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Óscar A. Matías

El placer de desbancar a la familia

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“Es un placer desbancar aquella idea de que la familia la componen padre, madre e hijo”. Así se afirmó en la presentación del libro Retratos de familia: miradas a las familias españolas del siglo XXI. Un libro que ha costado la nada envidiable cantidad de 47.000 euros. Editado por la Dirección General de las Familias y la Infancia. Financiado por el Ministerio de Trabajos y Asuntos Sociales. Con textos literarios de autores de la talla de Rosa Regás, Espido Freire, Luisa Castro, Andrés Trapiello… Un libro que se propone estudiar de forma gráfica las nuevas familias españolas, partiendo de la evolución y transformación acontecida en nuestro país en las últimas décadas del siglo XX (…)

El libro –que algún medio titulaba la noticia con En defensa de las familias del siglo XXI- recoge en más de cien fotografías los cambios experimentados por las familias españolas. Junto a las mal llamadas familias tradicionales (qué empeño en acuñar este nombre los del actual ejecutivo español) aparecen lesbianas, gays –con y sin hijos- hogares monoparentales, etc…

A cualquier situación y relación ya se la llama familia. Y claro está, el placer de poder desbancar a lo que hasta ahora creíamos que lo era, a algunos debe de producirles un orgasmo afectivo digno de ser estudiado por los psicólogos de mayor reputación. En este nuevo concepto de familia ya puede entrar de todo: el hombre que cultiva su bonsái, la viejecita con su gato mimosín, el vecino con su perro ladrador, el cibernauta pajotero erotizado con su webcam, el solitario con su tele y sofá, y múltiples casos que cualquier mente quiera imaginar. Un nuevo avance cultural en vistas del progreso social de nuestro Estado español.

Entiendo que cada cuál es libre de vivir como quiera y con quien quiera. Procuro comprender –me esfuerzo, aunque no lo consigo- a aquellos que aborrecen a la familia tradicional y practican la familiofobia. Respeto las convicciones ético-morales-religiosas con las que cada uno desee convivir. Pero me cuesta aceptar esta usurpación del nombre de familia (sin tradicional) aplicado a cualquier grado de convivencia. Se sale de la lógica y del sentido común.

Esta nueva pedagogía arrasa con la función que ejercen el padre y la madre con los hijos. Pretenden hacernos creer que el panorama social ha cambiado vendiéndonos la moto que padre, madre e hijos ya son una minoría en nuestro país. Y es verdad que la realidad social no es igual que la de hace unos años, pero el sentido común aún impera en gran parte de la sociedad, y aquello que llaman familia tradicional sigue siendo la apuesta de una mayoría (a pesar de los pesares del Sr. Estado).

Y mientras en España nos gastamos los euros –de todos los españoles- en publicaciones que rayan lo grotesco, obviamos el esfuerzo invertido en nuestros países vecinos. La Société Générale (sociedad francesa dedicada a servicios puramente financieros) también da a conocer sus estudios: Démographie Mondiale: les 1001 facettes d’un choc annoncé con sus respectivas conclusiones. La actual implosión demográfica que se está produciendo en Europa, las políticas antinatalistas respaldadas especialmente por algunos gobiernos, y la falta de ayudas económicas a jóvenes parejas que deciden vivir su mal llamada familia tradicional, están originando un futuro nada esperanzador para nuestro continente. Y peor aún será para España. En el año 2050 nos encontraremos con una catástrofe demográfica que no la arreglará ni el más bravo fornicador. Es de suponer que, junto a los problemas demográficos, vendrán los pertinentes económicos derivados de la pérdida de la renta por persona.

Pero es mejor no pensar en lo que vendrá. Hay que plantear nuestro futuro como algo innovador y emergente. Es más consolador gastarse los euros de todos los españoles en simpáticas fotografías que muestren a una minoría social emergente. Hay que disfrutar del deleite que produce el placer de poder desbancar a la familia tradicional. Ya se lo encontrarán los que vengan detrás de nosotros y para entonces… ¿quién se atreverá a darles explicaciones? ¡Qué les cuenten el placer que los progres de este país sintieron al destrozar el concepto de familia compuesta de padre, madre e hijos!

