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Luciano Sabatini

La vida en, entre, de y desde la America´s Cup

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Hasta hace un par de meses el deporte de la vela era minoritario, casi elitista, y que si había pasado por la boca de uno, quizás se debía más a la conocida afición de varios miembros de la Casa Real al mismo, que a un conocimiento profundo. Pero además de dar cita a los mejores regatistas del mundo la Copa del América ha cambiado el panorama de este deporte, y es que para eso están los grandes eventos también, para servir de trampolín, de altavoz para escuchar las voces de los pequeños que piden paso.

Spinaker, tangón, barlovento y sotavento, race, o trasluchar son algunos de los términos que conforman la jerga de un deporte muy especial, y que han pasado de perfectos extraños a nuevos conocidos. La America´s Cup o Copa del América (y no Copa América como se ha acostumbrado a llamar, ya que recoje su nombre del primer ganador de la competición, americano) ha transformado también Valencia. El puerto brilla con el esplendor de los euros invertidos por la Generalitat Valenciana (65,27 millones), con la construcción de un edificio que va para símbolo te skyline portuario de la ciudad, el Veles e Vents, de los arquitectos David Chipperfield y Fermín Vázquez.

Alrededor de la dársena en la que atracan los barcos que siguen la competición se extienden las bases de cada uno de los equipos, y eso es un mundo aparte. El BMW Oracle se lleva la palma con un edificio de amplias vidrieras que dejan ver al público la tecnología dentro exhibida. Un simulador de la regata, pantallas de plasma, y un sin fin de los gigantes BMW X5 que invaden la ciudad ché, hacen gala de los 150 millones de presupuesto del equipo. Cada base se ha convertido en un stand, al más puro estilo Expo 92, de la cultura de cada país y de sus atractivos.

Sin duda, uno de los que han despertado mayores simpatías son los sudafricanos de Shosholoza, con sus colores rojos, verdes, amarillos y negros, y que se estrenaban como primer equipo africano en la competición. En los primeros Louis Vuitton Acts de 2004 eran tan inexpertos que casi era un milagro que completaran una regata, y han terminado siendo un peligro para cuaquiera. Tal es así, que el patrón del equipo sudafricano, Mark Sadler aseguró que “Cuando me uní al equipo nada más comenzar, teníamos la sensación de que estar en la America’s Cup era una aventura”.

Pero no sólo de sorpresas y colorido deportivo vive la America´s Cup. Cientos de aficionados de los diferentes equipos han llenado de alegría los días y sobre todo las noches del puerto valenciano. Unidos en principio por el deporte, franceses, italianos, neocelandeses, sudafricanos y algún que otro valenciano despistado bañan la rivalidad deportiva en cerveza y risas varias que copan el puerto hasta entrada la noche.

Parece seguro que si los kiwis, como se conoce a los integrantes del equipos del New Zeland 92, siguen con su brillantez en el campo de regatas, y se hacen con la Louis Vuitton Cup y el derecho a retar al vigente campeón, el Alinghi suizo, podrían llevarse hasta tierras neocelandesas la competición (el campeón de la America´s Cup tiene potestad en la elección), al contrario que los suizos que la mantendrían con seguridad en Valencia por cercanía territorial. La Copa del América ha dado luz y color al mundo de la vela, acercándola al españolito de a pie, y llenando de vida el puerto de la ciudad del Turia. Cualquiera que haya vivido una jornada y su “reflexión nocturna” allí es consciente. Por ello, sería positivo y necesario mantenerla en Valencia por mucho tiempo más. ¿Ustedes ya saben a quien animar? Yo sí.

La vida en, entre, de y desde la America´s Cup

Luciano Sabatini
Luciano Sabatini
viernes, 8 de junio de 2007, 00:06 h (CET)
Hasta hace un par de meses el deporte de la vela era minoritario, casi elitista, y que si había pasado por la boca de uno, quizás se debía más a la conocida afición de varios miembros de la Casa Real al mismo, que a un conocimiento profundo. Pero además de dar cita a los mejores regatistas del mundo la Copa del América ha cambiado el panorama de este deporte, y es que para eso están los grandes eventos también, para servir de trampolín, de altavoz para escuchar las voces de los pequeños que piden paso.

Spinaker, tangón, barlovento y sotavento, race, o trasluchar son algunos de los términos que conforman la jerga de un deporte muy especial, y que han pasado de perfectos extraños a nuevos conocidos. La America´s Cup o Copa del América (y no Copa América como se ha acostumbrado a llamar, ya que recoje su nombre del primer ganador de la competición, americano) ha transformado también Valencia. El puerto brilla con el esplendor de los euros invertidos por la Generalitat Valenciana (65,27 millones), con la construcción de un edificio que va para símbolo te skyline portuario de la ciudad, el Veles e Vents, de los arquitectos David Chipperfield y Fermín Vázquez.

Alrededor de la dársena en la que atracan los barcos que siguen la competición se extienden las bases de cada uno de los equipos, y eso es un mundo aparte. El BMW Oracle se lleva la palma con un edificio de amplias vidrieras que dejan ver al público la tecnología dentro exhibida. Un simulador de la regata, pantallas de plasma, y un sin fin de los gigantes BMW X5 que invaden la ciudad ché, hacen gala de los 150 millones de presupuesto del equipo. Cada base se ha convertido en un stand, al más puro estilo Expo 92, de la cultura de cada país y de sus atractivos.

Sin duda, uno de los que han despertado mayores simpatías son los sudafricanos de Shosholoza, con sus colores rojos, verdes, amarillos y negros, y que se estrenaban como primer equipo africano en la competición. En los primeros Louis Vuitton Acts de 2004 eran tan inexpertos que casi era un milagro que completaran una regata, y han terminado siendo un peligro para cuaquiera. Tal es así, que el patrón del equipo sudafricano, Mark Sadler aseguró que “Cuando me uní al equipo nada más comenzar, teníamos la sensación de que estar en la America’s Cup era una aventura”.

Pero no sólo de sorpresas y colorido deportivo vive la America´s Cup. Cientos de aficionados de los diferentes equipos han llenado de alegría los días y sobre todo las noches del puerto valenciano. Unidos en principio por el deporte, franceses, italianos, neocelandeses, sudafricanos y algún que otro valenciano despistado bañan la rivalidad deportiva en cerveza y risas varias que copan el puerto hasta entrada la noche.

Parece seguro que si los kiwis, como se conoce a los integrantes del equipos del New Zeland 92, siguen con su brillantez en el campo de regatas, y se hacen con la Louis Vuitton Cup y el derecho a retar al vigente campeón, el Alinghi suizo, podrían llevarse hasta tierras neocelandesas la competición (el campeón de la America´s Cup tiene potestad en la elección), al contrario que los suizos que la mantendrían con seguridad en Valencia por cercanía territorial. La Copa del América ha dado luz y color al mundo de la vela, acercándola al españolito de a pie, y llenando de vida el puerto de la ciudad del Turia. Cualquiera que haya vivido una jornada y su “reflexión nocturna” allí es consciente. Por ello, sería positivo y necesario mantenerla en Valencia por mucho tiempo más. ¿Ustedes ya saben a quien animar? Yo sí.

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