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José Antonio Jato

La izquierda de la derecha

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La izquierda alemana celebró a dos bandas sendas despedidas de soltero en la ciudad de Dortmund con el objetivo de consensuar una boda anunciada ya hace un lustro. En acalorados debates que rondaron temas como una eventual futura participación en el gobierno de la nueva formación política, o su posición respecto a las misiones de la Bundeswehr en el exterior, el Partido de la disidencia socialdemócrata , WASG -Alternativa Electoral para el Trabajo y la Justicia Social, por un lado, y los poscomunistas orientales por el otro aprobaron un proceso de fusión que deberá sellarse el 16 de junio, en un congreso en Berlín.

Las iniciativas de aglutinar las disgregadas fuerzas de la izquierda al este y oeste del país, tomaron visos de realidad cuando hace dos años el ex-presidente del Partido Socialdemócrata (SPD), y ex-ministro de Finanzas Oskar Lafontaine abandonó ambos cargos por sus desavenencias con el entonces canciller Gerhard Schröder. Lafontaine cuenta con la complicidad de otro líder carismático, Gregor Gysi. Ambos políticos son los auténticos propulsores de un resurgir de la izquierda, en tiempos en los que en Europa, las ideologías han perdido toda credibilidad. Gysi es un avezado abogado que inició su carrera política en el partido gobernante de la desaparecida Alemania comunista, y además un destacado defensor de algunos conocidos disidentes del régimen de Erich Honecker en los años setenta y ochenta.

Pese a que se habían dado conatos entre poscomunistas y el WASG para concurrir como alianza electoral en algunos comicios, es ahora cuando sus bases han dado el visto bueno a una fusión que da un estirón de orejas a las leyes del Marketing político europeo. La nueva formación de izquierda ya puede presumir de ser la tercera fuerza política de Alemania,. Sin embargo con la herencia reciente de la izquierda en el país no lo tiene fácil. Primero por el descrédito galopante de las ideologías que diezma Alemania y la Unión Europea. La experiencia ecopacifista del izquierdista partido de Los Verdes ha dejado en el ciudadano de a pie alemán un halo de decepción desde que sus reivindicaciones han quedado reducidas a proporcionar al líder izquierdista Joschka Fischer una cátedra en la norteamericana Universidad de élite de Princeton, o al ex-canciller socialdemócrata Gerhard Schröder un puesto de privilegio en el consejo de administración de una empresa energética del presidente ruso Wladimir Putin. El ciudadano es con todo listo y sabe que el cocinero es más importante que la cocina y puede que ni Gysi, ni Lafontaine aspiren a llegar tan lejos a la izquierda de la derecha.

La izquierda de la derecha

José Antonio Jato
José Antonio Jato
miércoles, 28 de marzo de 2007, 10:04 h (CET)
La izquierda alemana celebró a dos bandas sendas despedidas de soltero en la ciudad de Dortmund con el objetivo de consensuar una boda anunciada ya hace un lustro. En acalorados debates que rondaron temas como una eventual futura participación en el gobierno de la nueva formación política, o su posición respecto a las misiones de la Bundeswehr en el exterior, el Partido de la disidencia socialdemócrata , WASG -Alternativa Electoral para el Trabajo y la Justicia Social, por un lado, y los poscomunistas orientales por el otro aprobaron un proceso de fusión que deberá sellarse el 16 de junio, en un congreso en Berlín.

Las iniciativas de aglutinar las disgregadas fuerzas de la izquierda al este y oeste del país, tomaron visos de realidad cuando hace dos años el ex-presidente del Partido Socialdemócrata (SPD), y ex-ministro de Finanzas Oskar Lafontaine abandonó ambos cargos por sus desavenencias con el entonces canciller Gerhard Schröder. Lafontaine cuenta con la complicidad de otro líder carismático, Gregor Gysi. Ambos políticos son los auténticos propulsores de un resurgir de la izquierda, en tiempos en los que en Europa, las ideologías han perdido toda credibilidad. Gysi es un avezado abogado que inició su carrera política en el partido gobernante de la desaparecida Alemania comunista, y además un destacado defensor de algunos conocidos disidentes del régimen de Erich Honecker en los años setenta y ochenta.

Pese a que se habían dado conatos entre poscomunistas y el WASG para concurrir como alianza electoral en algunos comicios, es ahora cuando sus bases han dado el visto bueno a una fusión que da un estirón de orejas a las leyes del Marketing político europeo. La nueva formación de izquierda ya puede presumir de ser la tercera fuerza política de Alemania,. Sin embargo con la herencia reciente de la izquierda en el país no lo tiene fácil. Primero por el descrédito galopante de las ideologías que diezma Alemania y la Unión Europea. La experiencia ecopacifista del izquierdista partido de Los Verdes ha dejado en el ciudadano de a pie alemán un halo de decepción desde que sus reivindicaciones han quedado reducidas a proporcionar al líder izquierdista Joschka Fischer una cátedra en la norteamericana Universidad de élite de Princeton, o al ex-canciller socialdemócrata Gerhard Schröder un puesto de privilegio en el consejo de administración de una empresa energética del presidente ruso Wladimir Putin. El ciudadano es con todo listo y sabe que el cocinero es más importante que la cocina y puede que ni Gysi, ni Lafontaine aspiren a llegar tan lejos a la izquierda de la derecha.

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