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Etiquetas | El arte de la guerra
Santi Benítez

Asalto al Estado de Derecho

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Ante una insinuación soterrada de Manuel Fraga a través de un amigo común sobre la creación de un gobierno de Unidad Nacional en vez de celebrar Elecciones Generales para las que, a su entender, el pueblo no estaba maduro, Don Adolfo Suárez dijo que sin la celebración de Elecciones Generales era imposible la creación de un marco legal de convivencia que pudiera ser llamado Estado de Derecho por todos los españoles. Corría marzo de 1976 y, aunque parezca increíble, aquel razonamiento convenció a Fraga, a Don Santiago Carrillo y a otros muchos, derivando en las Elecciones Generales de 1977 y el posterior Referendum sobre la Constitución de 1978. Esa concepción que Don Adolfo Suárez tenía de la convivencia entre los ciudadanos como mínimo irrenunciable, el Estado de Derecho, es intocable como concepto en una democracia. Es más, la Constitución puede ser cambiada, el Estado de las Autonomías ampliado, la concepción territorial del Estado retocada, los derechos de los ciudadanos ampliados y sus responsabilidades limitadas, porque así lo permite el Estado de Derecho. Sin Estado de Derecho no existe democracia. Y ponerlo en duda es atentar contra nuestro marco de convivencia, contra los derechos de todos los ciudadanos y contra la democracia.

Desdes hace ya casi tres años venimos asistiendo a una serie de ataques por parte de la oposición al Estado de Derecho y, por lo tanto, a nuestra democracia. No se han limitado al normal ejercicio de una oposición política en el Parlamento y el Senado, es que han obviado dicho ejercicio de ofrecer alternativas políticas a los problemas de los ciudadanos. Se han limitado al ataque a nuestro marco de convivencia, inventando, a través de sus medios de comunicación afines, cuentos chinos de conspiraciones con furgonetas, mochilas, polvos para el olor a pies, cualquier excusa era buena a fin de intentar esconder las razones reales de porqué perdieron las elecciones generales en el año 2004, poniendo en duda el trabajo de las Fuerzas de Seguridad del Estado y de la judicatura, en beneficio político propio. Se han manifestado en la calle sin ningún tipo de pudor junto a lo más granado de la extrema derecha de nuestro país contra la ampliación de derechos para todos los ciudadanos sin importar su condición sexual. Han hecho de un asunto de Estado, la desaparición por medios pacíficos y políticos del terrorismo, un asunto electoral atentando de forma deliberada contra la lealtad institucional necesaria entre todos los demócratas. No han aportado absolutamente nada, a excepción de crispación y alentamiento de lo peor que existe en nuestra democracia, esa minoría execrable heredera del nacional catolicismo que, hasta hace muy poco, parecía, por fin, relegada a una imagen testimonial y al ostracismo en nuestra sociedad.

Y este último ataque al Estado de Derecho en el caso de De Juana, intentando hacer creer a los ciudadanos que se le excarcela, cuando la realidad es que se le concede el 2º grado; que se le concede el 2º grado de forma puramente política, cuando existe un Auto del juez Don José Luis de Castro Antonio, emitido por el Juzgado Central de Vigilancia Penitenciaria de la Audiencia Nacional, el mismo órgano judicial que condenó a De Juana a 12 años de cárcel por un delito de amenazas terroristas; en un ejercicio del más puro maniqueísmo político, diciendo que la concesión del 2º grado a De Juana tiene solución, en referencia directa por parte de Rajoy a que si se vota al PP el Auto dictado por el Juez de la Audiencia Nacional puede ser soslayado, cuando sólo el Tribunal Supremo tiene esa potestad, es, una vez más, el atentado más vil, rastrero y asqueroso que ningún político haya intentado en nuestro país contra el Estado de Derecho, comparable al intento de golpe de Estado del 23-F, ya que en un puro afán electoralista se han permitido el lujo de poner en peligro y en entredicho nuestro marco de convivencia sin ningún tipo de pudor.

