Sé que es difícil resistirse a las actividades delictivas de guante blanco protagonizadas por una numerosa banda –que cuenta además con un sugerente y puede que hasta envidiable ritmo de vida social-, sin embargo me decanto, personalmente, por otra banda con menos miembros que, a priori, puede resultar incluso más atractiva si conjugamos el aspecto cinematográfico con el personal. Los recuerdos de cada uno de nosotros pueden tener un reflejo más o menos cercano y nítido en este conjunto de fotogramas.
Esta historia, etiquetada como independiente, creo que se acerca mucho más a la vitola de personal. Digo esto, sobre todo, por varios motivos. Primero, porque la película es un collage de retazos juveniles y adultos de un escritor. Segundo, porque es el propio protagonista quien plasma ahora en el celuloide lo que antes ya hizo en el papel de un libro. Y, finalmente, porque me da la sensación de que por estas latitudes no tenemos el mismo concepto de independencia que en la meca del cine, donde el carácter intrínseco de ese término ha sido lapidado a base de talonario. La película, cuyo título una vez más ha sido desfigurado –el original Una guía para reconocer a tus santos conjuga cuerpo y alma y no priva de ninguno de ellos como el que nos han improvisado aquí-, ha sido posible gracias a la interminable cantera de proyectos surgidos del laboratorio Sundance y al cantante Sting, que, al tiempo que dispone su dinero para causas solidarias por medio mundo, utiliza sus recursos tangibles igualmente para apostar por proyectos como el presente. Resultado: crítica rendida a sus pies, entre otros, en Gijón o Venecia.
Sin entrar a valorar posibles licencias cinematográficas comprensibles para esta traslación, Dito Montiel, el nombre en torno al cual gira todo este metraje –tanto la novela como la película son su autobiografía y él mismo se convierte en realizador debutante-, refleja con un pulso sincero –basado en una loable narración en primera persona- gran parte de los fragmentos de su juventud y de su conversión en adulto, hasta el punto de que el apogeo de moral aplicada no le hace salir bien parado que digamos, más bien todo lo contrario, con la percepción por parte del espectador de una entonación del “mea culpa”. Con una bisección temporal en el presente y un pasado remoto de 15 años atrás –da la sensación de que hubiese bastado esa división al principio y al final sobrando los intercalados referidos a día de hoy-, el protagonista, en una especie de juego malabar al estilo Sleepers, nos cuenta su adolescencia en Queens, lugar que abandonó por asfixia coyuntural y al que tiene que regresar para saldar sus deudas de una onírica huida prematura y sin despedidas cuando su padre enferma gravemente.
Dito Montiel es Robert Downey Jr. en la madurez y Shia Labeouf en la juventud. De Jr. está todo dicho. Un gran actor del que aún se espera su explosión definitiva con una esquiva vida personal que, curiosamente, aquí está más contenido de lo habitual y se agradece. A su alter ego le hemos visto en Constantine y le veremos en Transformers e Indiana Jones 4. Promete, aunque me da que en su generación hay más talento que el suyo. De hecho, aquí, casi todos sus compañeros, entre comillas secundarios, se le comen con patatas. Soberbios Chazz Palminteri sin el traje de gangster, la veterana Dianne Wiest –lástima que no se prodigue más- y Rosario Dawson –en un papel menor pero con mayor enjundia que muchos otros más relevantes de los que ha hecho-.
Bronx, Brooklyn… son ya tan familiares a través de Scorsese, Spike Lee… que películas tan similares y mucho más reconocibles para nosotros como Barrio de Fernando León parecen morar en el olvido colectivo. No es un argumento nuevo, tampoco se aplica un estilo narrativo distinto, pero su dureza sin estridencias conmueve. Lo curioso de la película es que, cuando llegamos al final, nos damos cuenta de una de las grandes certezas de la vida. ¿Cuántas veces hemos sido conscientes de que los errores de nuestra vida se han debido a creencias erróneas?. ¿Cuántas veces nos hemos equivocado en nuestro comportamiento por presuponer algo sin comprobarlo?. Poner las cosas en tela de juicio parece no estar de moda, casi todo se da por hecho, se da más importancia al silencio susceptible de ser malinterpretado que a las palabras cargadas de verdades. Por eso, conviene recordar que, posiblemente, el gran mérito de esta película es hacernos de nuevo valedores de esta útil herramienta. Como el protagonista, ante el duro golpe de la soledad, conviene reflexionar antes de actuar precipitadamente porque, si crees que te dejan, puede que no sea así
FICHA TÉCNICA
- Calificación: 2,5
- Director: Dito Montiel.
- Reparto: Robert Downey Jr., Shia Labeouf, Chazz Palminteri, Dianne Wiest, Rosario Dawson y Eric Roberts