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Eduardo Cassano

Practica el intercambio de idiomas

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¿Tienes previsto visitar Madrid en solitario? ¿Te gustaría aprovechar el viaje para conocer gente nueva? Si es así, toma nota de ‘Madrid Babel’, un grupo donde harás amigos de nacionalidades muy distintas y sin cruzar frontera alguna.

Cuando decidí pasar unos días en Madrid y sólo conocía a una amiga y un par de viejos conocidos, pensé que sería una buena ocasión para conocer gente nueva en la ciudad. Lo primero que hice fue buscar en algunas de las páginas de grupos y anuncios gratuitos. Pensé que si no tenía suerte y tratándose sólo de una semana, siempre podría recurrir al ‘Speed Dating’ y probar esta nueva fórmula americana para conocer gente de forma rápida que se está implantando en España.

Me apunté a tantos sitios que acabé conociendo más gente de la que podía abarcar. Está claro que en Madrid es muy sencillo hacer nuevos amigos y si además eres de otro lugar, generalmente, suelen tratarte muy bien. Incluso a un catalán castellanoparlante como yo. Pero de todas las personas que contactaron conmigo, de los grupos que me aceptaron sin más, quiero destacar ‘Madrid Babel’, por la diversidad de su gente (más de ochocientas personas apuntadas de veinte países diferentes), por el buen ambiente que se respira y también porque no existe ánimo de lucro: no se cobra entrada y el que sólo quiere tomarse unas cañas no tiene obligación de quedarse también a cenar.

Cada miércoles, se organizan los encuentros internacionales para intercambiar idiomas en el Café Madrid. Yo no pude asistir, pero casi todos los días hay alguna otra propuesta cultural publicada en su web: paseos por Madrid, cenas internacionales, excursiones y otros actos culturales. Para apuntarte al grupo basta con asistir directamente, o hacerlo a través de su página web. Para cualquier duda tienes a Fran, un consultor internacional que habla seis idiomas y organiza los encuentros desde hace siete años, con la ayuda de Susana, Rebecca y Dioni, que te facilitan la primera toma de contacto con el grupo.

Mi primera experiencia con ellos fue en viernes, después de la sesión de cine. Fui con una chica americana que conocí por mi cuenta en Madrid y la invité a ir juntos al bar donde estaba Fran y el resto de la gente. A los cinco minutos de entrar ya me habían presentado a varias personas, como Tomás (que vive a caballo entre Barcelona y Madrid) y Choukri (de Tánger), y cuando quise darme cuenta estaba en medio de una conversación acerca de madrileños y catalanes, y cambiando de bar con gente de diferentes lugares que apenas conocía. Y con el paso de las horas y de los locales, fuimos quedando menos personas para terminar la noche con el tradicional chocolate con churros.

La segunda y última vez que les ví, porque ya volvía a Barcelona, fue en domingo. Esta vez tocaba un aperitivo en La Latina, y al llegar a las dos de la tarde me advirtieron que los aperitivos del domingo solían alargarse mucho. ¡Vaya que si se alargó! Me dieron las once de la noche sin darme cuenta y casi pierdo el autobús de vuelta a casa.

GENTE DE TODOS LOS LUGARES
Esta vez fui con mi amiga Gloria, que no conocía el grupo y enseguida se apuntó a repetir la experiencia, aprovechando que ella vive en Madrid. Desde la hora de comer en que entramos a tomar las primeras cañas hasta que se hizo de noche, estuvimos degustando tapas y vinos mientras conocíamos a gente de diferentes lugares de España y de otros países.

A la primera persona que me presentaron ese día fue a Randolph, un neoyorquino instalado en Madrid, pero que estuvo un tiempo viviendo en Barcelona y me contó sus desafortunadas experiencias con el tema de la vivienda. Al girarme me encontré con Ana, coordinadora de una escuela de inglés y muy aficionada a viajar, que junto a mi amiga Gloria descubrimos algunas de las diferencias en las costumbres de los catalanes y los madrileños.

