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Grado y máster del ministro Wert

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No se han evaluado los grados implantados en 2007 (Plan Bolonia) en las universidades españolas y el ministro Wert ha vuelto a meterse en otro charco. Ayer un afiliado y comprometido con el Partido Popular nos decía sobre José Ignacio Wert: “este tío no sé si es tonto o la fuma, pero cada vez que se acerca algún acontecimiento importante echa gasolina al fuego”. Lo de ser tonto o fumarla no sé si es cierto, pero en lo de echar gasolina al fuego estoy totalmente de acuerdo.

Hasta el Sindicato de Estudiantes (SE), que suele ser el más desconcertado del ámbito sindical español, ha dado esta vez en el clavo al decir que la reforma universitaria de José Ignacio Wert “supondrá la elitización de la Educación. No es de recibo la pretensión ministerial al querer dar a los grados carácter ‘básico’ y ‘generalista’, lo que significa que quienes se queden con el grado, sin optar a un máster, no podrán optar a trabajos cualificados: viene esto a decir que muchos graduados se despedirán de la alta cualificación y de muchas posibilidades laborales.

La nueva reforma universitaria encarecerá considerablemente la matrícula de la universidad. Si ahora el grado son cuatro años y el máster uno, cuando el máster sea de dos años la matrícula será más cara por lógica, tiempo y contenidos. Y es que -- según leo en notas para la aludida reforma-- para alcanzar esa cualificación ‘especializada’, va a ser necesario cursar un máster de dos años. Evidentemente, el coste será mayor, incluso podrá duplicarse.

¡Qué ganas de echar leña al fuego, si ni siquiera se ha evaluado lo que tenemos! Ha costado mucho esfuerzo y muchos sacrificios que todos nuestros jóvenes tengan posibilidades de acceder a la universidad, salvando una importante barrera de años y años donde solo tenía posibilidades una élite.

Hoy en España, la universidad es una conquista universal y existen medios suficientes de carácter público para que nadie vea truncada su aspiración de cursar estudios universitarios. No puede ser que un lamentable ministro de educación se dedique a poner palos en las ruedas, en vez de facilitar caminos y allanar dificultades.

Por esta vez me quito el sombrero ante el sindicato de estudiantes, porque ha sabido estar a la altura de las circunstancias, sin estridencias ni algaradas ni quema de contenedores ni cartelería embadurnando las paredes de institutos e instituciones públicas. Estoy de acuerdo en que José Ignacio Wert se tiene que marchar y Rajoy debe paralizar esta estupidez de reforma que tanto puede dañar a jóvenes y trabajadores.

Desde mi punto de vista, antes de llevar a cabo esa reforma, deben evaluarse los grados implantados. La comunidad universitaria y la sociedad debe saber qué es lo que se está haciendo en la universidad con los grados y qué perspectivas tiene el Plan Bolonia, porque nadie está conforme con el desarrollo del mismo; hasta el profesorado jura en ‘arameo’ contra la planificación y la implantación del Plan; algo falla y por eso procede realizar una evaluación interna seria. Y si es preciso un debate serio e intenso, tanto desde la perspectiva social como desde la política y la económica.

En la Conferencia de Rectores de Universidades Españolas (CRUE) también se ve con preocupación la intención ministerial. Esta reforma no es necesaria ahora, y mucho menos procedente. Hasta de “imprudente” ha sido adjetivado el afán de reformar el sistema de titulaciones universitarias. Por si alguien lo duda, hace apenas un año que han terminados los primeros ‘bolonios’, y aún quedan estudiantes de planes anteriores en la mayoría de las universidades. ¿Pero qué modelo de chapuza es la que quiere implantar el MEC? ¿Hacia dónde va? ¿Y todo por igualar a Alemania? ¡Ya está bien de insensateces! A veces da la impresión de que algunos ministros solo buscan el afán de figurar. Por lo visto, se trata de que hablen de uno, aunque sea mal.

No tengo dudas respecto a que toda medida que genere caos hay que apartarla. Ese caos podría extenderse, incluso, hasta el reconocimiento de títulos universitarios, lo que ya sería el colmo. Cualquiera diría que José Ignacio Wert estaba en éxtasis cuando se le ocurrió lo de la reforma universitaria, pues no puedo entenderlo de otra manera. Ya se sabe que el hombre únicamente está en éxtasis cuando reza y cuando se afeita.

