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Daniel Tercero

Ser 'de los nuestros' es hoy estar chalado

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Hace unos años en una conversación entre amigos y familiares uno de estos últimos nos pedía a los allí presentes que reflexionásemos en ese momento sobre el “asfixiante momento que se vivía en España”. Se refería a la falta de democracia y libertad, a su parecer, que se respiraba en Cataluña y el País Vasco, sobre todo, y desde que el PP de José María Aznar había llegado al Gobierno, en especial, a partir de su segundo mandato.

Me permitirán, las dos o tres lectoras que aún rondan estos lares cibernéticos, que le dedique estas líneas semanales a la actualidad política. Una frase similar a la que escuché en boca de ese familiar la volví a percibir a los pocos días de la victoria del PSOE en las elecciones generales de 2004. Una profesora universitaria, especialista en el mundo griego antiguo, se despachó con algo así como “¿no notáis un aire de mayor libertad ahora?”, mientras se despojaba de su rebeca y sonreía después de soltar pestes de Aznar poco antes de su magistral clase. No recuerdo la asignatura o posgrado pero guardo un buen recuerdo de la profesora, y la materia, en cuestión.

Todavía hoy día me pregunto qué tipo de libertades se han obtenido en relación a 2004. Es cierto que la posibilidad, por ejemplo, de que los homosexuales puedan casarse es un avance social y, por qué no, familiar. Otra cosa es que se le llame a esa unión matrimonio. Pero ¿podemos calificar de avance de libertades la ya posible unión entre homosexuales? No. No lo creo. Las libertades siempre son individuales y en España, legalmente -otra cosa es la realidad, que se lo cuenten a muchas mujeres en el tema salarial o a los castellanoparlantes en Cataluña para acceder a determinados lugares de trabajo-, no se discrimina a ninguna persona por su tendencia sexual desde mucho antes de 2004. No, no iban por aquí las frases arriba citadas.

En realidad, a lo que se referían -mi familiar y la profesora- era al aire político que se respiraba en España. A la palabra hiperutilizada, ya entonces: crispación. Se decía una y otra vez que el PP crispaba, que asfixiaba. Que Aznar, con su mayoría absoluta, no permitía que prosperasen otras iniciativas políticas que no fueran del PP. Que Aznar utilizaba el rodillo en el Congreso. ¡Menudo descubrimiento! Suelen ocurrir esas cosas cuando un partido político tiene, al menos, la mitad más uno de los diputados del Parlamento. Ni fue la primera vez, ni será la última. No hace falta recordar aquí otras cámaras como la andaluza -con Chaves-, la gallega -con Fraga-, la catalana -con Pujol-, la extremeña -con Rodríguez Ibarra- o la propia nacional cuando durante alguna legislatura la controló el PSOE de Felipe González.

Ahora bien, no tengo ninguna duda que el aire asfixiante que se respiraba, en Cataluña y País Vasco, sobre todo, en 2004 no ha hecho más que apretar las vías respiratorias un poquito más. ¡Y sin Aznar en el Gobierno! Fernando Savater lo ha dicho esta semana en Madrid, parafraseando a un alcalde de la transición ante un gobernador civil, durante la presentación de la agrupación de Ciutadans-Partido de la Ciudadanía en la capital de España: "Ser 'de los nuestros' es hoy estar chalado". Sí, porque ser no-nacionalista en el País Vasco es arriesgarse a recibir una patada en los testículos, como le sucedió este lunes al socialista Antonio Aguirre. Sí, porque ser castellanoparlante en el País Vasco es quedarse sin colegio en lengua materna para el próximo curso escolar. Sí, porque ser no-nacionalista en Cataluña es ver atónitamente cómo un diputado autonómico reta a la Generalidad para que incumpla la legalidad y convoque un referéndum de autodeterminación, amenazando otro compañero de formación política que si el Tribunal Constitucional ejerce su derecho de rectificar lo inconstitucional del Estatuto de Autonomía se atengan a las consecuencias, y no produce ningún escándalo ni político ni social.

Por supuesto que 'ser de los nuestros', es decir, de los que únicamente piden que se defienda y se acate la ley, porque la democracia se basa en la aplicación de la ley y no solo en votar cada cuatro años, es estar “chalado”. Por supuesto que sí, ya que lo fácil es llevar una vida cómoda simplemente con afiliarse al extremismo. Ya lo dijo Josep Pla de Cataluña: "En este país hay una forma cómoda de llevar una vida suave, tranquila y regalada: consiste en afiliarse al extremismo (...) En todo el mundo, las posiciones extremas de la política se mantienen por la gente más abnegada, más idealista, más romántica. En nuestra casa, el cercado extremista está poblado de escépticos, individualistas y pedantes”. ¿Quiénes son entonces los que asfixian?

