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Opinión
Etiquetas | El arte de la guerra
Santi Benítez

Memoria

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Hay veces que si miro hacia atrás, haciendo una retrospectiva de los años que he vivido en este país, no puedo evitar darme cuenta de que, en casi todo momento importante de nuestra Democracia, el terrorismo ha estado presente. Recuerdo en especial el miércoles, 12 de junio de 1985. Tal vez lo recuerde tan bien porque ya en aquella época, yo contaba con 16 años, comenzaba a tener claro que uno de los grandes problemas más grave que sufre el ser humano es la existencia de esas líneas imaginarias que llamamos fronteras. Ese día en particular España firmó el Tratado de Adhesión a la C.E.E. (Comunidad Económica Europea), precursora de la Unión Europea en la que hoy vivimos, que, bajo mi punto de vista, era un paso en la eliminación de esas líneas ficticias y, además, acababa con el aislamiento histórico de nuestro país para con nuestros vecinos y el resto del mundo. Ese día histórico fue ensombrecido por tres atentados terroristas que se cobraron cuatro vidas. Recuerdo especialmente el segundo porque fue a causa de una bomba lapa alojada en los bajos del coche que los asesinos usaron para huir del escenario del primer atentado. Tengo grabada en la retina la imagen de un policía nacional que sale corriendo del aparcamiento en el que estaba el coche con el uniforme completamente cubierto de sangre. Mientras, Felipe González, ya informado de los atentados, tras la firma del Tratado, decía en su discurso "España aportará su esfuerzo a la concreción de una Europa de la paz y la justicia. Nadie, mediante la coacción o la violencia, podrá torcer ese propósito de paz".

Han pasado 22 años durante los cuales hemos vivido tres "treguas" de la banda terrorista. Aunque, sin duda, esta última ha sido la más esperanzadora. Ha sido en la que la inmensa mayoría de los demócratas volcamos nuestro deseo de que un sin sentido que, ya digo, arrastramos desde el nacimiento de nuestra democracia, desapareciera por medios pacíficos y políticos. Pero esa esperanza fue truncada el 30 de diciembre por un atentado que costó la vida a dos personas. En ese momento, y así lo dejé escrito, éramos muchos los que esperábamos que la banda terrorista sacara un comunicado en el que dijera que aquello había sido producto de algunos desmadrados. Pero ese comunicado, no llegó. Ese atentado, al contrario de lo que algunos nos quieren hacer creer sólo tres meses después, no ha sido la causa de la puesta en duda por parte de la oposición... perdón, por parte del PP de la política antiterrorista del Estado. Eso ya sucedía desde muchos meses antes, justo desde el día después en que ETA anunció la "tregua". Pero, ¿Por qué? Pues simplemente porque pensaban que el fin de la violencia terrorista serviría de acicate electoral al PSOE y, por lo tanto, acabaría con las aspiraciones del PP de volver al gobierno en mucho tiempo. Es evidente que la finalización de la violencia terrorista hubiera sido una victoria de todos, todos, todos los demócratas, no de un partido, sino de todos nosotros. Pero eso es algo que, dentro de la estrategia electoral de acoso y derribo de esta gente patriótica y de orden, el bien común no tiene cabida, como no lo tuvo cuando gobernaban. Estos meses han sido especialmente vergonzosos para los demócratas porque el PP ha antepuesto su afán electoralista a aquello que deseábamos, la inmensa mayoría de los afiliados al PP también, y si dicen lo contrario mienten como bellacos.
La memoria es muy puñetera. Y lo es porque, cuando menos nos lo esperamos, resulta que alguien recuerda aquello que pasó diez años antes y nos lleva la contraria con nuestros propios hechos o palabras. Ayer el Ministro del Interior, el Señor Rubalcaba, trajo a la memoria de todos los ciudadanos lo que habían hecho los mismos que hoy día protestan contra la política antiterrorista del Estado cuando estaban en el poder. No para criticarlo - No tendría sentido que sino se criticó cuando fue hecho, y hablamos de hace unos cuantos años, lo fuera a ser ahora-, sino para demostrar que en asuntos de Estado nunca jamás se le había ocurrido a un partido político en la oposición no mantener la lealtad institucional que correspondía con el gobierno del país. En ese repaso memorístico resulta que en el pasado se excarcelaron presos etarras con beneficios penitenciarios tales como haber hecho un curso de ganchillo, este es el caso de un asesino etarra que había asesinado a un militar, una mujer y un niño. No voy a entrar en el fondo de lo que significa excarcelar a un etarra aplicando beneficios penitenciarios de tal calibre, porque no vale la pena. Pero lo cierto es que se le excarceló cuando cumplía condena por delitos de sangre... por haber hecho un curso de ganchillo. Y aquí sí tengo que preguntar, llegados a día de hoy, ¿Con que capacidad moral se recrimina la concesión del 2º grado a De Juana Chaos cuando resulta que esta decisión está respaldada por un Auto judicial del Juez de Vigilancia Penitenciaria de la Audiencia Nacional, y en aquella época se excarcelaban, no es que se le aplicaran grados, se excarcelaban terroristas sin que existiera Auto alguno dictado por ningún juez? ¿Con la capacidad que da una manifestación de 300.000 personas? ¿Con la capacidad que da llamar a la defensa de la nación española? - Y aquí tengo que hacer otra pregunta, aunque sé que responder una pregunta con otra queda muy mal ¿Defenderla exactamente de qué?-, ¿O es con la capacidad que da el querer volver a cualquier precio de vuelta al gobierno?

