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El anquilosamiento burocrático de Bruselas, frena a la UE

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Es evidente que Europa y los EE.UU de América corren a distintas velocidades y que, en ello, tiene mucho que ver el lento funcionamiento de las instituciones europeas en cuanto se trata de sacar resoluciones en las que esté de acuerdos todos los países que están integrados en ella. Ya partimos de que, en el caso de la moneda única, el euro, ya no existe unanimidad y mientras unos países se han integrado de lleno en este mecanismo de unidad monetaria otros, sin embargo decidieron mantener su moneda propia lo que a la hora de tomar medidas de devaluación de la moneda o de cualquier otro signo, puede crear problemas importantes en unas u otras, según sea el tipo de moneda que rija en cada una de ellas.

De las naciones de la UE diecinueve de ellas tienen como moneda oficial al euro y otros nueve ( Bulgaria, Croacia, Dinamarca, Hungría, Polonia, Reino Unido, República Checa, Rumania y Suecia) todavía no han adoptado como moneda el euro manteniendo cada una de ellas sus antiguas monedas nacionales. Es sólo uno de los ejemplos de lo que viene costando que la unión política de los países que forman la actual UE, estén dispuestos a formar, de verdad, un único ente plurinacional regido por leyes comunes y si fuera posible bajo una misma Constitución que afectara por igual a todas ellas.

Hoy hemos leído la noticia dada por la comisaria europea de Comercio, señora Malmstrom, dando cuenta de que con toda probabilidad el tratado de libre comercio que se está discutiendo con los EE.UU. puede que no pueda llegarse a un acuerdo hasta finales de este año 2015. Y no es precisamente por culpa de los EE.UU. el que las negociaciones no vayan más rápidas, sino por la complicación que genera el que haya grupos políticos como algunos miembros de la sociedad civil, los Verdes europeos o la Izquierda unitaria, estén empeñados en boicotear hasta donde les sea posible las negociaciones. Se trata de establecer un sistema por el que se solucionen las disputas de inversores y estados. Según Malmstrom, la UE “necesita tiempo” para formular una versión que satisfaga a tirios y troyanos; demostrándose lo fácil que les resulta a los grupos empeñados en obstaculizar el proceso de normal funcionamiento de la CE y la eficacia y agilidad con la que debieran poderse tomar aquellas medidas que pudieran ser muy favorables para la mayoría de los estados aunque, en algunos casos, países menos desarrollados pudieran salir algo perjudicados con ellas.

Es posible que debieran arbitrarse medidas temporales, tiempos de carencia o cualquier otro sistema que, sin perjudicar las posibilidades de Bruselas de agilizar la toma de decisiones que pudieran ponerla a la altura de nuestros competidores internacionales permitieran que naciones con problemas pudieran retrasar su incorporación a la mayoría, de modo que la prolongación en adoptar determinados acuerdos; no actuase como un lastre para el engrandecimiento de la propia UE, la competitividad y la facilidad de salvar los obstáculos que, con frecuencia, pueden plantear los grandes problemas económicos que afectan a un mundo donde existe una globalización del comercio y las finanzas. Por desgracia, parece que los grupos más radicales, los de quienes pretenden restaurar el viejo comunismo en toda Europa ( en realidad ya se han introducido en naciones como Grecia, con el grupo Syriza y señores como Tsipras y sus compañeros del comunismo tipo bolivariano); están empeñados, como parece que pretende el grupo Podemos, en España, en conseguir que las instituciones europeas queden entorpecidas en sus funciones, mediante el procedimiento de poner palos en las ruedas de la carreta comunitaria.

Tampoco se puede olvidar los intereses de algunos países de mantener particularidades que les son propias y que se contradicen con lo que, en la gran mayoría del resto de miembros de la comunidad, están vigentes o, sería muy conveniente que se pudieran implantar con carácter general, en bien de la unificación de normas en toda la propia CE. El caso de la moneda única es uno de los ejemplos como, la negativa de unos pocos puede restar fuerza, respeto exterior y fuerza económica, al conjunto de las naciones que forman parte del ente comunitario.

