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Pelayo López

'Hannibal, el origen del mal': carrusel gastronómico con buffet libre

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Recurriendo al lenguaje culinario, un aspecto muy presente en toda la saga, aunque para algunos estamos ante un entrante o un postre del montón, creo que, por algunas circunstancias que mencionaremos a continuación, podría tratarse incluso de un primer o segundo plato bastante suculento y apetitoso, no sólo en su presentación sino también en su degustación –y eso que no estamos hablando de carrilleras (ya entenderán…)-. Regresa a la gran pantalla un personaje literario-cinematográfico de sobra conocido por todos los aficionados, el Doctor Hannibal Lecter. Sin embargo, siguiendo los cánones presentes en la industria, tanto los del marketing como los de la falta de creatividad -incluso en este caso rizando aún más el rizo-, podríamos decir que estamos ante la precuela de la precuela Aunque lo cierto es que ya no sabemos muy bien la ubicación actual. Según los expertos, incluyendo la pretérita Hunter de Michael Mann, estaríamos ante la cuarta o la quinta entrega: El silencio de los corderos, Hannibal y El dragón rojo.

Curioso resulta igualmente el hecho de que, en contra de lo sucedido con las anteriores, la presente es la primera cinta sobre el personaje creado por Thomas Harris que no se basa en ninguno de sus best-sellers, sino que ha sido él mismo quien ha escrito el propio guión sin base previa –no es del todo cierto, puesto que se recurre a un mínimo fragmento en el que se habla de la muerte de su hermana en Hannibal. En esta ocasión, conoceremos, tal y como reza el título de la película, los orígenes de la sed de odio y sadismo del personaje, marcas de la casa del personaje durante toda la serie. Y hablando de improntas, la de esta nueva etapa la plasma en celuloide el realizador Peter Weber, el mismo que debutó con la estupenda para unos y menor para otros La joven de la perla. A pesar de las lógicas dudas que pueden surgir en un cambio de género tan drástico, queda patente su destreza en este nuevo para él. Demuestra, sobre todo, un gran dominio del cine bélico, con unas impresionantes escenas en la primera media hora, y, al mismo tiempo, la pausa narrativa con que transcurre la historia, sin que eso signifique, en ningún momento y como podría parecer, que decaiga el interés.

Uno de los handicaps que ha logrado saldar a su favor el director es la ausencia de Lecter en estado puro, sir Anthony Hopkins, ya que, dado que se trata de la infancia del personaje, resultaría ilógica la misma. El reto de encontrar a alguien capaz de suplirle no ha debido ser fácil, pero, a parte de la pasable diferencia física entre ambos, lo cierto es que el elegido, el francés Gaspard Ulliel, el enamorado buscado por doquier por Audrey Tautou en la soporífera Largo domingo de noviazgo, nos ofrece un registro meritorio y alentador, sádicamente contenido durante toda la cinta hasta el éxtasis final aclaratorio de su implicación en el canibalismo. Le ayuda, consciente e inconscientemente, en su ritual preparatorio, el personaje de su tía oriental, única pariente viva que le resta en el mundo, en Francia concretamente, y a quien le unirá un vínculo muy especial. Ella es Gong Li, la fantástica actriz china que nos deleita apenas con unas migas de su talento, el mismo desaprovechado una vez más en USA como en Corrupción en Miami y el que exprimen sus compatriotas en cintas como El tren de Zhou You, La linterna roja… El origen, el principio de todo, hay que buscarlo en su Lituania natal, donde unos cazatesoros bélicos se comen literalmente a su hermana para sobrevivir –sorpresa final incluida relacionada con esto mismo-. El jefe de todos ellos, Rhys Ifans, el amigo de Hugh Grant en Nothing Hill que demuestra que no sólo de comedia vive el hombre. Y, claro está, también tenemos al policía Dominic West –Rock Star- con el que, una vez más, y compartiendo experiencia infantil, juega nuestro doctor, ahora en sus primeros pasos, experimentando ya el polígrafo y la droga de la verdad.

La fotografía lustrosa y la delirante música pseudo-oriental comparten autoría con los responsables de Layer Cake, una cinta más que recomendable protagonizada por Daniel Craig, el actual 007, un personaje que, por cierto, también ha experimentado una vuelta atrás similar. También es loable la mezcla de escenarios exteriores e interiores para la narración de este aprendizaje, una labor autodidacta de perfeccionamiento en la que descubriremos su pasión por la medicina, la pintura, la música y las delicatessen, además de conocer en primer plano “la máscara”. Y a pesar de la sangre, la hemoglobina no está presente en exceso, aunque no es tan fina como la extirpada a Ray Liotta antaño. Para no resultar osado, y a pesar de la refutable presentación del asesino como nacido de las circunstancias y de su entorno, particularmente hablando –ya saben que sobre gustos no hay nada escrito-, limitémonos a refrendar que estamos ante un carrusel gastronómico en un buffet libre.

- Calificación: 3

- Director: Peter Weber.