Y aquí es donde entramos nosotros, los ciudadanos, que nos vamos a tener que ver en la encrucijada de decidir si deseamos que nos engañen, otra vez, con las mismas mentiras y por las mismas razones, puro electoralismo - no aprenden-, o buscamos la manera de que tengan claro que no pueden chotearse ni de la ciudadanía ni del Estado de Derecho.

Ustedes deciden.

Suena de fondo "My taylor is rich", de Toreros Muertos.

Buenas noches, y buena suerte...

Memoria

Santi Benítez
Santi Benítez
jueves, 15 de marzo de 2007, 12:07 h (CET)
Hay veces que si miro hacia atrás, haciendo una retrospectiva de los años que he vivido en este país, no puedo evitar darme cuenta de que, en casi todo momento importante de nuestra Democracia, el terrorismo ha estado presente. Recuerdo en especial el miércoles, 12 de junio de 1985. Tal vez lo recuerde tan bien porque ya en aquella época, yo contaba con 16 años, comenzaba a tener claro que uno de los grandes problemas más grave que sufre el ser humano es la existencia de esas líneas imaginarias que llamamos fronteras. Ese día en particular España firmó el Tratado de Adhesión a la C.E.E. (Comunidad Económica Europea), precursora de la Unión Europea en la que hoy vivimos, que, bajo mi punto de vista, era un paso en la eliminación de esas líneas ficticias y, además, acababa con el aislamiento histórico de nuestro país para con nuestros vecinos y el resto del mundo. Ese día histórico fue ensombrecido por tres atentados terroristas que se cobraron cuatro vidas. Recuerdo especialmente el segundo porque fue a causa de una bomba lapa alojada en los bajos del coche que los asesinos usaron para huir del escenario del primer atentado. Tengo grabada en la retina la imagen de un policía nacional que sale corriendo del aparcamiento en el que estaba el coche con el uniforme completamente cubierto de sangre. Mientras, Felipe González, ya informado de los atentados, tras la firma del Tratado, decía en su discurso "España aportará su esfuerzo a la concreción de una Europa de la paz y la justicia. Nadie, mediante la coacción o la violencia, podrá torcer ese propósito de paz".

