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Luciano Sabatini

Rijkaard vs. Capello

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Dos filosofías futbolísticas antagónicas frente a frente. Dos formas de entender el fútbol que se explican por sus antecedentes como jugador en los casos de ambos entrenadores. Escuela italiana de los años 70, un pasado entre la Roma, la Juventus y el Milan, cuando el “catenaccio” se llenaba de razón y pasaba sus mejores años, ante el gusto por la pelota heredada de la escuela del Ajax, donde el holandés creció como jugador, y del mejor Milan de finales de los 80 y principios de los 90.

El uno...
Sin ninguna experiencia profesional, Rijkaard recibió su bautismo como entrenador en el Mundial de Francia de 1998, acompañando como segundo a Guus Hiddink, y tras un breve paso como máximo responsable de la “orange” y del Sparta de Rótterdam, llegó al Barcelona en 2003, donde ha eclosionado como técnico.

El holandés elige un sistema con cuatro del fondo, pero en el que los laterales deben ir y volver, por eso elige jugadores como Zambrotta o Gio con un largo recorrido. En el centro en realidad no juega con jugadores de bandas, sino que opta normalmente por un “stopper” y dos medio centros de amplio despliegue físico y técnico. Así, Iniesta, Xabi y Deco son sus mejores aliados. Rijkaard es de los pocos entrenadores que mantiene un ofensivo esquema en el que hace uso de los extremos. Una clase de jugadores cada vez más extinta. Así, no necesita grandes centrocampistas de banda, y los jugadores que ocupan la derecha y la izquierda tienen tendencia a llegar al gol. En el Barcelona, Ronaldinho ocupa esa posición en la izquierda, no por rapidez sino por desborde; Guily en la derecha, o Messi a pierna cambiada. Con toda la capacidad ofensiva que tienen los equipos del holandés no es de extrañar que el punta acabe las temporadas con unas estadísticas goleadoras superlativas (Eto'o hizo 28 y 32 en todas las competiciones en las últimas temporadas).

Pero el sistema de Rijkaard el secreto está en la pelota y en la forma de administrarlo. Caundo uno de sus jugadores tiene la pelota en los pies, por lo menos cuatro o cinco compañeros se mueven por delante. Además, el holandés coloca siempre a sus hombres más verticales sobre el campo, con lo que cada vez que el balón ronda el área contraria el peligro es inminente.

...El otro.
Enfrente Fabio Capello, del que se dice que es uno de los entrenadores más mayor bagaje y más galardonados de la actualidad, y lo que seguramente sí es, es uno de los mejor pagados (6 millones brutos por año percibe en el Madrid). Fabio siempre ha optado por que sus equipos tengan una transición rápida y fácil por el centro del campo, sin florituras. La defensa de cuatro hombres, en la que al contrario de lo que pasa con Rijkaard, los laterales tienen una eminente responsabilidad defensiva. Otra posición en la que el italiano hace especial hincapié es la portería, donde gusta de los guardamentas de mucha envergadura. Así, por ejemplo, tenía Sebastiano Rossi (1,97 cm) en el Milan, Iván Pelizzoli (1,96 cm) en la Roma, y trajo a Bodo Illgner (1,96 cm) al Real Madrid. Así no es de extrañar, que a pesar de sus grandes cualidades técnicas Capello no termine de comulgar con Iker Casillas, debido a que el madrileño “solo” se alza con 1,85 centímetros.

En el medio el italiano suele optar por medio centro de un corte muy defensivo; así se ha llevado a Emerson desde la Juventus hasta la Roma, y luego al Madrid. Diarra (que ha costado al club blanco la friolera de 26 millones de euros) es otro buen ejemplo de ello. Fernando Redondo fue una gran excepción, una primera y muy iluminada para el bueno de Fabio; pero la realidad es que cuando Capello llegó al Madrid en 1996 no quería al argentino, luego acabó enamorándose de su juego y se lo quiso llevar en su marcha al Milan. Siempre que puede, el italiano elige jugadores para sus bandas que sean rápidos en el repliegue (Lentini, Víctor, Camoranesi, Nedved, Cufré, Mancini o Zebina). Los sistemas de Capello no suelen contar con dos delanteros centros claros, pero lo que sí está claro es que en los equipos en los que ha estado, gracias al poderío económico ha tenido grandes goleadores: Massaro, Papin, Suker, Weah, Totti, Motella o Ibrahimovic son claros ejemplos de ello.
Una de las virtudes de las que siempre se le han reconocido a Capello es que era un técnico autoritario, con una gran capacidad para manejar vestuarios conflictivos. Esa quizá sea una de las razones por las que el Madrid haya contado con sus servicios esta temporada. Pero el italiano ha ido cambiando en estos años, y la edad quizás lo haya amilanado. Fabio parece estar pensando más como general retirado que como el sargento de hierro que le dio fama.
Dos estilos, que han dado sus resultados, dos apuestas enfrentadas y un solo objetivo: la victoria en el Camp Nou.

