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La velocidad de Sergio Rodríguez y Llull marcan un insustancial derbi ante el Fuenlabrada, con el que regresó Hugo López, el que fuera ayudante de Laso.

Triunfo de oficina para el Real Madrid (86-69)

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Ficha técnica
86- Real Madrid: Sergio Rodríguez (12), Rivers (2), Rudy Fernández (7), Ayón (6) y Reyes (9) -quinteto titular- Llull (8), Bourousis (8), Carroll (6), Maciulis (3), Nocioni (9), Mejri (9) y Campazzo (7).
69 – Montakit Fuenlabrada Díaz (3), Miso (5), Panko (18), Clark (5) y Akindele (8) -quinteto inicial- Pérez (2), Rodríguez (-), Vega (6), Diagnè (2), Smits (-) y Bertt (20).br> Parciales: 23-17, 21-20, 21-13 y 21-19.
Árbitros: Arteaga, Oyón y Rial.
Incidencias: Vigésima jornada correspondiente a la fase regular de Liga Endesa, disputado en el Palacio de los Deportes (Madrid) ante 7.062 espectadores.
El éxtasis se transformó en sosiego. Enfrente no estaba el Barcelona; estaba el Fuenlabrada. No era Euroliga; era Liga Endesa. No era el adversario histórico; era el penúltimo clasificado. En consecuencia el Real Madrid se tomó esta cita como una jornada de oficina. Hizo el trabajo necesario para sumar otro triunfo. El sexto consecutivo en 2015 en competición doméstica. El derbi apenas tuvo debate. El Real Madrid administró energías y mostró su voracidad y baloncesto alegre en momentos puntuales. No hubo más historia.

El Real Madrid arrancó como se debe empezar estos encuentros: marcando diferencias desde el primer segundo. Para empezar, el cuadro de Laso endosó un parcial de 7-0 y hasta casi pasados cinco minutos no permitió una canasta en juego del Fuenlabrada. Sergio Rodríguez gobernaba en la sala de máquinas: juego veloz. Pero careció de continuidad. Los errores de puntería -sólo seis canastas en juego en todo el cuarto- acabaron dando oxigeno al Fuenlabrada. Se cerró el cuarto con un 23-17. También porque el Fuenlabrada templó sus nervios. O más bien se aferró a su hombre franquicia. Es decir, a su experto anotador y experimentado Panko.

La dependencia siempre suele ser un problema. Ésta vez no era el más grave. Interiormente, el Fuenlabrada era muy blando. El Real Madrid empezó a sentirse cómodo y más aún cuando apareció en escena otro jugador que domina eso de dar velocidad al juego. Llull dibujó el primer estirón del Real Madrid: 40-29. La otra razón estaba en Panko. Tuvo que tomarse un respiro en el banquillo. El Fuenlabrada no encontró recambio fiable. Se le iba el encuentro cuando se encontró con un Real Madrid en desaceleración. El aro volvió a encogerse para desesperación de Laso. Con un 44-37 se alcanzó el descanso.

Había encuentro. O no. Porque rápidamente el Real Madrid se encargó de dar su segundo estirón; éste ya de forma definitiva. Nuevamente, Sergio Rodríguez tomó el mando y repartió unas cuantas dosis de juego veloz y alegre. Nuevamente, Rudy, Reyes y Ayón anotaron con comodidad. Consecuencia: 16-10 de comienzo. A diferencia del primer ataque, éste sí tuvo consistencia. Hubo sustancia. El Real Madrid entró en combustión. Y se quemó el Fuenlabrada con un tercer acto muy pobre en ataque (13 puntos) y más blando en defensa (21 puntos recibió). A sumar esas 15 pérdidas de balón. Las estadísticas no hacían más que confirmar que el Real Madrid había dejado, por un momento, su estado de oficinista para ponerse el traje del buen baloncesto. Se cerró el encuentro.

Regreso de Hugo López
Los diez minutos restantes (65-50, comenzó el cuarto final) fue un tiempo de baloncesto libre, de quitarse los corsés de las tácticas y de tratar de dejar unos buenos números y sensaciones (caso de Bertt en el Fuenlabrada o de Campazzo en el Real Madrid) para el recuerdo estadístico y anímico. No será un encuentro para la historia. Pero sirvió para comprobar que la afición recuerda con cariño a Hugo López. El actual técnico del Fuenlabrada fue el ayudante de Laso hasta el pasado verano. Volvió a casa y recibió un buen trato. No era para menos. Contribuyó a conquistar cinco trofeos. Quizá por eso no hubo ensañamiento. Porque Hugo López tiene tarea por delante si quiere conseguir salvar al Fuenlabrada.

