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Pelayo López

'El buen alemán': capricho fotográfico con etiqueta honorífica

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Me resulta agradablemente loable el hecho de que un director, que tiene en su nómina éxitos de taquilla como Traffic, Erin Brockovich o la saga de Ocean´s, dedique parte de los ingresos conseguidos por estos títulos para realizar otros que vienen a satisfacer sus deseos más esencialmente cinematográficos, como la que ahora se convierte en nuestro centro de atención, algo que muy pocos privilegiados pueden hacer. Además, resulta recomendable para todos los públicos, no sólo para los aficionados al cine clásico de género, el producto resultante en su conjunto. Steven Soderbergh reúne en esta película todos los ingredientes dignos de aquel celuloide, unos más o menos reales y otros falseados para conseguir tal efecto. Esta circunstancia, la de la apetencia del realizador por romper los moldes propios de sus tiempos en lo que se refiere a la presencia estética, tal y como hizo en su día con su debut en Sexo, mentiras y cintas de video, queda de nuevo patente con este metraje.

La historia, basada a su vez en una novela, quizás sea el elemento más factible de convertirse en el apartado más débil, puesto que el rastro resulta, por momentos, excesivamente complicado de seguir y hay que desplegar una gran dosis de fijación para conseguirlo. Sin embargo, a grandes rasgos, la trama es sencilla y propia de las cintas de la época que trata de emular. Un periodista americano llega al Berlín post-bélico para retomar, sin saberlo ni pretenderlo, viejas relaciones de su estancia pasada en la ciudad. Allí volverá a coincidir con un viejo amor que ha sucumbido a las necesidades de la supervivencia, con la actual pareja de la mujer que es al mismo tiempo su chofer temporal y sus pretensiones alcistas, con las autoridades sectoriales inmersas en tramas paralelas a la Conferencia de Postdam… y con una serie de asuntos sin resolver que iremos descubriendo según se va desarrollando la narración, una narración que, por cierto, se expresa a través de las voces en off de los dos personajes centrales.

Sin duda alguna, el reparto es uno de los grandes aciertos. El seductor George Clooney demuestra que podría haber nacido hace 60 años y haber sido igualmente una de las estrellas de la época, lejos de algunos de sus papeles ñoños actuales en comedias junto a Michelle Pfeiffer o en cintas de acción junto a Nicole Kidman, y más cercano a su reciente y necesaria Buenas noches y buena suerte. Su partenaire es la elegante y más propia de la época Cate Blanchett, oscarizada incluso por dar vida a Katherine Hepburn en El aviador, una intérprete a la altura de divas de todos los tiempos como Marlene Dietrich, la propia Hepburn o Ingrid Bergman. La química entre ellos, a pesar de la aparente frialdad que algunos le achacan, es la idónea para una relación marcada por la distancia pasional entre ambos y porque en el cine de aquellos años, si bien se nos ha olvidado, la actuación era más teatral que la contemporánea. Junto a ellos, un Tobey Maguire que demuestra que no sólo de Spiderman puede vivir el actor –puede que la mayor sorpresa del elenco-, y un grupo de secundarios que mantienen un tono sobrio e, incluso, en algunos fragmentos, sobresaliente.

No obstante, seguramente, lo que más llama es la apariencia fílmica. El propio Soderbergh, eso sí con seudónimos –cosas de la industria norteamericana-, se encuentra también detrás de la fotografía y el montaje de esta cinta, una cinta que bien parece continuar, en algunos aspectos, la reciente moda de clonar clásicos como Psicosis o La profecía, por poner sólo 2 ejemplos. La grabación en color luego degradado para obtener el blanco y negro, las transiciones bruscas entre escenas, las retro-proyecciones de fondo, la música –una partitura maestra de Thomas Newman que se quedó a las puertas del Oscar-, o las imágenes de archivo de directores de la talla de Wilder o Wyler son sólo algunos ejemplos de la vuelta homenaje al cine de los 40 en forma y esencia que supone esta película. Curtiz, Rosellini… Casablanca, Berlín occidente, El sueño eterno, El tercer hombre… Estos nombres y estos títulos son sólo algunos de los muchos que se nos vienen a la cabeza mientras vemos esta película, una película que refleja numerosas ruinas, las mismas de las que carece este edificio bien levantado y que, lejos de lo que pueda parecer, encierra más de una crítica: por un lado, contra los cuestionables repartos tras toda contienda –no hace falta más que ver el argumento-, y otra contra la represiva censura impuesta por el Código Hays en la época –el vocabulario o algunas escenas subidas de tono jamás fueron vistas en aquellos clásicos-. A algunos directores les dan un Oscar por una película que no lo merece para compensar un reconocimiento durante mucho tiempo esperado, y a otros los vilipendian por estos experimentos dignos de elogio. Si bien los multicines actuales no son los más propicios para un visionado idóneo –claro está, pocas son las salas de antaño que quedan en pie-, estamos ante una historia que, al contrario de lo que muchos afirman, es más que un capricho fotográfico con etiqueta honorífica.

FICHA TÉCNICA

- Calificación: 3,5
- Director: Steven Soderbergh
- Reparto: George Clooney, Cate Blanchett, Tobey Maguire, Jack Thompson y Beau Bridges.

