No sé si habrán enterado, porque lo cierto es que la información, dada la trascendencia e incidencia en el conjunto de la sociedad, no creo que haya sido lo suficientemente notificada a través de los medios, como si no fuese una noticia para ocupar una portada. Sepan ustedes que el Gobierno está estudiando, seriamente, incluso está preparando una ley que le permita hacerlo, jugarse en bolsa el Fondo de Reserva de la Seguridad Social. Quizás esto sea un poco exagerado, pero, en ocasiones, hay que elevar el globo más de lo necesario para que luego, cuando se amolde, mantenga la altura idónea. Resulta que, en la actualidad, sólo puede invertirse este jugoso fondo en deuda pública. Ahora se pretende que el 30% de este patrimonio nacional, que pasará a estar en manos externas por concurso público, pueda destinarse a la bolsa para así incrementar su rentabilidad desde el poco más de 4% actual al 26% de media en la Bolsa.
Las vacas gordas presentes promulgadas por algunos pueden convertirse, con toda facilidad, en las vacas flacas del futuro más o menos cercano. Dado que este fondo nace de las contribuciones de todos nosotros, creo que la voz ciudadana también debería escucharse en este caso, para variar de vez en cuando. Sólo deseo que el tobogán bursátil no contribuya a que las aportaciones ciudadanas se dilapiden en parte con el paso del tiempo, porque, luego, como suele ocurrir en muchas otras estafas y pérdidas patrimoniales, resulta que ningún responsable tiene la culpa. Podemos añadir en la misma coctelera eso de que más vale pájaro en mano que ciento volando y lo de que ganado está con el sudor de la frente.
Hablando de trabajo… hemos celebrado el puente del 1º de Mayo, algo que pasa a ser más noticia que la propia conmemoración y, al tiempo, reivindicación de un derecho cada vez más difuminado. Y, poco antes, casi como una metáfora, entendible cada uno desde su punto de vista, nació la segunda hija del Príncipe Felipe y la Princesa Doña Letizia, la Infanta Sofía, una niña a la que, dentro de poco, no sé si veremos en la nueva y más que discutible iniciativa de uno de los programas rosa por excelencia, la de involucrar a los niños desde pequeños en esta feria de las vanidades que es el mercadeo del corazón. Del sonajero al ábaco en pos del bienestar.