| ||||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||||
|
|
Aunque, no creo que el hecho de creer en Dios, sea una cuestión para airearlo 200 veces al día. Tampoco creo que sea un tema para enorgullecerse, o sentir vergüenza. Yo creo que ser cristiano es como, por ejemplo, medir un metro y 75 centímetros: no se elige.
Pero esto sería largo y farragoso argumentarlo y no les quiero aburrir. De la misma manera, creo que la sexualidad de cada uno es un tema privado y no tiene porqué sacarse a la palestra cada dos por tres. A menos que se pretenda algo con ello, o se tenga algún problema con la aceptación de la propia condición... Otra cosa es lo que socialmente se acepta de mejor grado. Según mi propia experiencia, decir en público que crees en Dios, hoy día está considerado algo así como una provocación: te expones a la hilaridad, al sarcasmo o a las dos cosas juntas por parte de los demás. Por el contrario, decir en público que se es gay, hoy día se tolera mejor, incluso se admira ¿por qué? Como la propia palabra indica, ser respetuoso es una condición que afecta al ser y no depende
de nadie. Pero, yo me pregunto, con la deriva que está tomando esta cuestión:” ¿Llegará el día en el que los que somos cristianos nos veamos obligados a reivindicar el respeto de los demás?”
Hoy quisiera invitarlos a reflexionar sobre un aspecto de la vida actual que parece extremadamente novedoso por sus avances agigantados en el mundo de la tecnología, pero cuyo planteo persiste desde Platón hasta nuestros días, a saber, la realidad virtual inmiscuida hasta el tuétano en nuestra cotidianidad y la posibilidad de que llegue el día en que no podamos distinguir entre "lo real" y "lo virtual".
Algo ocurre con la salud de las democracias en el mundo. Hasta hace pocas décadas, el prestigio de las democracias establecía límites políticos y éticos y articulaba las formas de convivencia entre estados y entre los propios sujetos. Reglas comunes que adquirían vigencia por imperio de lo consuetudinario y de los grandes edificios jurídicos y filosófico político y que se valoraban positivamente en todo el mundo, al que denominábamos presuntuosamente “libre”.
Pienso que habrá cada vez más Cat Cafés y no solamente cafeterías, cualquier ciudadano que tenga un negocio podría colaborar. Sólo le hace falta una habitación dedicada a los gatos. Es horrible en muchos países del planeta, el caso de los abandonos de animales, el trato hacia los toros, galgos… las que pasan algunos de ellos… Y sin embargo encuentro gente que se vuelca en ayudarles y llegan a tener un número grande de perros y gatos.
|