Más tarde llegó Humbe, una polifacética y atractiva vasca de lo más agradable, con la que comentamos la grata acogida que nos brindó la ciudad a ambos. A su lado estaba Niklas, un filólogo nacido en Tanzania, con quien conversé acerca de la famosa puntualidad alemana; o David, un informático español que se encarga de las salidas de senderismo que organiza el grupo. Hablé con más gente, pero es casi imposible recordar todos los nombres en una sola tarde.

Después me senté con gente que no conocía de nada, pero bastó con presentarme para comenzar una conversación. Hasta hablé, de algún modo, en inglés. Para los que no dominamos el idioma, participar en un intercambio de este calibre es toda una motivación para aprenderlo, y asistir a estas reuniones es una buena forma de practicarlo y perfeccionarlo, al mismo tiempo que te permite conocer a gente nueva y muy interesante.

Además, como es normal, se producen muchas situaciones divertidas e incluso sorprendentes. Yo tuve ocasión de aprender que, en Estados Unidos, es costumbre besar a una chica cuando ésta toca una copa con el cubierto reclamando la atención de todos para decir algo. Es lo que hizo Randolph para sorpresa de todos, aunque sigo sin estar muy convencido de que exista tal costumbre. Aún así, la chica se lo tomó muy bien y nos reímos un rato.

En definitiva, que quien esté solo en Madrid es porque quiere. Existe al menos un lugar donde las diferencias entre culturas no son un problema, sino algo interesante. Un lugar donde la persona se antepone al culto al cuerpo, donde no existen los prejuicios y no se juzga a nadie por su físico o color de piel. Un lugar que ofrece la gran oportunidad de conocer mundo sin viajar muy lejos.

La página web de Madrid Babel es: http://es.groups.yahoo.com/group/madridbabel/

Todos los miércoles a partir de las 21:30h en el Café Madrid
C/ Escalinata s/n – Metro Ópera

Practica el intercambio de idiomas

Eduardo Cassano
Eduardo Cassano
sábado, 31 de marzo de 2007, 22:00 h (CET)
¿Tienes previsto visitar Madrid en solitario? ¿Te gustaría aprovechar el viaje para conocer gente nueva? Si es así, toma nota de ‘Madrid Babel’, un grupo donde harás amigos de nacionalidades muy distintas y sin cruzar frontera alguna.

Cuando decidí pasar unos días en Madrid y sólo conocía a una amiga y un par de viejos conocidos, pensé que sería una buena ocasión para conocer gente nueva en la ciudad. Lo primero que hice fue buscar en algunas de las páginas de grupos y anuncios gratuitos. Pensé que si no tenía suerte y tratándose sólo de una semana, siempre podría recurrir al ‘Speed Dating’ y probar esta nueva fórmula americana para conocer gente de forma rápida que se está implantando en España.

Me apunté a tantos sitios que acabé conociendo más gente de la que podía abarcar. Está claro que en Madrid es muy sencillo hacer nuevos amigos y si además eres de otro lugar, generalmente, suelen tratarte muy bien. Incluso a un catalán castellanoparlante como yo. Pero de todas las personas que contactaron conmigo, de los grupos que me aceptaron sin más, quiero destacar ‘Madrid Babel’, por la diversidad de su gente (más de ochocientas personas apuntadas de veinte países diferentes), por el buen ambiente que se respira y también porque no existe ánimo de lucro: no se cobra entrada y el que sólo quiere tomarse unas cañas no tiene obligación de quedarse también a cenar.

Cada miércoles, se organizan los encuentros internacionales para intercambiar idiomas en el Café Madrid. Yo no pude asistir, pero casi todos los días hay alguna otra propuesta cultural publicada en su web: paseos por Madrid, cenas internacionales, excursiones y otros actos culturales. Para apuntarte al grupo basta con asistir directamente, o hacerlo a través de su página web. Para cualquier duda tienes a Fran, un consultor internacional que habla seis idiomas y organiza los encuentros desde hace siete años, con la ayuda de Susana, Rebecca y Dioni, que te facilitan la primera toma de contacto con el grupo.

