La jueza decidió sobreseer el extraño proceder el PP de Melilla sobre el voto por correo. No habrá apreciado indicios suficientes sobre una posible comisión de delito. En Castellón ocurre algo más grave, y de verdad, que yo no deseo que el juez “emplume” a nadie. Pero lo que sí quiero, y exijo como ciudadano y demócrata, es que o bien el INE, o los jueces, o la Junta Electoral, repongan a la mayor brevedad la normalidad democrática, impidiendo que voten en las próximas elecciones aquellos ciudadanos que han sido empadronados de forma sospechosa.

Y es que en al menos diez pueblos de la provincia ha engordado de forma milagrosa el censo electoral. Y milagrosamente también, los repentinos empadronados han declarado como propio el domicilio de alcaldes del PP, familiares de estos, o amigos.

Según leí en la prensa, un ex compañero de trabajo con el que compartí profesión durante unos años, ha empadronado en su casa de Cabanes a cuatro personas de fuera del pueblo. Curiosamente, mantiene una cercana relación de parentesco con el alcalde.

La oposición dice que en el fondo de todas estas irregularidades está el temor de Carlos Fabra a perder la Diputación de Castellón.

Por cierto, en Castellón, con los Fabra, pasan cosas muy extrañas. El alcalde y candidato del PP a la Alcaldía de la capital, Alberto Fabra, parece haber renunciado a su apellido paterno. De repente ha borrado el vocablo Fabra de toda la cartelería y de su página web, para pasar a autodenominarse como Alberto Alcalde. Alcalde, parece ser su nuevo apellido.