Han pasado 22 años durante los cuales hemos vivido tres "treguas" de la banda terrorista. Aunque, sin duda, esta última ha sido la más esperanzadora. Ha sido en la que la inmensa mayoría de los demócratas volcamos nuestro deseo de que un sin sentido que, ya digo, arrastramos desde el nacimiento de nuestra democracia, desapareciera por medios pacíficos y políticos. Pero esa esperanza fue truncada el 30 de diciembre por un atentado que costó la vida a dos personas. En ese momento, y así lo dejé escrito, éramos muchos los que esperábamos que la banda terrorista sacara un comunicado en el que dijera que aquello había sido producto de algunos desmadrados. Pero ese comunicado, no llegó. Ese atentado, al contrario de lo que algunos nos quieren hacer creer sólo tres meses después, no ha sido la causa de la puesta en duda por parte de la oposición... perdón, por parte del PP de la política antiterrorista del Estado. Eso ya sucedía desde muchos meses antes, justo desde el día después en que ETA anunció la "tregua". Pero, ¿Por qué? Pues simplemente porque pensaban que el fin de la violencia terrorista serviría de acicate electoral al PSOE y, por lo tanto, acabaría con las aspiraciones del PP de volver al gobierno en mucho tiempo. Es evidente que la finalización de la violencia terrorista hubiera sido una victoria de todos, todos, todos los demócratas, no de un partido, sino de todos nosotros. Pero eso es algo que, dentro de la estrategia electoral de acoso y derribo de esta gente patriótica y de orden, el bien común no tiene cabida, como no lo tuvo cuando gobernaban. Estos meses han sido especialmente vergonzosos para los demócratas porque el PP ha antepuesto su afán electoralista a aquello que deseábamos, la inmensa mayoría de los afiliados al PP también, y si dicen lo contrario mienten como bellacos.
La memoria es muy puñetera. Y lo es porque, cuando menos nos lo esperamos, resulta que alguien recuerda aquello que pasó diez años antes y nos lleva la contraria con nuestros propios hechos o palabras. Ayer el Ministro del Interior, el Señor Rubalcaba, trajo a la memoria de todos los ciudadanos lo que habían hecho los mismos que hoy día protestan contra la política antiterrorista del Estado cuando estaban en el poder. No para criticarlo - No tendría sentido que sino se criticó cuando fue hecho, y hablamos de hace unos cuantos años, lo fuera a ser ahora-, sino para demostrar que en asuntos de Estado nunca jamás se le había ocurrido a un partido político en la oposición no mantener la lealtad institucional que correspondía con el gobierno del país. En ese repaso memorístico resulta que en el pasado se excarcelaron presos etarras con beneficios penitenciarios tales como haber hecho un curso de ganchillo, este es el caso de un asesino etarra que había asesinado a un militar, una mujer y un niño. No voy a entrar en el fondo de lo que significa excarcelar a un etarra aplicando beneficios penitenciarios de tal calibre, porque no vale la pena. Pero lo cierto es que se le excarceló cuando cumplía condena por delitos de sangre... por haber hecho un curso de ganchillo. Y aquí sí tengo que preguntar, llegados a día de hoy, ¿Con que capacidad moral se recrimina la concesión del 2º grado a De Juana Chaos cuando resulta que esta decisión está respaldada por un Auto judicial del Juez de Vigilancia Penitenciaria de la Audiencia Nacional, y en aquella época se excarcelaban, no es que se le aplicaran grados, se excarcelaban terroristas sin que existiera Auto alguno dictado por ningún juez? ¿Con la capacidad que da una manifestación de 300.000 personas? ¿Con la capacidad que da llamar a la defensa de la nación española? - Y aquí tengo que hacer otra pregunta, aunque sé que responder una pregunta con otra queda muy mal ¿Defenderla exactamente de qué?-, ¿O es con la capacidad que da el querer volver a cualquier precio de vuelta al gobierno?

Y aquí es donde entramos nosotros, los ciudadanos, que nos vamos a tener que ver en la encrucijada de decidir si deseamos que nos engañen, otra vez, con las mismas mentiras y por las mismas razones, puro electoralismo - no aprenden-, o buscamos la manera de que tengan claro que no pueden chotearse ni de la ciudadanía ni del Estado de Derecho.

Ustedes deciden.

Suena de fondo "My taylor is rich", de Toreros Muertos.

Buenas noches, y buena suerte...

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