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La Alejandría del invidente |
José Carlos Navarro |
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Redacción
sábado, 10 de marzo de 2007, 10:29 h (CET)
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Todavía recuerdo cuando niño leíamos lecturas de textos a mi tío invidente, que les servían para la elaboración de sus libros de Historia antigua regional y comarcal, que muchos años después superó con la adquisición del escaner lector. Hoy estaría encantado con las utilización de las nuevas tecnologías aplicadas para disminuidos visuales, si conociera que un grupo de invidentes han creado la primera Biblioteca digital para ciegos.
Tiflolibros -que es como se llama- dispone de 19.000 obras literarias para distribuir en CD, o ser leídos desde el ordenador, discman o reproductor de MP3, para sus más de 3000 socios de 40 países. Argentinos como los fundadores, alemanes, brasileños, bolivianos, chilenos, costaricenses, croatas, cubanos, daneses, canadienses, ecuatorianos, españoles, norteamericanos, franceses, guatemaltecos, hondureños, italianos, mexicanos, peruanos, venezolanos, uruguayos y suecos, son los socios invidentes que disfrutan de las obras literarias en castellano pero que también tienen un servicio que traduce al inglés y al alemán. La accesibilidad a los textos se debe a la creación de un software por un programador ciego, André Duré que cifra a través de lectores de pantallas especiales el texto digitalizado. Los libros tienen el don de la ubicuidad gracias a la tecnología, supliendo lo qie la gran Biblioteca de Alejandría representaba. Estas iniciativas alejandrinas para invidentes son grandes pasos para la integración y la cultura. Bienvenida sea esta Alejandría del invidente, de la que a buen seguro mi tío que en gloria esté sería socio.
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