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Óscar A. Matías

Nueva vida en Second Life

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“Es algo increíble…”. Y no me lo comentaba un niño precisamente. Adulto, casado y con dos hijos. Al igual que otros, ya tiene su Second Life. Uno más entre los millones de personas que forman parte de esta comunidad virtual. Todo ufano me explicaba las maravillas del juego que acababa de descubrir recientemente. Quién lo oyera, si tuviera dos dedos de frente, no podría contener una sonrisa. Como un niño estrenando sus botas de fútbol en un primer partido. ¿A tu edad?, le contesté. No vean el cabreo que cogió, tratándome de ignorante para arriba. Fue entonces cuando comprendí lo que ya había leído sobre Second Life, que no es sólo un juego, es algo mucho más.

Creado por Linden Lab y fundado por Philip Rosedale este juego ha conseguido originar toda una revolución. ¿De dónde cogieron la idea? Su inspiración proviene de la novela “Snow Crash”, publicada a principios de los años 90 y escrita por Neal Stephenson. En ella se recrea un mundo de simulaciones en el ciberespacio, en donde se confunden los buenos y los malos, y las propias consecuencias derivadas de sus actuaciones. Por otra parte, unas dosis del movimiento literario Cyberpunk no han faltado en esta creación. Éste es un subgénero de la literatura de ciencia ficción, que es conocido por su enfoque de alta tecnología y bajo nivel de vida. Los personajes del cyberpunk son seres marginados, alejados, solitarios, que viven desentendiéndose de la sociedad, donde la vida diaria es impactada por el rápido cambio tecnológico (Lawrence Person). Con un panorama semejante, el morbo está asegurado; y como un caramelo en boca de un niño no es tan fácil negarse a esta seducción. ¿Será por ello que ya son millones los que se han dejado imbuir?

Second Life se ha convertido en la máquina que convierte en realidad los sueños, y materializa las aspiraciones imposibles de alcanzar. Feos convertidos en playboy, menesterosos que no saben qué hacer con su dinero, debiluchos trocados en seres fornidos, apocados con un alto grado de sociabilidad. ¡Y todo a un bajo coste y sin esfuerzo alguno! En definitiva, el engaño encubierto bajo una densa cortina de humo.

En esta encrucijada, aprovechando la cercanía de un público fácil y accesible, ya han entrado a formar parte desde grandes empresas a políticos aspirantes a gobernar. La publicidad les sale gratis. Allí no encontrarán oposición a sus discursos, más o menos llenos de veracidad, porque aquellos a quiénes no les interese no les rebatirán, les ignorarán y punto.

Pero Second Life también es terreno pantanoso. Su lado oscuro empieza a descubrirse y su reputación ha quedado en vilo. Nick Shader, del programa de noticias Report Mainz, ha revelado casos de pederastia, fraude y lavado de dinero entre los usuarios. Las investigaciones no se han hecho esperar. El escándalo está servido.

¿Podría una vida virtual sustituir a la vida real? Sin duda alguna el juego ha conseguido verdaderos adeptos que le dedican muchísimas horas. Al igual que los problemas que podrían derivarse de los que hacen un uso abusivo del chat, internet u otro tipo de diversiones, también se encuentran en Second Life. La diferencia está en que en él uno juega a vivir. Por ello, este mayor realismo, puede embelesar a gente que antes no se sentía atraída con lo que había hasta ahora.

Second Life puede satisfacer aspiraciones puramente imaginarias, pero nunca podrá sustituir aquellas que son de tipo físico, y a la vez tan necesarias en toda vida humana: la proximidad real no existe, tus amigos no están a tu lado y no hay ni rastro de interacción humana.

Un alter ego enmascarado en Second Life. Puede resultar divertido, pero por muy difícil que sea la cruda realidad, más vale mantenerse despierto sabiendo lo que uno lleva entre sus manos, dedicando sus energías en sacar adelante los hitos propios del día a día. ¡Esto sí que es vida!