Ser 'de los nuestros' es hoy estar chalado

Daniel Tercero
Daniel Tercero
viernes, 30 de marzo de 2007, 10:59 h (CET)
Hace unos años en una conversación entre amigos y familiares uno de estos últimos nos pedía a los allí presentes que reflexionásemos en ese momento sobre el “asfixiante momento que se vivía en España”. Se refería a la falta de democracia y libertad, a su parecer, que se respiraba en Cataluña y el País Vasco, sobre todo, y desde que el PP de José María Aznar había llegado al Gobierno, en especial, a partir de su segundo mandato.

Me permitirán, las dos o tres lectoras que aún rondan estos lares cibernéticos, que le dedique estas líneas semanales a la actualidad política. Una frase similar a la que escuché en boca de ese familiar la volví a percibir a los pocos días de la victoria del PSOE en las elecciones generales de 2004. Una profesora universitaria, especialista en el mundo griego antiguo, se despachó con algo así como “¿no notáis un aire de mayor libertad ahora?”, mientras se despojaba de su rebeca y sonreía después de soltar pestes de Aznar poco antes de su magistral clase. No recuerdo la asignatura o posgrado pero guardo un buen recuerdo de la profesora, y la materia, en cuestión.

Todavía hoy día me pregunto qué tipo de libertades se han obtenido en relación a 2004. Es cierto que la posibilidad, por ejemplo, de que los homosexuales puedan casarse es un avance social y, por qué no, familiar. Otra cosa es que se le llame a esa unión matrimonio. Pero ¿podemos calificar de avance de libertades la ya posible unión entre homosexuales? No. No lo creo. Las libertades siempre son individuales y en España, legalmente -otra cosa es la realidad, que se lo cuenten a muchas mujeres en el tema salarial o a los castellanoparlantes en Cataluña para acceder a determinados lugares de trabajo-, no se discrimina a ninguna persona por su tendencia sexual desde mucho antes de 2004. No, no iban por aquí las frases arriba citadas.

En realidad, a lo que se referían -mi familiar y la profesora- era al aire político que se respiraba en España. A la palabra hiperutilizada, ya entonces: crispación. Se decía una y otra vez que el PP crispaba, que asfixiaba. Que Aznar, con su mayoría absoluta, no permitía que prosperasen otras iniciativas políticas que no fueran del PP. Que Aznar utilizaba el rodillo en el Congreso. ¡Menudo descubrimiento! Suelen ocurrir esas cosas cuando un partido político tiene, al menos, la mitad más uno de los diputados del Parlamento. Ni fue la primera vez, ni será la última. No hace falta recordar aquí otras cámaras como la andaluza -con Chaves-, la gallega -con Fraga-, la catalana -con Pujol-, la extremeña -con Rodríguez Ibarra- o la propia nacional cuando durante alguna legislatura la controló el PSOE de Felipe González.

Ahora bien, no tengo ninguna duda que el aire asfixiante que se respiraba, en Cataluña y País Vasco, sobre todo, en 2004 no ha hecho más que apretar las vías respiratorias un poquito más. ¡Y sin Aznar en el Gobierno! Fernando Savater lo ha dicho esta semana en Madrid, parafraseando a un alcalde de la transición ante un gobernador civil, durante la presentación de la agrupación de Ciutadans-Partido de la Ciudadanía en la capital de España: "Ser 'de los nuestros' es hoy estar chalado". Sí, porque ser no-nacionalista en el País Vasco es arriesgarse a recibir una patada en los testículos, como le sucedió este lunes al socialista Antonio Aguirre. Sí, porque ser castellanoparlante en el País Vasco es quedarse sin colegio en lengua materna para el próximo curso escolar. Sí, porque ser no-nacionalista en Cataluña es ver atónitamente cómo un diputado autonómico reta a la Generalidad para que incumpla la legalidad y convoque un referéndum de autodeterminación, amenazando otro compañero de formación política que si el Tribunal Constitucional ejerce su derecho de rectificar lo inconstitucional del Estatuto de Autonomía se atengan a las consecuencias, y no produce ningún escándalo ni político ni social.

Por supuesto que 'ser de los nuestros', es decir, de los que únicamente piden que se defienda y se acate la ley, porque la democracia se basa en la aplicación de la ley y no solo en votar cada cuatro años, es estar “chalado”. Por supuesto que sí, ya que lo fácil es llevar una vida cómoda simplemente con afiliarse al extremismo. Ya lo dijo Josep Pla de Cataluña: "En este país hay una forma cómoda de llevar una vida suave, tranquila y regalada: consiste en afiliarse al extremismo (...) En todo el mundo, las posiciones extremas de la política se mantienen por la gente más abnegada, más idealista, más romántica. En nuestra casa, el cercado extremista está poblado de escépticos, individualistas y pedantes”. ¿Quiénes son entonces los que asfixian?

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