Mi primera experiencia con ellos fue en viernes, después de la sesión de cine. Fui con una chica americana que conocí por mi cuenta en Madrid y la invité a ir juntos al bar donde estaba Fran y el resto de la gente. A los cinco minutos de entrar ya me habían presentado a varias personas, como Tomás (que vive a caballo entre Barcelona y Madrid) y Choukri (de Tánger), y cuando quise darme cuenta estaba en medio de una conversación acerca de madrileños y catalanes, y cambiando de bar con gente de diferentes lugares que apenas conocía. Y con el paso de las horas y de los locales, fuimos quedando menos personas para terminar la noche con el tradicional chocolate con churros.

La segunda y última vez que les ví, porque ya volvía a Barcelona, fue en domingo. Esta vez tocaba un aperitivo en La Latina, y al llegar a las dos de la tarde me advirtieron que los aperitivos del domingo solían alargarse mucho. ¡Vaya que si se alargó! Me dieron las once de la noche sin darme cuenta y casi pierdo el autobús de vuelta a casa.

GENTE DE TODOS LOS LUGARES
Esta vez fui con mi amiga Gloria, que no conocía el grupo y enseguida se apuntó a repetir la experiencia, aprovechando que ella vive en Madrid. Desde la hora de comer en que entramos a tomar las primeras cañas hasta que se hizo de noche, estuvimos degustando tapas y vinos mientras conocíamos a gente de diferentes lugares de España y de otros países.

A la primera persona que me presentaron ese día fue a Randolph, un neoyorquino instalado en Madrid, pero que estuvo un tiempo viviendo en Barcelona y me contó sus desafortunadas experiencias con el tema de la vivienda. Al girarme me encontré con Ana, coordinadora de una escuela de inglés y muy aficionada a viajar, que junto a mi amiga Gloria descubrimos algunas de las diferencias en las costumbres de los catalanes y los madrileños.

Más tarde llegó Humbe, una polifacética y atractiva vasca de lo más agradable, con la que comentamos la grata acogida que nos brindó la ciudad a ambos. A su lado estaba Niklas, un filólogo nacido en Tanzania, con quien conversé acerca de la famosa puntualidad alemana; o David, un informático español que se encarga de las salidas de senderismo que organiza el grupo. Hablé con más gente, pero es casi imposible recordar todos los nombres en una sola tarde.

Después me senté con gente que no conocía de nada, pero bastó con presentarme para comenzar una conversación. Hasta hablé, de algún modo, en inglés. Para los que no dominamos el idioma, participar en un intercambio de este calibre es toda una motivación para aprenderlo, y asistir a estas reuniones es una buena forma de practicarlo y perfeccionarlo, al mismo tiempo que te permite conocer a gente nueva y muy interesante.

Además, como es normal, se producen muchas situaciones divertidas e incluso sorprendentes. Yo tuve ocasión de aprender que, en Estados Unidos, es costumbre besar a una chica cuando ésta toca una copa con el cubierto reclamando la atención de todos para decir algo. Es lo que hizo Randolph para sorpresa de todos, aunque sigo sin estar muy convencido de que exista tal costumbre. Aún así, la chica se lo tomó muy bien y nos reímos un rato.

En definitiva, que quien esté solo en Madrid es porque quiere. Existe al menos un lugar donde las diferencias entre culturas no son un problema, sino algo interesante. Un lugar donde la persona se antepone al culto al cuerpo, donde no existen los prejuicios y no se juzga a nadie por su físico o color de piel. Un lugar que ofrece la gran oportunidad de conocer mundo sin viajar muy lejos.

La página web de Madrid Babel es: http://es.groups.yahoo.com/group/madridbabel/

Todos los miércoles a partir de las 21:30h en el Café Madrid
C/ Escalinata s/n – Metro Ópera

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