'Hannibal, el origen del mal': carrusel gastronómico con buffet libre

Pelayo López
Pelayo López
miércoles, 11 de julio de 2007, 23:19 h (CET)
Recurriendo al lenguaje culinario, un aspecto muy presente en toda la saga, aunque para algunos estamos ante un entrante o un postre del montón, creo que, por algunas circunstancias que mencionaremos a continuación, podría tratarse incluso de un primer o segundo plato bastante suculento y apetitoso, no sólo en su presentación sino también en su degustación –y eso que no estamos hablando de carrilleras (ya entenderán…)-. Regresa a la gran pantalla un personaje literario-cinematográfico de sobra conocido por todos los aficionados, el Doctor Hannibal Lecter. Sin embargo, siguiendo los cánones presentes en la industria, tanto los del marketing como los de la falta de creatividad -incluso en este caso rizando aún más el rizo-, podríamos decir que estamos ante la precuela de la precuela Aunque lo cierto es que ya no sabemos muy bien la ubicación actual. Según los expertos, incluyendo la pretérita Hunter de Michael Mann, estaríamos ante la cuarta o la quinta entrega: El silencio de los corderos, Hannibal y El dragón rojo.

Curioso resulta igualmente el hecho de que, en contra de lo sucedido con las anteriores, la presente es la primera cinta sobre el personaje creado por Thomas Harris que no se basa en ninguno de sus best-sellers, sino que ha sido él mismo quien ha escrito el propio guión sin base previa –no es del todo cierto, puesto que se recurre a un mínimo fragmento en el que se habla de la muerte de su hermana en Hannibal. En esta ocasión, conoceremos, tal y como reza el título de la película, los orígenes de la sed de odio y sadismo del personaje, marcas de la casa del personaje durante toda la serie. Y hablando de improntas, la de esta nueva etapa la plasma en celuloide el realizador Peter Weber, el mismo que debutó con la estupenda para unos y menor para otros La joven de la perla. A pesar de las lógicas dudas que pueden surgir en un cambio de género tan drástico, queda patente su destreza en este nuevo para él. Demuestra, sobre todo, un gran dominio del cine bélico, con unas impresionantes escenas en la primera media hora, y, al mismo tiempo, la pausa narrativa con que transcurre la historia, sin que eso signifique, en ningún momento y como podría parecer, que decaiga el interés.

Uno de los handicaps que ha logrado saldar a su favor el director es la ausencia de Lecter en estado puro, sir Anthony Hopkins, ya que, dado que se trata de la infancia del personaje, resultaría ilógica la misma. El reto de encontrar a alguien capaz de suplirle no ha debido ser fácil, pero, a parte de la pasable diferencia física entre ambos, lo cierto es que el elegido, el francés Gaspard Ulliel, el enamorado buscado por doquier por Audrey Tautou en la soporífera Largo domingo de noviazgo, nos ofrece un registro meritorio y alentador, sádicamente contenido durante toda la cinta hasta el éxtasis final aclaratorio de su implicación en el canibalismo. Le ayuda, consciente e inconscientemente, en su ritual preparatorio, el personaje de su tía oriental, única pariente viva que le resta en el mundo, en Francia concretamente, y a quien le unirá un vínculo muy especial. Ella es Gong Li, la fantástica actriz china que nos deleita apenas con unas migas de su talento, el mismo desaprovechado una vez más en USA como en Corrupción en Miami y el que exprimen sus compatriotas en cintas como El tren de Zhou You, La linterna roja… El origen, el principio de todo, hay que buscarlo en su Lituania natal, donde unos cazatesoros bélicos se comen literalmente a su hermana para sobrevivir –sorpresa final incluida relacionada con esto mismo-. El jefe de todos ellos, Rhys Ifans, el amigo de Hugh Grant en Nothing Hill que demuestra que no sólo de comedia vive el hombre. Y, claro está, también tenemos al policía Dominic West –Rock Star- con el que, una vez más, y compartiendo experiencia infantil, juega nuestro doctor, ahora en sus primeros pasos, experimentando ya el polígrafo y la droga de la verdad.

La fotografía lustrosa y la delirante música pseudo-oriental comparten autoría con los responsables de Layer Cake, una cinta más que recomendable protagonizada por Daniel Craig, el actual 007, un personaje que, por cierto, también ha experimentado una vuelta atrás similar. También es loable la mezcla de escenarios exteriores e interiores para la narración de este aprendizaje, una labor autodidacta de perfeccionamiento en la que descubriremos su pasión por la medicina, la pintura, la música y las delicatessen, además de conocer en primer plano “la máscara”. Y a pesar de la sangre, la hemoglobina no está presente en exceso, aunque no es tan fina como la extirpada a Ray Liotta antaño. Para no resultar osado, y a pesar de la refutable presentación del asesino como nacido de las circunstancias y de su entorno, particularmente hablando –ya saben que sobre gustos no hay nada escrito-, limitémonos a refrendar que estamos ante un carrusel gastronómico en un buffet libre.

- Calificación: 3

- Director: Peter Weber.

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