El placer de desbancar a la familia

Óscar A. Matías
Óscar A. Matías
martes, 12 de junio de 2007, 22:05 h (CET)
“Es un placer desbancar aquella idea de que la familia la componen padre, madre e hijo”. Así se afirmó en la presentación del libro Retratos de familia: miradas a las familias españolas del siglo XXI. Un libro que ha costado la nada envidiable cantidad de 47.000 euros. Editado por la Dirección General de las Familias y la Infancia. Financiado por el Ministerio de Trabajos y Asuntos Sociales. Con textos literarios de autores de la talla de Rosa Regás, Espido Freire, Luisa Castro, Andrés Trapiello… Un libro que se propone estudiar de forma gráfica las nuevas familias españolas, partiendo de la evolución y transformación acontecida en nuestro país en las últimas décadas del siglo XX (…)

El libro –que algún medio titulaba la noticia con En defensa de las familias del siglo XXI- recoge en más de cien fotografías los cambios experimentados por las familias españolas. Junto a las mal llamadas familias tradicionales (qué empeño en acuñar este nombre los del actual ejecutivo español) aparecen lesbianas, gays –con y sin hijos- hogares monoparentales, etc…

A cualquier situación y relación ya se la llama familia. Y claro está, el placer de poder desbancar a lo que hasta ahora creíamos que lo era, a algunos debe de producirles un orgasmo afectivo digno de ser estudiado por los psicólogos de mayor reputación. En este nuevo concepto de familia ya puede entrar de todo: el hombre que cultiva su bonsái, la viejecita con su gato mimosín, el vecino con su perro ladrador, el cibernauta pajotero erotizado con su webcam, el solitario con su tele y sofá, y múltiples casos que cualquier mente quiera imaginar. Un nuevo avance cultural en vistas del progreso social de nuestro Estado español.

Entiendo que cada cuál es libre de vivir como quiera y con quien quiera. Procuro comprender –me esfuerzo, aunque no lo consigo- a aquellos que aborrecen a la familia tradicional y practican la familiofobia. Respeto las convicciones ético-morales-religiosas con las que cada uno desee convivir. Pero me cuesta aceptar esta usurpación del nombre de familia (sin tradicional) aplicado a cualquier grado de convivencia. Se sale de la lógica y del sentido común.

Esta nueva pedagogía arrasa con la función que ejercen el padre y la madre con los hijos. Pretenden hacernos creer que el panorama social ha cambiado vendiéndonos la moto que padre, madre e hijos ya son una minoría en nuestro país. Y es verdad que la realidad social no es igual que la de hace unos años, pero el sentido común aún impera en gran parte de la sociedad, y aquello que llaman familia tradicional sigue siendo la apuesta de una mayoría (a pesar de los pesares del Sr. Estado).

Y mientras en España nos gastamos los euros –de todos los españoles- en publicaciones que rayan lo grotesco, obviamos el esfuerzo invertido en nuestros países vecinos. La Société Générale (sociedad francesa dedicada a servicios puramente financieros) también da a conocer sus estudios: Démographie Mondiale: les 1001 facettes d’un choc annoncé con sus respectivas conclusiones. La actual implosión demográfica que se está produciendo en Europa, las políticas antinatalistas respaldadas especialmente por algunos gobiernos, y la falta de ayudas económicas a jóvenes parejas que deciden vivir su mal llamada familia tradicional, están originando un futuro nada esperanzador para nuestro continente. Y peor aún será para España. En el año 2050 nos encontraremos con una catástrofe demográfica que no la arreglará ni el más bravo fornicador. Es de suponer que, junto a los problemas demográficos, vendrán los pertinentes económicos derivados de la pérdida de la renta por persona.

Pero es mejor no pensar en lo que vendrá. Hay que plantear nuestro futuro como algo innovador y emergente. Es más consolador gastarse los euros de todos los españoles en simpáticas fotografías que muestren a una minoría social emergente. Hay que disfrutar del deleite que produce el placer de poder desbancar a la familia tradicional. Ya se lo encontrarán los que vengan detrás de nosotros y para entonces… ¿quién se atreverá a darles explicaciones? ¡Qué les cuenten el placer que los progres de este país sintieron al destrozar el concepto de familia compuesta de padre, madre e hijos!

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Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.

 
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