Siguiendo la frase de Robert Louis debemos de plantearnos objetivos futuros
en nuestra vidas y tener metas, ello nos genera bienestar y por lo tanto, nos
hace felices, por esa razón cabría hacernos la siguiente pregunta: ¿por qué el
perseguir objetivos es tan importante?
Para ello debemos entender que de los objetivos generamos nuestras metas,
nuestros logros, nuestros sueños, nuestras ilusiones, nuestro optimismo,
incluso la actitud con la vida y siguiendo el modelos PERMA de Martin
Seligman serían los logros un constructo que por si mismo es capaz de explicar
nuestro bienestar.
Vivir sin sueños reduce los índices de felicidad, y sin embargo, la rutina y la
costumbre nos hacen vivir sin ellos. Por esa razón es importante perseguir
nuestros objetivos, ya que de esa manera tomas el control sobre nuestras
vidas. De la misma manera el tener objetivos y sueños aumentan nuestra
autoestima y nos hacer sentirnos confiados y eficaces.
De la misma manera, el tener una meta definida nos brinda la posibilidad de
generar emociones positivas, que nos permiten tener el ánimo alto, no solo
porque aumenta nuestra felicidad sino porque generan altos índices de
motivación, en definitiva, los objetivos son la chispa que nos hace caminar
cada día.
Llegados a este punto, cabría mencionar que otra de las razones para tener
objetivos e intentar conseguirlos nos ayuda a estructurar mejor nuestra vida,
nos plantea responsabilidad, nos hace planificarnos para llevar a cabo las
acciones, haciendo que nos encaminemos hacia buen puerto. Además, nos
exige que aumentemos nuestras relaciones con los demás, amigos, profesores,
colegas, socios, etc. Y estas relaciones inducen felicidad por si solas, ya que
generamos nuevos grupos sociales a los que pertenecemos, y conseguimos
más soporte social a la hora de afrontar problemas personales.
Ahora, y siguiendo con nuestra reflexión podríamos preguntarnos:
¿qué tipos de objetivos nos marcamos en nuestras vidas?
Principalmente nos centraremos en conseguir objetivos propios, intrínsecos
que nos motiven realmente, que nos apasionen y nos resulten satisfactorios a
la hora de esforzarnos en conseguir una meta. Sin embargo, los objetivos
externos, es decir, los que motivan a los otros, no nos proporcionan el mismo
índice de felicidad. Ya que principalmente se apoyan en cubrir las necesidades
de los otros, y no las nuestras, lo que hace que salvo que queramos potenciar
el altruismo, no nos ayuda a proyectarnos en el futuro.
Para que tus objetivos sean tuyos, tienes que elegir los que sean adecuados
para ti, a tu personalidad, por ejemplo, si eres una persona extrovertida
plantéate estar con gente, potenciar tus relaciones, y no te plantees un objetivo
extrínseco como poseer dinero, ya que en un primer momento generará en ti
emociones positivas como el placer pero no será estable. Sin embargo, el estar
rodeados de personas si te hará feliz siempre, incluso cuando las penurias
económicas puedan aparecer.
Pero además, te recomiendo que tus objetivos sean complementarios con los
de las personas que te importan, por ejemplo tu pareja, imaginemos que tu
deseas sacar a flote tu empresa y tu pareja le gusta la filantropía, existe un
desajuste entre las metas de ambos, ya que tú te centrarás en sacar adelante
tu empresa pero irás en contra de los objetivos de tu pareja. Con lo cual
generará dificultades y emociones negativas.
También tenemos que saber que esos objetivos deben de ser flexibles y
adecuados, pues a nuestra forma de pensar en cada momento, o a nuestra
edad por ejemplo, no debemos plantearnos un objetivo de escalar el Everest
con 80 años pues no tiene mucho sentido y el no conseguirlo nos generará
frustración, cualquier meta que nosotros verdaderamente deseemos será
positiva para nosotros si realmente la deseamos y nos generará la misma
felicidad que escalar el Everest.
Para terminar, debemos de tener claro que lo importante es que nuestros
objetivos sean propios, TUYOS, no los de otros. Muchas veces hipotecamos
nuestros objetivos por los de nuestros compañeros de trabajo por ejemplo,
junto con esto, también debes de dedicarte a ellos con pasión, ya que cada
objetivo a conseguir tiene unos costos, y esos costos serán duros si no nos
dedicamos a ellos con pasión, lo importante es tener sueños de que vamos a
conseguir ese objetivo, que es posible, para poder así motivarnos y seguir
intentándolo aunque a veces pensemos que estamos tan lejos de él que es
imposible para nosotros. Y por último y no menos importante, sería conveniente
dividir nuestro gran objetivos en pequeñas metas a ir consiguiendo poco a poco
a lo largo del proceso que nos hayamos trazado, ya que cada vez que
consigamos un mini-objetivo, tendremos una recompensa en forma de
emociones positiva que nos aumentará la motivación para seguir luchando por
nuestro objetivo final.