Aquí es preciso que haga una reflexión más amplia con respecto al catetario papanático existente en nuestro país, que lo hay tanto de derechas como de izquierdas, cosa que nunca había sido tan evidente como en el referido caso de De Juana. El Estado de Derecho no es un juguete masturbatorio que se venda en un sex shop, se ponga en la mesilla de noche y se use según la necesidad del que se acueste en la cama y meta la mano en el cajón. El Estado de Derecho no es ningún juguete. Es el marco de convivencia de todos los ciudadanos, y no sirve para ser esgrimido cuando las sentencias judiciales o las decisiones políticas no nos gustan, o nos gustan. Por una simple razón, el Estado de Derecho existe más allá de las apetencias o inapetencias de cualquier catetario papanático de derechas o de izquierdas. Y cuando De Juana fue condenado a 12 años el Estado de Derecho se encargó de ajustar su sentencia a doctrina, independientemente de la caterva de izquierdas que pedía su absolución y de la de derechas que pedía cuatro veces la pena impuesta por la Audiencia Nacional. Y si ahora resulta que el catetario papanático de derechas cree que el Auto del Juez Don José Luis de Castro Antonio no se ajusta a Derecho lo que tiene que hacer es recurrirlo ante el Tribunal Supremo. Pero eso no lo veremos, porque ese catetario papanático de derechas sabe el Estado de Derecho no permitiría que prosperara un recurso contra un Auto que se ajusta a Derecho más allá de toda duda legal. Y eso convierte al PP en el primer partido político de nuestra democracia que usa el atentado directo contra nuestro marco de convivencia, nuestro Estado de Derecho, como arma electoral, atrayéndose, claro está, a todos aquellos que jamás han creído en dicho Estado de Derecho, a aquellos a los que el sistema democrático incomoda por su amplitud de derechos y su limitación de responsabilidades, a aquellos que creen que la mayoría de los ciudadanos somos "gente de mal vivir, putas, chorizos y maricones", y precisamos de mano dura.

Gracias a esta oposición irresponsable, incapaz de dar alternativas políticas a los problemas reales de los ciudadanos, carente de programa y demostradamente inepta para defender los derechos de los españoles, de todos los españoles, jamás ha estado tan en peligro nuestro Estado de Derecho, nuestro marco de convivencia.

Ya es hora de que alguien les diga que se acabó, que con nuestro marco de convivencia no se juega, que se les diga en los bares, en los cines y en las calles, que se les diga alto y claro, para que no vuelvan a confundirse. Se acabó.

Suena de fondo "Malos tiempos para la lírica", de Golpes Bajos.

Buenas noches, buena suerte y Estado de Derecho.

Asalto al Estado de Derecho

Santi Benítez
Santi Benítez
jueves, 8 de marzo de 2007, 11:41 h (CET)
Ante una insinuación soterrada de Manuel Fraga a través de un amigo común sobre la creación de un gobierno de Unidad Nacional en vez de celebrar Elecciones Generales para las que, a su entender, el pueblo no estaba maduro, Don Adolfo Suárez dijo que sin la celebración de Elecciones Generales era imposible la creación de un marco legal de convivencia que pudiera ser llamado Estado de Derecho por todos los españoles. Corría marzo de 1976 y, aunque parezca increíble, aquel razonamiento convenció a Fraga, a Don Santiago Carrillo y a otros muchos, derivando en las Elecciones Generales de 1977 y el posterior Referendum sobre la Constitución de 1978. Esa concepción que Don Adolfo Suárez tenía de la convivencia entre los ciudadanos como mínimo irrenunciable, el Estado de Derecho, es intocable como concepto en una democracia. Es más, la Constitución puede ser cambiada, el Estado de las Autonomías ampliado, la concepción territorial del Estado retocada, los derechos de los ciudadanos ampliados y sus responsabilidades limitadas, porque así lo permite el Estado de Derecho. Sin Estado de Derecho no existe democracia. Y ponerlo en duda es atentar contra nuestro marco de convivencia, contra los derechos de todos los ciudadanos y contra la democracia.

Desdes hace ya casi tres años venimos asistiendo a una serie de ataques por parte de la oposición al Estado de Derecho y, por lo tanto, a nuestra democracia. No se han limitado al normal ejercicio de una oposición política en el Parlamento y el Senado, es que han obviado dicho ejercicio de ofrecer alternativas políticas a los problemas de los ciudadanos. Se han limitado al ataque a nuestro marco de convivencia, inventando, a través de sus medios de comunicación afines, cuentos chinos de conspiraciones con furgonetas, mochilas, polvos para el olor a pies, cualquier excusa era buena a fin de intentar esconder las razones reales de porqué perdieron las elecciones generales en el año 2004, poniendo en duda el trabajo de las Fuerzas de Seguridad del Estado y de la judicatura, en beneficio político propio. Se han manifestado en la calle sin ningún tipo de pudor junto a lo más granado de la extrema derecha de nuestro país contra la ampliación de derechos para todos los ciudadanos sin importar su condición sexual. Han hecho de un asunto de Estado, la desaparición por medios pacíficos y políticos del terrorismo, un asunto electoral atentando de forma deliberada contra la lealtad institucional necesaria entre todos los demócratas. No han aportado absolutamente nada, a excepción de crispación y alentamiento de lo peor que existe en nuestra democracia, esa minoría execrable heredera del nacional catolicismo que, hasta hace muy poco, parecía, por fin, relegada a una imagen testimonial y al ostracismo en nuestra sociedad.

