Y pasó lo que tenía que pasar; tras una semana de espectáculo lamentable a orillas del Nervión, el borrego de turno le atizó en la cabeza al entrenador del Sevilla, Juande.

Por fortuna, nada grave; es admirable, por cierto, la frialdad del mister manchego, al entonar un mea culpa colectivo - cada uno en su plano - para analizar lo que ha estado pasando estos últimos días y semanas en Sevilla, fenómeno al cual no es muy ajeno el fútbol en general, visto lo visto en Italia o Argentina.

A uno le cuesta interiorizar en pleno 2007 espectáculos como el de don Manuel, con busto incluido en el palco. Esos fenómenos que hacen sacarlo peor, la caspa más rancia de esas esencias hispánicas que, a lo que se ve, siguen en el subconsciente colectivo de unos cuantos españolitos de pura raza.

Ese culto a la personalidad de alguien que a duras penas sabe hablar castellano – escribirlo es de suponer que sí – y que ha instaurado un reino omnipoderoso en el Betis, que ni el mismísimo Abderramán III.
Ese caciquismo de alguien que ha puesto su dinero, sin duda, pero que acostumbra a ningunear y vilipendiar a todo aquel que discute sus criterios y que no duda en pasarse el Reglamento por el forro de sus caprichos con tal de demostrar su poder y odio ciego al eterno enemigo.

En fin, esperemos que el campo sea cerrado, no vaya a ser que a la Federación le cuelen la cuestión de que el Betis no es reincidente, ya que el apercibimiento de cierre viene de la temporada pasada y el Reglamento indica que debe ser en el mismo ejercicio.

La guinda al paste la pone la intención bética de quitarle al anormal de turno el carnet de socio o abonado, si lo fuese, claro; suena a chiste de mal gusto.

Pero bueno, vamos a intentar ver la botella medio llena. Nunca es tarde si la dicha es buena y esperemos que el personal – a cada uno lo que le toque – recapacite y respete las normas y al contrario. No es tan difícil.

Un mínimo de educación cívica y de sensatez; no está reñido con el amor radical a tu equipo, de verdad que no.