Triunfo de oficina para el Real Madrid (86-69)

La velocidad de Sergio Rodríguez y Llull marcan un insustancial derbi ante el Fuenlabrada, con el que regresó Hugo López, el que fuera ayudante de Laso.
Rafael Merino
domingo, 8 de febrero de 2015, 20:45 h (CET)
Ficha técnica
86- Real Madrid: Sergio Rodríguez (12), Rivers (2), Rudy Fernández (7), Ayón (6) y Reyes (9) -quinteto titular- Llull (8), Bourousis (8), Carroll (6), Maciulis (3), Nocioni (9), Mejri (9) y Campazzo (7).
69 – Montakit Fuenlabrada Díaz (3), Miso (5), Panko (18), Clark (5) y Akindele (8) -quinteto inicial- Pérez (2), Rodríguez (-), Vega (6), Diagnè (2), Smits (-) y Bertt (20).br> Parciales: 23-17, 21-20, 21-13 y 21-19.
Árbitros: Arteaga, Oyón y Rial.
Incidencias: Vigésima jornada correspondiente a la fase regular de Liga Endesa, disputado en el Palacio de los Deportes (Madrid) ante 7.062 espectadores.
El éxtasis se transformó en sosiego. Enfrente no estaba el Barcelona; estaba el Fuenlabrada. No era Euroliga; era Liga Endesa. No era el adversario histórico; era el penúltimo clasificado. En consecuencia el Real Madrid se tomó esta cita como una jornada de oficina. Hizo el trabajo necesario para sumar otro triunfo. El sexto consecutivo en 2015 en competición doméstica. El derbi apenas tuvo debate. El Real Madrid administró energías y mostró su voracidad y baloncesto alegre en momentos puntuales. No hubo más historia.

El Real Madrid arrancó como se debe empezar estos encuentros: marcando diferencias desde el primer segundo. Para empezar, el cuadro de Laso endosó un parcial de 7-0 y hasta casi pasados cinco minutos no permitió una canasta en juego del Fuenlabrada. Sergio Rodríguez gobernaba en la sala de máquinas: juego veloz. Pero careció de continuidad. Los errores de puntería -sólo seis canastas en juego en todo el cuarto- acabaron dando oxigeno al Fuenlabrada. Se cerró el cuarto con un 23-17. También porque el Fuenlabrada templó sus nervios. O más bien se aferró a su hombre franquicia. Es decir, a su experto anotador y experimentado Panko.

La dependencia siempre suele ser un problema. Ésta vez no era el más grave. Interiormente, el Fuenlabrada era muy blando. El Real Madrid empezó a sentirse cómodo y más aún cuando apareció en escena otro jugador que domina eso de dar velocidad al juego. Llull dibujó el primer estirón del Real Madrid: 40-29. La otra razón estaba en Panko. Tuvo que tomarse un respiro en el banquillo. El Fuenlabrada no encontró recambio fiable. Se le iba el encuentro cuando se encontró con un Real Madrid en desaceleración. El aro volvió a encogerse para desesperación de Laso. Con un 44-37 se alcanzó el descanso.

Había encuentro. O no. Porque rápidamente el Real Madrid se encargó de dar su segundo estirón; éste ya de forma definitiva. Nuevamente, Sergio Rodríguez tomó el mando y repartió unas cuantas dosis de juego veloz y alegre. Nuevamente, Rudy, Reyes y Ayón anotaron con comodidad. Consecuencia: 16-10 de comienzo. A diferencia del primer ataque, éste sí tuvo consistencia. Hubo sustancia. El Real Madrid entró en combustión. Y se quemó el Fuenlabrada con un tercer acto muy pobre en ataque (13 puntos) y más blando en defensa (21 puntos recibió). A sumar esas 15 pérdidas de balón. Las estadísticas no hacían más que confirmar que el Real Madrid había dejado, por un momento, su estado de oficinista para ponerse el traje del buen baloncesto. Se cerró el encuentro.

Regreso de Hugo López
Los diez minutos restantes (65-50, comenzó el cuarto final) fue un tiempo de baloncesto libre, de quitarse los corsés de las tácticas y de tratar de dejar unos buenos números y sensaciones (caso de Bertt en el Fuenlabrada o de Campazzo en el Real Madrid) para el recuerdo estadístico y anímico. No será un encuentro para la historia. Pero sirvió para comprobar que la afición recuerda con cariño a Hugo López. El actual técnico del Fuenlabrada fue el ayudante de Laso hasta el pasado verano. Volvió a casa y recibió un buen trato. No era para menos. Contribuyó a conquistar cinco trofeos. Quizá por eso no hubo ensañamiento. Porque Hugo López tiene tarea por delante si quiere conseguir salvar al Fuenlabrada.

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