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Falangistas de fe segura

Cartas entre Franco y Mussolini

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Una de las cuestiones más sonoras debatidas por los historiadores contemporáneos es la posición de neutralidad de España en el conflicto de la Segunda Guerra Mundial. La supuesta voluntad de neutralidad del Estado Español por parte de Francisco Franco se daba como un hecho, algo incuestionable, pero puede ser cierto que Franco mantuviera una cercanía de igualdad ante la presión insistente de las victorias del Eje.

Hay ciertas revelaciones importantes que confirman el apoyo de España a la causa italiana. La primera de esas revelación fue una carta enviada por Giménez Arnau, agregado de prensa de la embajada española en Roma. Este primer acercamiento no es casual sino causal pues el Duce (Benito Mussolini) tenía interés de ponerse en contacto con Franco a través de Ettore Mutti, mutilado de la guerra de España, quien era secretario general del partido fascista. Con esta carta en sus manos, el Jefe del Estado español, agradecía la oferta y deseaba la victoria a Mussolini y prometía ayudas al Duce en las circunstancias que fueren en el futuro.

Otro testimonio de complicidad fue cuando Mussolini pidió ayuda a Franco. Esta petición tiene lugar tras el desembarco de los aliados en el norte de África. Ante tal situación, España quiso participar en la guerra para apoyar al Eje. La absoluta identificación con Italia casi lleva a España a entrar en el conflicto en el año 1940. En 1943, cuando la victoria aliada se hacía más clara, España decidió alejarse de esa complicidad manifiesta. Nos situamos el 30 de enero de 1943, Franco escribió una carta a Mussolini, en dicha carta da cuenta de su postura de un modo muy detallado, la carta tomaba como ocasión el envío del embajador a Italia de Raimundo Fernández Cuesta, demostrando el alineamiento ideológico entre España y la Italia fascista:

“Aprovecho la marcha a ésa del nuevo embajador Raimundo Fernández Cuesta para enviaros, con mi recuerdo fraternal, la expresión de mis inquietudes por los duros y heroicos sacrificios que la guerra hace pesar sobre el pueblo italiano.

La prolongación de la campaña del Este y la presencia de los americanos en el continente africano, han creado a Europa una situación llena de inquietudes. Las garantías que en este orden se han ofrecido a España, no tienen más que un mero valor formal. Si España es respetada lo será por cuanto pueda pesar como enemiga. En este sentido, se ha realizado nuestra movilización, dentro de las posibilidades que el país ofrece, y nos esforzamos en reforzar nuestro armamento. (…)

No necesito encareceros con cuánta atención sigo los episodios de esta lucha, en mi deseo constante de servicio al interés europeo, que es el nuestro propio, y en ese mismo espíritu se mueve nuestra diplomacia, partiendo de la confianza en la fortaleza del Eje y de que, ni al interés de Europa ni al de la propia Inglaterra, conviene la prolongación de una contienda en que Norteamérica busca el aniquilamiento de Europa, y para cuyos propósitos Rusia constituye la proa de su ataque.

Con los mejores votos por el porvenir de vuestra nación y los más sinceros por vuestra personal ventura, os envío con mi afecto un fraternal abrazo: Franco.”

Poco se puede comentar de esta carta, es muy explícita y concreta, a la par que directa. En ella se desliza la insinuación de una posible intervención española en la guerra. Significativamente, la carta de Mussolini del 14 de febrero se iniciaba con la exposición de ciertas seguridades hacia Franco, ya que se autodenominaban “falangistas de fe segura”. Esta carta de contestación de Mussolini contenía un tipo de argumentación a la que debía ser especialmente sensible para Franco. En tal carta Mussolini prueba que estaba equivocado con respecto al rumbo que tomarían los ejércitos adversarios. Pero lo principal de la carta era mostrar los aspectos positivos de la situación estratégica del Eje, aunque en realidad era una situación mucho peor. En esos momentos Mussolini deseaba con todas su fuerzas la intervención española ya que, su intervención resultaría ser algo imprescindible para intentar darle la vuelta a la situación.

Con todo ello, Mussolini envía otra carta Franco, aprovechando la marcha a España de un embajador italiano. La carta esta fechada en un 2 de abril y en ella se muestra la obsesión del Duce por España: “Sobre los actuales acontecimientos de guerra y sobre sus previsibles desarrollos, no creo deber añadir más a lo escrito en la carta precedente. Son previsibles también las dificultades que a usted, jefe de una España fuerte y unido bajo el signo de la Falange, suscitarán los angloamericanos, aliados del bolchevismo.”

La intención de que España interviniera en la guerra se vino abajo tan solo unos días después, todo por la intervención de Hitler. El 6 de abril, Hitler se reúne con Mussolini, y se discutieron los intentos del Duce de plantear una intervención con la colaboración española.

En definitiva, con estas correspondencias donde se fragua el acercamiento de ideologías y donde se muestran las intenciones de ayuda de España al Eje, no podemos considerar a España neutral a lo largo del desarrollo de la Gran Guerra.

