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Antonio Valencia

El gran combate

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Si hay una imagen que ha marcado la semana deportiva, esa ha sido sin lugar a dudas la monumental trifulca que se organizó a la finalización del Valencia-Inter, donde quizá lo más sorprendente de todo es que ni Ayala ni Materazzi, los grandes especialistas en la materia, estuviesen implicados.

Los hechos, más o menos, son los siguientes: cuando el árbitro pita el partido, el argentino (llámenme racista si quieren, pero cuando hay sudamericanos por medio suelen pasar estas cosas; y a la historia futbolística de los últimos 30 años me remito, torneos veraniegos incluidos) Burdisso intenta por todos los medios agredir a Marchena que se resiste como puede y le lanza alguna que otra patada. Entretanto, aparece de la nada David Navarro, que estaba en el banquillo, y le atiza un soberano puñetazo a Burdisso para salir corriendo hacia el vestuario. Por el camino, Iván Córdoba y otro jugador interista le lanzan sendas patadas.

Y ya, lo más grande de todo es que varios jugadores italianos pretendieron entrar al vestuario del Valencia a seguir la pelea. Resultaba grotesco ver a Cambiasso (otro argentino), vestido con el traje oficial del club puesto que no estaba convocado, forcejeando con los vigilantes de seguridad del estadio para tratar de seguir la pelea dentro, cosa que sí había conseguido el guardameta Toldo, que fue sacado a empellones por dichos integrantes de la seguridad.

Visto lo visto, salen algunas preguntas: ¿qué le dijo Marchena a Burdisso para que este se pusiera como se puso o, dicho de otro modo, qué es lo que se habían dicho durante el partido? ¿Cómo se puede pegarle un puñetazo a alguien y salir corriendo? ¿Cómo es posible que un jugador no convocado baje al vestuario expresamente a repartir puñetazos? ¿Tendrá la UEFA narices para sancionar a todos los implicados ejemplarmente? Trataré de dar alguna respuesta, aunque las probabilidades de acertarlas todas son, aproximadamente, las mismas de clavar la Primitiva de hoy.

A la primera, voy a ser lo suficientemente malpensado, vistos los antecedentes que me costaron alguna reprimenda de ciertos lectores valencianos, como para suponer que buena parte de la culpa la tiene Marchena; si además su contrincante es un argentino, puede pasar cualquier cosa. La segunda sólo se puede explicar si se quiere montar una pelea de todos contra todos al estilo de la de la Liga ecuatoriana de hace pocos meses. La tercera es que hay que estar bastante zumbado (ser sudamericano ayuda; vuelvo a remitirme a la historia citada en el segundo párrafo). Y la cuarta es que aunque la UEFA acostumbra a ser dura, parece estar ablandándose (véase la micro-sanción a van Bommel por sus butifarras en el Bernabeu; otros años hubiesen caido partidos como a Roberto Carlos).

Esta es mi apuesta. Hagan juego, señores.

El gran combate

Antonio Valencia
Antonio Valencia
domingo, 11 de marzo de 2007, 11:51 h (CET)
Si hay una imagen que ha marcado la semana deportiva, esa ha sido sin lugar a dudas la monumental trifulca que se organizó a la finalización del Valencia-Inter, donde quizá lo más sorprendente de todo es que ni Ayala ni Materazzi, los grandes especialistas en la materia, estuviesen implicados.

Los hechos, más o menos, son los siguientes: cuando el árbitro pita el partido, el argentino (llámenme racista si quieren, pero cuando hay sudamericanos por medio suelen pasar estas cosas; y a la historia futbolística de los últimos 30 años me remito, torneos veraniegos incluidos) Burdisso intenta por todos los medios agredir a Marchena que se resiste como puede y le lanza alguna que otra patada. Entretanto, aparece de la nada David Navarro, que estaba en el banquillo, y le atiza un soberano puñetazo a Burdisso para salir corriendo hacia el vestuario. Por el camino, Iván Córdoba y otro jugador interista le lanzan sendas patadas.

Y ya, lo más grande de todo es que varios jugadores italianos pretendieron entrar al vestuario del Valencia a seguir la pelea. Resultaba grotesco ver a Cambiasso (otro argentino), vestido con el traje oficial del club puesto que no estaba convocado, forcejeando con los vigilantes de seguridad del estadio para tratar de seguir la pelea dentro, cosa que sí había conseguido el guardameta Toldo, que fue sacado a empellones por dichos integrantes de la seguridad.

Visto lo visto, salen algunas preguntas: ¿qué le dijo Marchena a Burdisso para que este se pusiera como se puso o, dicho de otro modo, qué es lo que se habían dicho durante el partido? ¿Cómo se puede pegarle un puñetazo a alguien y salir corriendo? ¿Cómo es posible que un jugador no convocado baje al vestuario expresamente a repartir puñetazos? ¿Tendrá la UEFA narices para sancionar a todos los implicados ejemplarmente? Trataré de dar alguna respuesta, aunque las probabilidades de acertarlas todas son, aproximadamente, las mismas de clavar la Primitiva de hoy.

A la primera, voy a ser lo suficientemente malpensado, vistos los antecedentes que me costaron alguna reprimenda de ciertos lectores valencianos, como para suponer que buena parte de la culpa la tiene Marchena; si además su contrincante es un argentino, puede pasar cualquier cosa. La segunda sólo se puede explicar si se quiere montar una pelea de todos contra todos al estilo de la de la Liga ecuatoriana de hace pocos meses. La tercera es que hay que estar bastante zumbado (ser sudamericano ayuda; vuelvo a remitirme a la historia citada en el segundo párrafo). Y la cuarta es que aunque la UEFA acostumbra a ser dura, parece estar ablandándose (véase la micro-sanción a van Bommel por sus butifarras en el Bernabeu; otros años hubiesen caido partidos como a Roberto Carlos).

Esta es mi apuesta. Hagan juego, señores.

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