Grado y máster del ministro Wert

Jesús  Salamanca
sábado, 31 de enero de 2015, 00:28 h (CET)
No se han evaluado los grados implantados en 2007 (Plan Bolonia) en las universidades españolas y el ministro Wert ha vuelto a meterse en otro charco. Ayer un afiliado y comprometido con el Partido Popular nos decía sobre José Ignacio Wert: “este tío no sé si es tonto o la fuma, pero cada vez que se acerca algún acontecimiento importante echa gasolina al fuego”. Lo de ser tonto o fumarla no sé si es cierto, pero en lo de echar gasolina al fuego estoy totalmente de acuerdo.

Hasta el Sindicato de Estudiantes (SE), que suele ser el más desconcertado del ámbito sindical español, ha dado esta vez en el clavo al decir que la reforma universitaria de José Ignacio Wert “supondrá la elitización de la Educación. No es de recibo la pretensión ministerial al querer dar a los grados carácter ‘básico’ y ‘generalista’, lo que significa que quienes se queden con el grado, sin optar a un máster, no podrán optar a trabajos cualificados: viene esto a decir que muchos graduados se despedirán de la alta cualificación y de muchas posibilidades laborales.

La nueva reforma universitaria encarecerá considerablemente la matrícula de la universidad. Si ahora el grado son cuatro años y el máster uno, cuando el máster sea de dos años la matrícula será más cara por lógica, tiempo y contenidos. Y es que -- según leo en notas para la aludida reforma-- para alcanzar esa cualificación ‘especializada’, va a ser necesario cursar un máster de dos años. Evidentemente, el coste será mayor, incluso podrá duplicarse.

¡Qué ganas de echar leña al fuego, si ni siquiera se ha evaluado lo que tenemos! Ha costado mucho esfuerzo y muchos sacrificios que todos nuestros jóvenes tengan posibilidades de acceder a la universidad, salvando una importante barrera de años y años donde solo tenía posibilidades una élite.

Hoy en España, la universidad es una conquista universal y existen medios suficientes de carácter público para que nadie vea truncada su aspiración de cursar estudios universitarios. No puede ser que un lamentable ministro de educación se dedique a poner palos en las ruedas, en vez de facilitar caminos y allanar dificultades.

Por esta vez me quito el sombrero ante el sindicato de estudiantes, porque ha sabido estar a la altura de las circunstancias, sin estridencias ni algaradas ni quema de contenedores ni cartelería embadurnando las paredes de institutos e instituciones públicas. Estoy de acuerdo en que José Ignacio Wert se tiene que marchar y Rajoy debe paralizar esta estupidez de reforma que tanto puede dañar a jóvenes y trabajadores.

Desde mi punto de vista, antes de llevar a cabo esa reforma, deben evaluarse los grados implantados. La comunidad universitaria y la sociedad debe saber qué es lo que se está haciendo en la universidad con los grados y qué perspectivas tiene el Plan Bolonia, porque nadie está conforme con el desarrollo del mismo; hasta el profesorado jura en ‘arameo’ contra la planificación y la implantación del Plan; algo falla y por eso procede realizar una evaluación interna seria. Y si es preciso un debate serio e intenso, tanto desde la perspectiva social como desde la política y la económica.

En la Conferencia de Rectores de Universidades Españolas (CRUE) también se ve con preocupación la intención ministerial. Esta reforma no es necesaria ahora, y mucho menos procedente. Hasta de “imprudente” ha sido adjetivado el afán de reformar el sistema de titulaciones universitarias. Por si alguien lo duda, hace apenas un año que han terminados los primeros ‘bolonios’, y aún quedan estudiantes de planes anteriores en la mayoría de las universidades. ¿Pero qué modelo de chapuza es la que quiere implantar el MEC? ¿Hacia dónde va? ¿Y todo por igualar a Alemania? ¡Ya está bien de insensateces! A veces da la impresión de que algunos ministros solo buscan el afán de figurar. Por lo visto, se trata de que hablen de uno, aunque sea mal.

No tengo dudas respecto a que toda medida que genere caos hay que apartarla. Ese caos podría extenderse, incluso, hasta el reconocimiento de títulos universitarios, lo que ya sería el colmo. Cualquiera diría que José Ignacio Wert estaba en éxtasis cuando se le ocurrió lo de la reforma universitaria, pues no puedo entenderlo de otra manera. Ya se sabe que el hombre únicamente está en éxtasis cuando reza y cuando se afeita.

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