Es evidente que la posibilidad de establecer un TTIP (un acuerdo de libre comercio e inversiones) con un país de la potencia económica como son los EE.UU. de América del Norte, sería muy beneficioso para toda Europa, que se vería reforzada con el apoyo de un aliado que hace años que ha demostrado que, cuando Europa lo ha necesitado, ha podido contar con su ayuda. Precisamente, el hecho de que sea una de las naciones cuna de la democracia, donde las libertades están garantizadas y, a la vez, uno de los colosos económicos capaz de codearse y aún superar a naciones como la China o la India, mercados emergentes que, durante los últimos años, se han demostrado como grandes potencias económicas; es lo que más irrita a este incipiente comunismo, procedente de las dictaduras proletarias del Sur de América, que está intentando entorpecer cuanto puede cualquier posibilidad de consolidación de la Unión Europea. Podríamos decir que es la misma táctica que está desarrollando el señor Putín al impedir que viejas repúblicas comunistas desgajadas de la antigua URRS, pudieran entrar a formar parte de una unión de tipo capitalista, de modo que su zona de influencia quedara recortada. Y así ha actuado en el caso de Ucrania donde, la UE, tuvo su fallo más garrafal al amagar con un apoyo total a los ucranianos y, cuando llegó el momento de demostrarlo con hechos, se retiró cobardemente, dejando en poder de Rusia la península de Krimea y una gran zona en el levante del país ucraniano.

El ministro de AA.EE de Letonia, señor Edgards Rinkevics tuvo que reconocer que el tratado de libre comercio e inversiones con EE.UU. y el sistema de resolución de conflictos es “una patata caliente” as pesar de que reconoció que todos los presentes en el tratado de Riga con las reformas propuestas para el ISDS. Que se presentarán en la reunión de ministros europeos de Comercio el 7 de Mayo. Sin embargo la parte débil también la expuso la señora Malmstrom no parece que quisiera ahondar en la necesidad de que las naciones vayan cediendo en pro de una legislación comunitaria común por encima de las particularidades legislativas nacionales cuando dijo: “Deberían protegerse las inversiones, pero las condiciones deben ser muy transparentes y claras y, en ningún caso pondremos en tela de juicio el derecho de los Estados a regular y proteger a sus ciudadanos”. ¿Cómo se puede compaginar este presunto derecho nacional, con la posibilidad de que, el gobierno comunitario, por medio de su Parlamento, pueda legislar acuerdos con otras naciones que afecten a la comunidad si, en cualquier caso, cada país tiene la potestad de decidir si aquello que le impone la UE estima que “perjudica” a sus ciudadanos y, en consecuencia, se niega a aplicarlo?

Todavía no se sabe como v a solucionarse, si es que hay posibilidad de acuerdo, el tema de la financiación de Grecia, de sus problemas de orden interior y del claro desafío que el señor Tsipras plantea a Europa cuando insiste en que se les preste dinero, pero sin que se le condicione con contraprestaciones que, por otra parte, parecen inevitables si es que espera que las naciones que la han venido apoyando hasta ahora, sigan vaciando sus bolsillos. Veremos si la aparente postura firme de algunos gobiernos de la CE se sigue manteniendo o si las conversaciones “amistosas” con la señora Merkel acaban de romper el hielo entre ellos y todo acaba siendo un mero pari pé o tomadura de pelo que le permita al partido filocomunista Syriza salirse con la suya y reciba ayudas sin que ello le obligue a aplicar los recortes y las medidas de austeridad que le fueron exigidas.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, temblamos ante las consecuencias de que, Europa, se arrugue ante Grecia y de las pésimas consecuencias que, de ello, se derivarían para España.

El anquilosamiento burocrático de Bruselas, frena a la UE

Miguel Massanet
sábado, 28 de marzo de 2015, 00:21 h (CET)
Es evidente que Europa y los EE.UU de América corren a distintas velocidades y que, en ello, tiene mucho que ver el lento funcionamiento de las instituciones europeas en cuanto se trata de sacar resoluciones en las que esté de acuerdos todos los países que están integrados en ella. Ya partimos de que, en el caso de la moneda única, el euro, ya no existe unanimidad y mientras unos países se han integrado de lleno en este mecanismo de unidad monetaria otros, sin embargo decidieron mantener su moneda propia lo que a la hora de tomar medidas de devaluación de la moneda o de cualquier otro signo, puede crear problemas importantes en unas u otras, según sea el tipo de moneda que rija en cada una de ellas.

