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Para un compromiso firme y duradero en el servicio a los demás, es preciso establecer objetivos realistas y límites en nuestra actividad voluntaria. No es “cuanto más, mejor; sino cuanto mejor, más”.
Así como la intensidad de una amistad no se mide por el tiempo que se pasa con el amigo, la intensidad y la calidad del voluntariado social no se pueden medir por la cantidad de horas invertidas a lo largo de la semana.
Invertir más tiempo del recomendable supone un riesgo de saturación, sobre todo cuando el voluntario acaba de comenzar su labor. Con frecuencia, este exceso impide encajar el voluntariado entre las ocupaciones habituales. Por eso, es más importante establecer compromisos realistas que permitan la dedicación total del voluntario durante sus horas de servicio.
A veces, hay miembros de nuestra familia o de nuestro entorno que no están de acuerdo con nuestra labor, o simplemente les resulta indiferente. En estos casos, conviene no llevar las cuestiones del voluntariado a estos entornos y canalizar la relación voluntario-usuario a través de la organización, sin dar datos personales.
Si el voluntario diera su teléfono o su dirección o llevase al beneficiario de su servicio a su casa podría suponer ciertos riesgos. Sobre todo, se arriesga a prolongar los problemas hasta el domicilio.
Muchas veces, las personas atendidas o acompañadas en servicios de voluntariado tienen serias carencias afectivas que pueden volcar en el voluntario. De esta manera, es frecuente que personas mayores atendidas por programas de acompañamiento a domicilio llamen al voluntario para todo. Incluso llegan a pedir colaboraciones como excusa para hablar un rato con alguien. Todo esto puede saturar al voluntario social.
Para garantizar la eficacia del servicio, el voluntario debe ver los problemas con perspectiva y saber que él es una pieza más en un proceso de reinserción o en la resolución de un problema. Algunos voluntarios confunden lo urgente con lo importante cuando piensan que una labor de reinserción social debe hacerse de manera inmediata en lugar de conducirla despacio y de manera sólida. Una persona sin hogar que lleva quince años en la calle no puede pasar de la noche a la mañana a vivir una situación de completa normalidad. La implicación intensa para conseguir resultados a corto plazo puede conducir a la decepción del voluntario o a renunciar a resultados más firmes, aunque a más largo plazo.
EH Bildu estaría integrada por militantes de Aralar, Alternativa, EA e Independientes, todos ellos fagocitados por la estrella-alfa Sortu, cuyo ideólogo sería el actual candidato a Lehendakari, Pello Otxandiano, quien decidió revisar la anterior estrategia de Bildu e incorporar a su bagaje político la llamada inteligencia maquiavélica.
El pasado martes mientras limpiaba uno de los patios de colegio que me toca dos veces a la semana, una niña intentaba proteger a una abeja que no podía volar cogiéndola con una hoja y la apartó para que nadie la pisara estando pendiente para ver si se podía recuperar a lo que se sumaron una compañera y un compañero. Gestos que demuestran más empatía que muchos adultos.
En la colosal vorágine de los tiempos modernos, nos encontramos enredados en un tejido de deseos y ansias desbocadas. Nos hemos convertido en una sociedad dominada por la avaricia, un apetito voraz que desemboca en la insaciabilidad. La hambruna crónica de la insatisfacción. Más y más por el mero más y más. Lejos queda la capacidad personal y colectiva de detenernos a pensar quiénes somos y echar la vista atrás para recapitular de dónde venimos.
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