Nueva vida en Second Life

Óscar A. Matías
Óscar A. Matías
martes, 22 de mayo de 2007, 22:14 h (CET)
“Es algo increíble…”. Y no me lo comentaba un niño precisamente. Adulto, casado y con dos hijos. Al igual que otros, ya tiene su Second Life. Uno más entre los millones de personas que forman parte de esta comunidad virtual. Todo ufano me explicaba las maravillas del juego que acababa de descubrir recientemente. Quién lo oyera, si tuviera dos dedos de frente, no podría contener una sonrisa. Como un niño estrenando sus botas de fútbol en un primer partido. ¿A tu edad?, le contesté. No vean el cabreo que cogió, tratándome de ignorante para arriba. Fue entonces cuando comprendí lo que ya había leído sobre Second Life, que no es sólo un juego, es algo mucho más.

Creado por Linden Lab y fundado por Philip Rosedale este juego ha conseguido originar toda una revolución. ¿De dónde cogieron la idea? Su inspiración proviene de la novela “Snow Crash”, publicada a principios de los años 90 y escrita por Neal Stephenson. En ella se recrea un mundo de simulaciones en el ciberespacio, en donde se confunden los buenos y los malos, y las propias consecuencias derivadas de sus actuaciones. Por otra parte, unas dosis del movimiento literario Cyberpunk no han faltado en esta creación. Éste es un subgénero de la literatura de ciencia ficción, que es conocido por su enfoque de alta tecnología y bajo nivel de vida. Los personajes del cyberpunk son seres marginados, alejados, solitarios, que viven desentendiéndose de la sociedad, donde la vida diaria es impactada por el rápido cambio tecnológico (Lawrence Person). Con un panorama semejante, el morbo está asegurado; y como un caramelo en boca de un niño no es tan fácil negarse a esta seducción. ¿Será por ello que ya son millones los que se han dejado imbuir?

Second Life se ha convertido en la máquina que convierte en realidad los sueños, y materializa las aspiraciones imposibles de alcanzar. Feos convertidos en playboy, menesterosos que no saben qué hacer con su dinero, debiluchos trocados en seres fornidos, apocados con un alto grado de sociabilidad. ¡Y todo a un bajo coste y sin esfuerzo alguno! En definitiva, el engaño encubierto bajo una densa cortina de humo.

En esta encrucijada, aprovechando la cercanía de un público fácil y accesible, ya han entrado a formar parte desde grandes empresas a políticos aspirantes a gobernar. La publicidad les sale gratis. Allí no encontrarán oposición a sus discursos, más o menos llenos de veracidad, porque aquellos a quiénes no les interese no les rebatirán, les ignorarán y punto.

Pero Second Life también es terreno pantanoso. Su lado oscuro empieza a descubrirse y su reputación ha quedado en vilo. Nick Shader, del programa de noticias Report Mainz, ha revelado casos de pederastia, fraude y lavado de dinero entre los usuarios. Las investigaciones no se han hecho esperar. El escándalo está servido.

¿Podría una vida virtual sustituir a la vida real? Sin duda alguna el juego ha conseguido verdaderos adeptos que le dedican muchísimas horas. Al igual que los problemas que podrían derivarse de los que hacen un uso abusivo del chat, internet u otro tipo de diversiones, también se encuentran en Second Life. La diferencia está en que en él uno juega a vivir. Por ello, este mayor realismo, puede embelesar a gente que antes no se sentía atraída con lo que había hasta ahora.

Second Life puede satisfacer aspiraciones puramente imaginarias, pero nunca podrá sustituir aquellas que son de tipo físico, y a la vez tan necesarias en toda vida humana: la proximidad real no existe, tus amigos no están a tu lado y no hay ni rastro de interacción humana.

Un alter ego enmascarado en Second Life. Puede resultar divertido, pero por muy difícil que sea la cruda realidad, más vale mantenerse despierto sabiendo lo que uno lleva entre sus manos, dedicando sus energías en sacar adelante los hitos propios del día a día. ¡Esto sí que es vida!

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