De las naciones de la UE diecinueve de ellas tienen como moneda oficial al euro y otros nueve ( Bulgaria, Croacia, Dinamarca, Hungría, Polonia, Reino Unido, República Checa, Rumania y Suecia) todavía no han adoptado como moneda el euro manteniendo cada una de ellas sus antiguas monedas nacionales. Es sólo uno de los ejemplos de lo que viene costando que la unión política de los países que forman la actual UE, estén dispuestos a formar, de verdad, un único ente plurinacional regido por leyes comunes y si fuera posible bajo una misma Constitución que afectara por igual a todas ellas.

Hoy hemos leído la noticia dada por la comisaria europea de Comercio, señora Malmstrom, dando cuenta de que con toda probabilidad el tratado de libre comercio que se está discutiendo con los EE.UU. puede que no pueda llegarse a un acuerdo hasta finales de este año 2015. Y no es precisamente por culpa de los EE.UU. el que las negociaciones no vayan más rápidas, sino por la complicación que genera el que haya grupos políticos como algunos miembros de la sociedad civil, los Verdes europeos o la Izquierda unitaria, estén empeñados en boicotear hasta donde les sea posible las negociaciones. Se trata de establecer un sistema por el que se solucionen las disputas de inversores y estados. Según Malmstrom, la UE “necesita tiempo” para formular una versión que satisfaga a tirios y troyanos; demostrándose lo fácil que les resulta a los grupos empeñados en obstaculizar el proceso de normal funcionamiento de la CE y la eficacia y agilidad con la que debieran poderse tomar aquellas medidas que pudieran ser muy favorables para la mayoría de los estados aunque, en algunos casos, países menos desarrollados pudieran salir algo perjudicados con ellas.

Es posible que debieran arbitrarse medidas temporales, tiempos de carencia o cualquier otro sistema que, sin perjudicar las posibilidades de Bruselas de agilizar la toma de decisiones que pudieran ponerla a la altura de nuestros competidores internacionales permitieran que naciones con problemas pudieran retrasar su incorporación a la mayoría, de modo que la prolongación en adoptar determinados acuerdos; no actuase como un lastre para el engrandecimiento de la propia UE, la competitividad y la facilidad de salvar los obstáculos que, con frecuencia, pueden plantear los grandes problemas económicos que afectan a un mundo donde existe una globalización del comercio y las finanzas. Por desgracia, parece que los grupos más radicales, los de quienes pretenden restaurar el viejo comunismo en toda Europa ( en realidad ya se han introducido en naciones como Grecia, con el grupo Syriza y señores como Tsipras y sus compañeros del comunismo tipo bolivariano); están empeñados, como parece que pretende el grupo Podemos, en España, en conseguir que las instituciones europeas queden entorpecidas en sus funciones, mediante el procedimiento de poner palos en las ruedas de la carreta comunitaria.

Tampoco se puede olvidar los intereses de algunos países de mantener particularidades que les son propias y que se contradicen con lo que, en la gran mayoría del resto de miembros de la comunidad, están vigentes o, sería muy conveniente que se pudieran implantar con carácter general, en bien de la unificación de normas en toda la propia CE. El caso de la moneda única es uno de los ejemplos como, la negativa de unos pocos puede restar fuerza, respeto exterior y fuerza económica, al conjunto de las naciones que forman parte del ente comunitario.