Y este último ataque al Estado de Derecho en el caso de De Juana, intentando hacer creer a los ciudadanos que se le excarcela, cuando la realidad es que se le concede el 2º grado; que se le concede el 2º grado de forma puramente política, cuando existe un Auto del juez Don José Luis de Castro Antonio, emitido por el Juzgado Central de Vigilancia Penitenciaria de la Audiencia Nacional, el mismo órgano judicial que condenó a De Juana a 12 años de cárcel por un delito de amenazas terroristas; en un ejercicio del más puro maniqueísmo político, diciendo que la concesión del 2º grado a De Juana tiene solución, en referencia directa por parte de Rajoy a que si se vota al PP el Auto dictado por el Juez de la Audiencia Nacional puede ser soslayado, cuando sólo el Tribunal Supremo tiene esa potestad, es, una vez más, el atentado más vil, rastrero y asqueroso que ningún político haya intentado en nuestro país contra el Estado de Derecho, comparable al intento de golpe de Estado del 23-F, ya que en un puro afán electoralista se han permitido el lujo de poner en peligro y en entredicho nuestro marco de convivencia sin ningún tipo de pudor.

Aquí es preciso que haga una reflexión más amplia con respecto al catetario papanático existente en nuestro país, que lo hay tanto de derechas como de izquierdas, cosa que nunca había sido tan evidente como en el referido caso de De Juana. El Estado de Derecho no es un juguete masturbatorio que se venda en un sex shop, se ponga en la mesilla de noche y se use según la necesidad del que se acueste en la cama y meta la mano en el cajón. El Estado de Derecho no es ningún juguete. Es el marco de convivencia de todos los ciudadanos, y no sirve para ser esgrimido cuando las sentencias judiciales o las decisiones políticas no nos gustan, o nos gustan. Por una simple razón, el Estado de Derecho existe más allá de las apetencias o inapetencias de cualquier catetario papanático de derechas o de izquierdas. Y cuando De Juana fue condenado a 12 años el Estado de Derecho se encargó de ajustar su sentencia a doctrina, independientemente de la caterva de izquierdas que pedía su absolución y de la de derechas que pedía cuatro veces la pena impuesta por la Audiencia Nacional. Y si ahora resulta que el catetario papanático de derechas cree que el Auto del Juez Don José Luis de Castro Antonio no se ajusta a Derecho lo que tiene que hacer es recurrirlo ante el Tribunal Supremo. Pero eso no lo veremos, porque ese catetario papanático de derechas sabe el Estado de Derecho no permitiría que prosperara un recurso contra un Auto que se ajusta a Derecho más allá de toda duda legal. Y eso convierte al PP en el primer partido político de nuestra democracia que usa el atentado directo contra nuestro marco de convivencia, nuestro Estado de Derecho, como arma electoral, atrayéndose, claro está, a todos aquellos que jamás han creído en dicho Estado de Derecho, a aquellos a los que el sistema democrático incomoda por su amplitud de derechos y su limitación de responsabilidades, a aquellos que creen que la mayoría de los ciudadanos somos "gente de mal vivir, putas, chorizos y maricones", y precisamos de mano dura.

Gracias a esta oposición irresponsable, incapaz de dar alternativas políticas a los problemas reales de los ciudadanos, carente de programa y demostradamente inepta para defender los derechos de los españoles, de todos los españoles, jamás ha estado tan en peligro nuestro Estado de Derecho, nuestro marco de convivencia.

Ya es hora de que alguien les diga que se acabó, que con nuestro marco de convivencia no se juega, que se les diga en los bares, en los cines y en las calles, que se les diga alto y claro, para que no vuelvan a confundirse. Se acabó.

Suena de fondo "Malos tiempos para la lírica", de Golpes Bajos.

Buenas noches, buena suerte y Estado de Derecho.

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