Esta semana se ha producido un hecho sin precedentes en la historia del fútbol español: que prácticamente la totalidad de las cartulinas amarillas mostradas no acarrean sanción alguna, es decir, es como si no hubieran existido.

Esto se ha producido porque los árbitros españoles han cambiado la redacción de las actas al final de cada partido, y en lugar de seguir el procedimiento habitual para detallar las amonestaciones ("zancadillear a un contrario", "juego brusco", "pérdida de tiempo", etc.) las han unificado bajo el epígrafe "conducta antideportiva", tal y como se hace en los partidos de competiciones europeas y en buena parte de las Ligas del continente. Quedan excluidas de esta definición las protestas y las agresiones.

¿Por qué se ha llegado a esto? Pues porque los árbitros se han cansado de que las amonestaciones que ellos han mostrado en el campo basándose en sus apreciaciones en el mismo instante en que ocurrieron los hechos sean eliminadas por los respectivos comités federativos. En este caso, la gota que colmó el vaso fue la amarilla a Beckham en San Mamés por supuesta pérdida de tiempo que le fue retirada permitiéndole jugar frente al Sevilla.

Es decir, estamos frente a una huelga "a la japonesa" no declarada. Es decir, que a costa de defender sus derechos los árbitros están manipulando la competición, ya que hay jugadores que cumplirían ciclo esta jornada cuyos clubes no pensaban recurrir ni por asomo porque eran jugadas claramente merecedoras de tarjeta, y sin embargo van a jugar. ¿Y si alguno marca un gol, qué pasa?

Y además otro problema: supongamos que el conflicto se arregla esta semana. ¿Puede algún club que juegue la siguiente jornada contra otro equipo que tenga algún jugador que debiera cumplir sanción en esta jornada solicitarle al Comité de Competición que la cumpla en esa segunda jornada? ¿Cómo puede afectar esto a la competición?

Demasiadas preguntas sin respuesta. Ha comenzado la "rebelión de las actas". ¿En qué acabará? Me temo que en nada bueno.