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Adrián Candal

Migajas de dignidad

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Entrenador a entrenador la historia se repite. Desde Manuel Preciado en los tiempos en los que este señor mandaba en el Racing hasta el gallego Fabri, que ayer dejó su cargo como entrenador. Detrás de este fondo siempre se esconde la misma persona. Un hombre excéntrico y soberbio que prescinde de los entrenadores en función del grado de poder que ejerza sobre ellos. Si el entrenador quiere imponer sus planteamientos tácticos, hacer su trabajo en definitiva, a ese buen hombre le quedan los días contados en la “empresa” alavesa. Es decir, el factor resultados, que es el dueño y señor del mundo del fútbol, de sus ingresos y pérdidas, del aforo, del futuro laboral de casi todos, en este club no se da ese caso.

Nadie va a descubrir ahora las artimañas de este señor. De sobra conocido es su temible historial. Ahora bien, la cuestión reside en cómo Fabri no sabía de esos datos. Cómo se metió en esa casa de los horrores. Aunque atendiendo a la personalidad del entrenador lucense, que dejó como un solar a algunos de los equipos en los que ha entrenado (véase Zamora o Burgos) ya nada se sabe.

Pero centrados en el asunto, cabe decir que Fabri ya estaba sentenciado por el ucraniano tras el partido con el Vecindario. Incluso fue destituido y restituido en la misma jornada. Pero finalmente se tuvo que marchar. Su discurso, el mismo que el que mantuvieron algunos de sus predecesores como Juan Carlos Oliva, Rafael Monfort y Julio Buñuelos. ¿Quién resiste a las garras del líder?

El futuro inmediato del Alavés pasa por el hombre para todo. Ese que en cuanto se le llama ahí está para venir a socorrer al de Ucrania. Chuchi Cos se presenta como entrenador, por enésima vez, del club vasco. Pero que no se le olvide. Para el líder solo será un clínex de usar y tirar. Ya ha afirmado que el “es un hombre del club”. ¿O será el hombre de Dimitri? Dignidad es una acepción que cabría buscarla en muchos.

Migajas de dignidad

Adrián Candal
Adrián Candal
sábado, 3 de marzo de 2007, 23:44 h (CET)
Entrenador a entrenador la historia se repite. Desde Manuel Preciado en los tiempos en los que este señor mandaba en el Racing hasta el gallego Fabri, que ayer dejó su cargo como entrenador. Detrás de este fondo siempre se esconde la misma persona. Un hombre excéntrico y soberbio que prescinde de los entrenadores en función del grado de poder que ejerza sobre ellos. Si el entrenador quiere imponer sus planteamientos tácticos, hacer su trabajo en definitiva, a ese buen hombre le quedan los días contados en la “empresa” alavesa. Es decir, el factor resultados, que es el dueño y señor del mundo del fútbol, de sus ingresos y pérdidas, del aforo, del futuro laboral de casi todos, en este club no se da ese caso.

Nadie va a descubrir ahora las artimañas de este señor. De sobra conocido es su temible historial. Ahora bien, la cuestión reside en cómo Fabri no sabía de esos datos. Cómo se metió en esa casa de los horrores. Aunque atendiendo a la personalidad del entrenador lucense, que dejó como un solar a algunos de los equipos en los que ha entrenado (véase Zamora o Burgos) ya nada se sabe.

Pero centrados en el asunto, cabe decir que Fabri ya estaba sentenciado por el ucraniano tras el partido con el Vecindario. Incluso fue destituido y restituido en la misma jornada. Pero finalmente se tuvo que marchar. Su discurso, el mismo que el que mantuvieron algunos de sus predecesores como Juan Carlos Oliva, Rafael Monfort y Julio Buñuelos. ¿Quién resiste a las garras del líder?

El futuro inmediato del Alavés pasa por el hombre para todo. Ese que en cuanto se le llama ahí está para venir a socorrer al de Ucrania. Chuchi Cos se presenta como entrenador, por enésima vez, del club vasco. Pero que no se le olvide. Para el líder solo será un clínex de usar y tirar. Ya ha afirmado que el “es un hombre del club”. ¿O será el hombre de Dimitri? Dignidad es una acepción que cabría buscarla en muchos.

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