La Champions se acerca vertiginosamente a los cuartos de final y entre los partidos del miércoles destacaban sobremanera los choques entre Barça y Liverpool y el Inetr- Valencia.

Pues bien, cara y cruz para chés y culés. El Valencia mostró ciertas vacilaciones e indecisiones en alguna fase del partido, con un Cañizares bastante despistado, pero reaccionó con solvencia a cada zarpazo interista. Es lo que tiene tener en el césped a jugadores de la calidad de Villa, Silva o Ayala, entre otros.
Especialmente el primero, con un soberbio gol de libre directo y otra preciosa jugada que se le escapó fuera por centímetros.

La suerte, sin duda, juega un papel importante en encuentros tan igualados como el de ayer y los chés la tuvieron de cara; con el 1-0 Crespo marró una clara ocasión para el 2-0, que habría cambiado el devenir del partido con toda probabilidad.

En la Ciudad Condal, por el contrario, tuvimos la otra cara de la moneda. El Barça comenzó con brío el match, cercando a un Liverpool que no se descompuso ni aun con el tempranero gol de Deco y que acabó desquiciando a los culés.
Las contras de los reds fueron siendo cada vez más peligrosas y las ocasiones y el peligro blaugranas cada vez menores. El error de Valdés en el 1-1 no deja de ser una anécdota.

Algún día se le dará el mérito debido a ese gran técnico llamado Benítez, poco mediático, que ha hecho ya campeón de Europa a un equipo con menos estrellas que otros grandes y que se desenvuelve tácticamente sobre el césped como pocos.

Por otro lado, no es descartable que, visto lo visto, algún arribista salga a criticar ahora la decisión de Rijkaard de dejar fuera a Eto’o en un partido tan decisivo; uno en cambio entiende y respalda la decisión del técnico holandés. La disciplina y la profesionalidad debe quedar por encima de cualquier interés o capricho personal.

Para completar la jornada europea, ayer Celta, Osasuna in extremis, Sevilla y Espanyol hicieron pleno en la UEFA y consiguieron brillantemente el billete para octavos de final.

Que siga la racha.