Es evidente que la posibilidad de establecer un TTIP (un acuerdo de libre comercio e inversiones) con un país de la potencia económica como son los EE.UU. de América del Norte, sería muy beneficioso para toda Europa, que se vería reforzada con el apoyo de un aliado que hace años que ha demostrado que, cuando Europa lo ha necesitado, ha podido contar con su ayuda. Precisamente, el hecho de que sea una de las naciones cuna de la democracia, donde las libertades están garantizadas y, a la vez, uno de los colosos económicos capaz de codearse y aún superar a naciones como la China o la India, mercados emergentes que, durante los últimos años, se han demostrado como grandes potencias económicas; es lo que más irrita a este incipiente comunismo, procedente de las dictaduras proletarias del Sur de América, que está intentando entorpecer cuanto puede cualquier posibilidad de consolidación de la Unión Europea. Podríamos decir que es la misma táctica que está desarrollando el señor Putín al impedir que viejas repúblicas comunistas desgajadas de la antigua URRS, pudieran entrar a formar parte de una unión de tipo capitalista, de modo que su zona de influencia quedara recortada. Y así ha actuado en el caso de Ucrania donde, la UE, tuvo su fallo más garrafal al amagar con un apoyo total a los ucranianos y, cuando llegó el momento de demostrarlo con hechos, se retiró cobardemente, dejando en poder de Rusia la península de Krimea y una gran zona en el levante del país ucraniano.

El ministro de AA.EE de Letonia, señor Edgards Rinkevics tuvo que reconocer que el tratado de libre comercio e inversiones con EE.UU. y el sistema de resolución de conflictos es “una patata caliente” as pesar de que reconoció que todos los presentes en el tratado de Riga con las reformas propuestas para el ISDS. Que se presentarán en la reunión de ministros europeos de Comercio el 7 de Mayo. Sin embargo la parte débil también la expuso la señora Malmstrom no parece que quisiera ahondar en la necesidad de que las naciones vayan cediendo en pro de una legislación comunitaria común por encima de las particularidades legislativas nacionales cuando dijo: “Deberían protegerse las inversiones, pero las condiciones deben ser muy transparentes y claras y, en ningún caso pondremos en tela de juicio el derecho de los Estados a regular y proteger a sus ciudadanos”. ¿Cómo se puede compaginar este presunto derecho nacional, con la posibilidad de que, el gobierno comunitario, por medio de su Parlamento, pueda legislar acuerdos con otras naciones que afecten a la comunidad si, en cualquier caso, cada país tiene la potestad de decidir si aquello que le impone la UE estima que “perjudica” a sus ciudadanos y, en consecuencia, se niega a aplicarlo?

Todavía no se sabe como v a solucionarse, si es que hay posibilidad de acuerdo, el tema de la financiación de Grecia, de sus problemas de orden interior y del claro desafío que el señor Tsipras plantea a Europa cuando insiste en que se les preste dinero, pero sin que se le condicione con contraprestaciones que, por otra parte, parecen inevitables si es que espera que las naciones que la han venido apoyando hasta ahora, sigan vaciando sus bolsillos. Veremos si la aparente postura firme de algunos gobiernos de la CE se sigue manteniendo o si las conversaciones “amistosas” con la señora Merkel acaban de romper el hielo entre ellos y todo acaba siendo un mero pari pé o tomadura de pelo que le permita al partido filocomunista Syriza salirse con la suya y reciba ayudas sin que ello le obligue a aplicar los recortes y las medidas de austeridad que le fueron exigidas.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, temblamos ante las consecuencias de que, Europa, se arrugue ante Grecia y de las pésimas consecuencias que, de ello, se derivarían para España.

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Algo ocurre con la salud de las democracias en el mundo. Hasta hace pocas décadas, el prestigio de las democracias establecía límites políticos y éticos y articulaba las formas de convivencia entre estados y entre los propios sujetos. Reglas comunes que adquirían vigencia por imperio de lo consuetudinario y de los grandes edificios jurídicos y filosófico político y que se valoraban positivamente en todo el mundo, al que denominábamos presuntuosamente “libre”.

Pienso que habrá cada vez más Cat Cafés y no solamente cafeterías, cualquier ciudadano que tenga un negocio podría colaborar. Sólo le hace falta una habitación dedicada a los gatos. Es horrible en muchos países del planeta, el caso de los abandonos de animales, el trato hacia los toros, galgos… las que pasan algunos de ellos… Y sin embargo encuentro gente que se vuelca en ayudarles y llegan a tener un número grande de perros y gatos.

 
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