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Unos quieren entrar y quienes están dentro lo impiden como pueden, hasta que se cuentan los votos

¡Qué poco cambia la política!

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Se acercan las elecciones autonómicas y ya empiezan a “apedrearse” entre ellos, sobre todo entre el PSOE y el PP. El primero porque lleva años y años sin pan en Castilla y León. Y el segundo porque, a pesar de estar harto de comer, quiere seguir haciéndolo a diario y con tranquilidad. Me recuerdan el chiste de Franco y las ovejas.

Cuenta la tradición chistosa que, viajando hacia Galicia, Franco y su chófer pincharon una rueda del coche y, mientras el segundo arreglaba la rueda, Franco se acercó a un pastor porque quería saber si el pueblo llano sabía qué era la política. Y mira por dónde, Franco se llevó una gran sorpresa y una extraordinaria lección.

A la pregunta de Franco sobre qué es la política, el pastor respondió sin dudarlo. Mire usted: fíjese en esa parte del rebaño que está balando en el pedregal y en ese otro grupo que está tranquilamente en el prado. El primer grupo hace todo lo que puede para entrar en el prado y comer plácidamente, mientras que el grupo que está pastando intenta no salir y hace todo lo posible para seguir comiendo sin que lo molesten.

Si en el chiste asentía Franco mientras el pastor le daba explicaciones, en la realidad de hoy las cosas no han cambiado en exceso. Unos quieren entrar y quienes están dentro lo impiden como pueden hasta que se cuentan los votos.

De los tres debates electorales que he visto hasta ahora, ninguno me ha resultado clarificador. Supongo que tampoco me sacará de dudas la presentación del programa marco que hará Mariano Rajoy dentro de unos días; no tengo nada claro que la recuperación económica sea una realidad ni que la creación de empleo dependa de las propuestas electorales.

Lo único cierto es que, al parecer y según los hechos, el Partido Popular puede garantizar la estabilidad política e institucional mejor que ningún otro, a pesar de sus mentiras. El otro partido mayoritario, el PSOE, tiene una credibilidad bajo mínimos en temas de empleo y de gestión: en su última legislatura subió el paro en casi dos millones de personas más y la gestión se vio ennegrecida por los casi cuarenta y dos mil millones en facturas, y sin pagar, que se encontraron en los “cajones”. Por si no es suficiente, el partido socialista forma parte de esa izquierda dividida y desarticulada que en nada posibilitaría la salida de la crisis en la que ese mismo partido profundizó por no hacer los deberes a tiempo. Sobra cualquier comentario de profundización. Los hechos siempre hay que valorarlos en su justo término.

¡Qué poco cambia la política!

Unos quieren entrar y quienes están dentro lo impiden como pueden, hasta que se cuentan los votos
Jesús  Salamanca
miércoles, 18 de marzo de 2015, 23:36 h (CET)
Se acercan las elecciones autonómicas y ya empiezan a “apedrearse” entre ellos, sobre todo entre el PSOE y el PP. El primero porque lleva años y años sin pan en Castilla y León. Y el segundo porque, a pesar de estar harto de comer, quiere seguir haciéndolo a diario y con tranquilidad. Me recuerdan el chiste de Franco y las ovejas.

Cuenta la tradición chistosa que, viajando hacia Galicia, Franco y su chófer pincharon una rueda del coche y, mientras el segundo arreglaba la rueda, Franco se acercó a un pastor porque quería saber si el pueblo llano sabía qué era la política. Y mira por dónde, Franco se llevó una gran sorpresa y una extraordinaria lección.

A la pregunta de Franco sobre qué es la política, el pastor respondió sin dudarlo. Mire usted: fíjese en esa parte del rebaño que está balando en el pedregal y en ese otro grupo que está tranquilamente en el prado. El primer grupo hace todo lo que puede para entrar en el prado y comer plácidamente, mientras que el grupo que está pastando intenta no salir y hace todo lo posible para seguir comiendo sin que lo molesten.

Si en el chiste asentía Franco mientras el pastor le daba explicaciones, en la realidad de hoy las cosas no han cambiado en exceso. Unos quieren entrar y quienes están dentro lo impiden como pueden hasta que se cuentan los votos.

De los tres debates electorales que he visto hasta ahora, ninguno me ha resultado clarificador. Supongo que tampoco me sacará de dudas la presentación del programa marco que hará Mariano Rajoy dentro de unos días; no tengo nada claro que la recuperación económica sea una realidad ni que la creación de empleo dependa de las propuestas electorales.

Lo único cierto es que, al parecer y según los hechos, el Partido Popular puede garantizar la estabilidad política e institucional mejor que ningún otro, a pesar de sus mentiras. El otro partido mayoritario, el PSOE, tiene una credibilidad bajo mínimos en temas de empleo y de gestión: en su última legislatura subió el paro en casi dos millones de personas más y la gestión se vio ennegrecida por los casi cuarenta y dos mil millones en facturas, y sin pagar, que se encontraron en los “cajones”. Por si no es suficiente, el partido socialista forma parte de esa izquierda dividida y desarticulada que en nada posibilitaría la salida de la crisis en la que ese mismo partido profundizó por no hacer los deberes a tiempo. Sobra cualquier comentario de profundización. Los hechos siempre hay que valorarlos en su justo término.

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