Cartas entre Franco y Mussolini

Falangistas de fe segura
Jesús Campos
miércoles, 18 de febrero de 2015, 08:13 h (CET)
Una de las cuestiones más sonoras debatidas por los historiadores contemporáneos es la posición de neutralidad de España en el conflicto de la Segunda Guerra Mundial. La supuesta voluntad de neutralidad del Estado Español por parte de Francisco Franco se daba como un hecho, algo incuestionable, pero puede ser cierto que Franco mantuviera una cercanía de igualdad ante la presión insistente de las victorias del Eje.

Hay ciertas revelaciones importantes que confirman el apoyo de España a la causa italiana. La primera de esas revelación fue una carta enviada por Giménez Arnau, agregado de prensa de la embajada española en Roma. Este primer acercamiento no es casual sino causal pues el Duce (Benito Mussolini) tenía interés de ponerse en contacto con Franco a través de Ettore Mutti, mutilado de la guerra de España, quien era secretario general del partido fascista. Con esta carta en sus manos, el Jefe del Estado español, agradecía la oferta y deseaba la victoria a Mussolini y prometía ayudas al Duce en las circunstancias que fueren en el futuro.

Otro testimonio de complicidad fue cuando Mussolini pidió ayuda a Franco. Esta petición tiene lugar tras el desembarco de los aliados en el norte de África. Ante tal situación, España quiso participar en la guerra para apoyar al Eje. La absoluta identificación con Italia casi lleva a España a entrar en el conflicto en el año 1940. En 1943, cuando la victoria aliada se hacía más clara, España decidió alejarse de esa complicidad manifiesta. Nos situamos el 30 de enero de 1943, Franco escribió una carta a Mussolini, en dicha carta da cuenta de su postura de un modo muy detallado, la carta tomaba como ocasión el envío del embajador a Italia de Raimundo Fernández Cuesta, demostrando el alineamiento ideológico entre España y la Italia fascista:

“Aprovecho la marcha a ésa del nuevo embajador Raimundo Fernández Cuesta para enviaros, con mi recuerdo fraternal, la expresión de mis inquietudes por los duros y heroicos sacrificios que la guerra hace pesar sobre el pueblo italiano.

La prolongación de la campaña del Este y la presencia de los americanos en el continente africano, han creado a Europa una situación llena de inquietudes. Las garantías que en este orden se han ofrecido a España, no tienen más que un mero valor formal. Si España es respetada lo será por cuanto pueda pesar como enemiga. En este sentido, se ha realizado nuestra movilización, dentro de las posibilidades que el país ofrece, y nos esforzamos en reforzar nuestro armamento. (…)

No necesito encareceros con cuánta atención sigo los episodios de esta lucha, en mi deseo constante de servicio al interés europeo, que es el nuestro propio, y en ese mismo espíritu se mueve nuestra diplomacia, partiendo de la confianza en la fortaleza del Eje y de que, ni al interés de Europa ni al de la propia Inglaterra, conviene la prolongación de una contienda en que Norteamérica busca el aniquilamiento de Europa, y para cuyos propósitos Rusia constituye la proa de su ataque.

Con los mejores votos por el porvenir de vuestra nación y los más sinceros por vuestra personal ventura, os envío con mi afecto un fraternal abrazo: Franco.”

Poco se puede comentar de esta carta, es muy explícita y concreta, a la par que directa. En ella se desliza la insinuación de una posible intervención española en la guerra. Significativamente, la carta de Mussolini del 14 de febrero se iniciaba con la exposición de ciertas seguridades hacia Franco, ya que se autodenominaban “falangistas de fe segura”. Esta carta de contestación de Mussolini contenía un tipo de argumentación a la que debía ser especialmente sensible para Franco. En tal carta Mussolini prueba que estaba equivocado con respecto al rumbo que tomarían los ejércitos adversarios. Pero lo principal de la carta era mostrar los aspectos positivos de la situación estratégica del Eje, aunque en realidad era una situación mucho peor. En esos momentos Mussolini deseaba con todas su fuerzas la intervención española ya que, su intervención resultaría ser algo imprescindible para intentar darle la vuelta a la situación.

Con todo ello, Mussolini envía otra carta Franco, aprovechando la marcha a España de un embajador italiano. La carta esta fechada en un 2 de abril y en ella se muestra la obsesión del Duce por España: “Sobre los actuales acontecimientos de guerra y sobre sus previsibles desarrollos, no creo deber añadir más a lo escrito en la carta precedente. Son previsibles también las dificultades que a usted, jefe de una España fuerte y unido bajo el signo de la Falange, suscitarán los angloamericanos, aliados del bolchevismo.”

La intención de que España interviniera en la guerra se vino abajo tan solo unos días después, todo por la intervención de Hitler. El 6 de abril, Hitler se reúne con Mussolini, y se discutieron los intentos del Duce de plantear una intervención con la colaboración española.

En definitiva, con estas correspondencias donde se fragua el acercamiento de ideologías y donde se muestran las intenciones de ayuda de España al Eje, no podemos considerar a España neutral a lo largo del desarrollo de la Gran Guerra.

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