Rijkaard vs. Capello

Luciano Sabatini
Luciano Sabatini
domingo, 11 de marzo de 2007, 11:51 h (CET)
Dos filosofías futbolísticas antagónicas frente a frente. Dos formas de entender el fútbol que se explican por sus antecedentes como jugador en los casos de ambos entrenadores. Escuela italiana de los años 70, un pasado entre la Roma, la Juventus y el Milan, cuando el “catenaccio” se llenaba de razón y pasaba sus mejores años, ante el gusto por la pelota heredada de la escuela del Ajax, donde el holandés creció como jugador, y del mejor Milan de finales de los 80 y principios de los 90.

El uno...
Sin ninguna experiencia profesional, Rijkaard recibió su bautismo como entrenador en el Mundial de Francia de 1998, acompañando como segundo a Guus Hiddink, y tras un breve paso como máximo responsable de la “orange” y del Sparta de Rótterdam, llegó al Barcelona en 2003, donde ha eclosionado como técnico.

El holandés elige un sistema con cuatro del fondo, pero en el que los laterales deben ir y volver, por eso elige jugadores como Zambrotta o Gio con un largo recorrido. En el centro en realidad no juega con jugadores de bandas, sino que opta normalmente por un “stopper” y dos medio centros de amplio despliegue físico y técnico. Así, Iniesta, Xabi y Deco son sus mejores aliados. Rijkaard es de los pocos entrenadores que mantiene un ofensivo esquema en el que hace uso de los extremos. Una clase de jugadores cada vez más extinta. Así, no necesita grandes centrocampistas de banda, y los jugadores que ocupan la derecha y la izquierda tienen tendencia a llegar al gol. En el Barcelona, Ronaldinho ocupa esa posición en la izquierda, no por rapidez sino por desborde; Guily en la derecha, o Messi a pierna cambiada. Con toda la capacidad ofensiva que tienen los equipos del holandés no es de extrañar que el punta acabe las temporadas con unas estadísticas goleadoras superlativas (Eto'o hizo 28 y 32 en todas las competiciones en las últimas temporadas).

Pero el sistema de Rijkaard el secreto está en la pelota y en la forma de administrarlo. Caundo uno de sus jugadores tiene la pelota en los pies, por lo menos cuatro o cinco compañeros se mueven por delante. Además, el holandés coloca siempre a sus hombres más verticales sobre el campo, con lo que cada vez que el balón ronda el área contraria el peligro es inminente.

...El otro.
Enfrente Fabio Capello, del que se dice que es uno de los entrenadores más mayor bagaje y más galardonados de la actualidad, y lo que seguramente sí es, es uno de los mejor pagados (6 millones brutos por año percibe en el Madrid). Fabio siempre ha optado por que sus equipos tengan una transición rápida y fácil por el centro del campo, sin florituras. La defensa de cuatro hombres, en la que al contrario de lo que pasa con Rijkaard, los laterales tienen una eminente responsabilidad defensiva. Otra posición en la que el italiano hace especial hincapié es la portería, donde gusta de los guardamentas de mucha envergadura. Así, por ejemplo, tenía Sebastiano Rossi (1,97 cm) en el Milan, Iván Pelizzoli (1,96 cm) en la Roma, y trajo a Bodo Illgner (1,96 cm) al Real Madrid. Así no es de extrañar, que a pesar de sus grandes cualidades técnicas Capello no termine de comulgar con Iker Casillas, debido a que el madrileño “solo” se alza con 1,85 centímetros.

En el medio el italiano suele optar por medio centro de un corte muy defensivo; así se ha llevado a Emerson desde la Juventus hasta la Roma, y luego al Madrid. Diarra (que ha costado al club blanco la friolera de 26 millones de euros) es otro buen ejemplo de ello. Fernando Redondo fue una gran excepción, una primera y muy iluminada para el bueno de Fabio; pero la realidad es que cuando Capello llegó al Madrid en 1996 no quería al argentino, luego acabó enamorándose de su juego y se lo quiso llevar en su marcha al Milan. Siempre que puede, el italiano elige jugadores para sus bandas que sean rápidos en el repliegue (Lentini, Víctor, Camoranesi, Nedved, Cufré, Mancini o Zebina). Los sistemas de Capello no suelen contar con dos delanteros centros claros, pero lo que sí está claro es que en los equipos en los que ha estado, gracias al poderío económico ha tenido grandes goleadores: Massaro, Papin, Suker, Weah, Totti, Motella o Ibrahimovic son claros ejemplos de ello.
Una de las virtudes de las que siempre se le han reconocido a Capello es que era un técnico autoritario, con una gran capacidad para manejar vestuarios conflictivos. Esa quizá sea una de las razones por las que el Madrid haya contado con sus servicios esta temporada. Pero el italiano ha ido cambiando en estos años, y la edad quizás lo haya amilanado. Fabio parece estar pensando más como general retirado que como el sargento de hierro que le dio fama.
Dos estilos, que han dado sus resultados, dos apuestas enfrentadas y un solo objetivo: la victoria en el Camp Nou.

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