'El buen alemán': capricho fotográfico con etiqueta honorífica

Pelayo López
Pelayo López
miércoles, 11 de julio de 2007, 23:19 h (CET)
Me resulta agradablemente loable el hecho de que un director, que tiene en su nómina éxitos de taquilla como Traffic, Erin Brockovich o la saga de Ocean´s, dedique parte de los ingresos conseguidos por estos títulos para realizar otros que vienen a satisfacer sus deseos más esencialmente cinematográficos, como la que ahora se convierte en nuestro centro de atención, algo que muy pocos privilegiados pueden hacer. Además, resulta recomendable para todos los públicos, no sólo para los aficionados al cine clásico de género, el producto resultante en su conjunto. Steven Soderbergh reúne en esta película todos los ingredientes dignos de aquel celuloide, unos más o menos reales y otros falseados para conseguir tal efecto. Esta circunstancia, la de la apetencia del realizador por romper los moldes propios de sus tiempos en lo que se refiere a la presencia estética, tal y como hizo en su día con su debut en Sexo, mentiras y cintas de video, queda de nuevo patente con este metraje.

La historia, basada a su vez en una novela, quizás sea el elemento más factible de convertirse en el apartado más débil, puesto que el rastro resulta, por momentos, excesivamente complicado de seguir y hay que desplegar una gran dosis de fijación para conseguirlo. Sin embargo, a grandes rasgos, la trama es sencilla y propia de las cintas de la época que trata de emular. Un periodista americano llega al Berlín post-bélico para retomar, sin saberlo ni pretenderlo, viejas relaciones de su estancia pasada en la ciudad. Allí volverá a coincidir con un viejo amor que ha sucumbido a las necesidades de la supervivencia, con la actual pareja de la mujer que es al mismo tiempo su chofer temporal y sus pretensiones alcistas, con las autoridades sectoriales inmersas en tramas paralelas a la Conferencia de Postdam… y con una serie de asuntos sin resolver que iremos descubriendo según se va desarrollando la narración, una narración que, por cierto, se expresa a través de las voces en off de los dos personajes centrales.

Sin duda alguna, el reparto es uno de los grandes aciertos. El seductor George Clooney demuestra que podría haber nacido hace 60 años y haber sido igualmente una de las estrellas de la época, lejos de algunos de sus papeles ñoños actuales en comedias junto a Michelle Pfeiffer o en cintas de acción junto a Nicole Kidman, y más cercano a su reciente y necesaria Buenas noches y buena suerte. Su partenaire es la elegante y más propia de la época Cate Blanchett, oscarizada incluso por dar vida a Katherine Hepburn en El aviador, una intérprete a la altura de divas de todos los tiempos como Marlene Dietrich, la propia Hepburn o Ingrid Bergman. La química entre ellos, a pesar de la aparente frialdad que algunos le achacan, es la idónea para una relación marcada por la distancia pasional entre ambos y porque en el cine de aquellos años, si bien se nos ha olvidado, la actuación era más teatral que la contemporánea. Junto a ellos, un Tobey Maguire que demuestra que no sólo de Spiderman puede vivir el actor –puede que la mayor sorpresa del elenco-, y un grupo de secundarios que mantienen un tono sobrio e, incluso, en algunos fragmentos, sobresaliente.

No obstante, seguramente, lo que más llama es la apariencia fílmica. El propio Soderbergh, eso sí con seudónimos –cosas de la industria norteamericana-, se encuentra también detrás de la fotografía y el montaje de esta cinta, una cinta que bien parece continuar, en algunos aspectos, la reciente moda de clonar clásicos como Psicosis o La profecía, por poner sólo 2 ejemplos. La grabación en color luego degradado para obtener el blanco y negro, las transiciones bruscas entre escenas, las retro-proyecciones de fondo, la música –una partitura maestra de Thomas Newman que se quedó a las puertas del Oscar-, o las imágenes de archivo de directores de la talla de Wilder o Wyler son sólo algunos ejemplos de la vuelta homenaje al cine de los 40 en forma y esencia que supone esta película. Curtiz, Rosellini… Casablanca, Berlín occidente, El sueño eterno, El tercer hombre… Estos nombres y estos títulos son sólo algunos de los muchos que se nos vienen a la cabeza mientras vemos esta película, una película que refleja numerosas ruinas, las mismas de las que carece este edificio bien levantado y que, lejos de lo que pueda parecer, encierra más de una crítica: por un lado, contra los cuestionables repartos tras toda contienda –no hace falta más que ver el argumento-, y otra contra la represiva censura impuesta por el Código Hays en la época –el vocabulario o algunas escenas subidas de tono jamás fueron vistas en aquellos clásicos-. A algunos directores les dan un Oscar por una película que no lo merece para compensar un reconocimiento durante mucho tiempo esperado, y a otros los vilipendian por estos experimentos dignos de elogio. Si bien los multicines actuales no son los más propicios para un visionado idóneo –claro está, pocas son las salas de antaño que quedan en pie-, estamos ante una historia que, al contrario de lo que muchos afirman, es más que un capricho fotográfico con etiqueta honorífica.

FICHA TÉCNICA

- Calificación: 3,5
- Director: Steven Soderbergh
- Reparto: George Clooney, Cate Blanchett, Tobey Maguire, Jack Thompson y Beau Bridges.

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