierra. En un vuelo comercial todos los viajeros tendrían que ponerse un paracaídas ultraligero también antes de subir al vuelo, por cuestión del espacio disponible en la propia aeronave.

Si bien, el gran problema es que ante una situación extrema similar a la de este vuelo de la compañía Germanwings, para poder avanzar, los pasajeros tendrían que haber respirado cambiando de mascarilla de oxígeno hasta llegar a las dos salidas de emergencia, para poder lanzarse fuera del aparato e intentar sobrevivir.

Pánico en el vuelo

José Manuel López García
domingo, 29 de marzo de 2015, 23:02 h (CET)
Con los datos que van saliendo en los periódicos de la grabación de audio de la caja negra del avión estrellado en los Alpes, se están clarificando los detalles de la tragedia causada por el copiloto. Es terrible que, según se deduce del análisis de las voces y sonidos, los pasajeros del avión, ya dieron gritos como mínimo cinco minutos antes del impacto con la cordillera.

Lo que significa que fueron conscientes de lo que podía, o iba a suceder. Se supone que debieron sentir pánico o, lo que es lo mismo, miedo extremado o terror producido por la amenaza de un peligro inminente, y que con frecuencia es colectivo y contagioso.

El hecho de que no se pudieran despedir de sus seres queridos a través de mensajes de móviles o llamadas, quizás por falta de cobertura, añade, si cabe, mayor dramatismo a lo sucedido. En el caso del avión que se estrelló en Pensilvania en el 11S, sí hubo mensajes de despedida. El dolor de las familias merece mi mayor respeto, pero conviene saber la verdad de lo que ha sucedido, porque la ocultación de la realidad no es la mejor actitud.

Este siniestro provocado por Lubitz pone de manifiesto, a mi juicio, que los exámenes médicos a los pilotos deben ser más profundos, extensos y rigurosos. Y también deberían controlarse mejor por parte de las compañías aéreas la cuestión de las bajas, y los posibles engaños, algo que sucedió en este caso. En definitiva, a veces es más peligrosa una depresión que un problema físico, puesto que no impide al piloto razonar y enjuiciar correctamente.

Algunas aerolíneas ya no autorizan que en la cabina se quede un piloto solo, por razones de seguridad, en vista de lo ocurrido con este vuelo estrellado en esta cadena montañosa europea. Considero que deben articularse más medidas adicionales para que, si vuelve a suceder algo parecido, existan modos alternativos de solucionar, in extremis, la situación de emergencia producida.

Ante la posible pregunta de los familiares de ¿Por qué ha sucedido esta terrible tragedia provocada intencionadamente?Las posibles respuestas me parece que son claras, aunque muy difícilmente asumibles. Han sido, a mi juicio, una concatenación de errores y de falta de controles que han causado, como resultado final, la muerte de 150 personas.

La investigación sigue su curso, y supongo que la justicia establecerá de acuerdo al sumario que se instruya, y a los datos y pruebas que se vayan acumulando, las conclusiones pertinentes. Si existen responsabilidades lo decidirá la sentencia judicial que se dicte. Desde mi particular análisis estoy convencido de que existen.

De todas maneras, creo que este terrible homicidio debe marcar un punto de inflexión, en lo relativo a la seguridad en la navegación aérea comercial. Deben implantarse más sistemas alternativos que ante la diversidad de los posibles problemas que pueden aparecer en pleno vuelo, ofrezcan soluciones efectivas. Normalmente, si surgen, algo que no es frecuente, son resueltos satisfactoriamente.

El posible uso de paracaídas ultraligeros de emergencia por parte de los pasajeros, parece ser que no es útil, por varias razones. Por la velocidad, la altura, etc. Los pilotos militares, por ejemplo, se colocan el paracaídas en tierra. En un vuelo comercial todos los viajeros tendrían que ponerse un paracaídas ultraligero también antes de subir al vuelo, por cuestión del espacio disponible en la propia aeronave.

Si bien, el gran problema es que ante una situación extrema similar a la de este vuelo de la compañía Germanwings, para poder avanzar, los pasajeros tendrían que haber respirado cambiando de mascarilla de oxígeno hasta llegar a las dos salidas de emergencia, para poder lanzarse fuera del aparato e intentar sobrevivir.

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