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Héctor Alonso

Donde hay esperanza hay vida, pero donde no hay gol la segunda se avecina

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El pasado 20 de enero fue el día de San Sebastián, patrón de la ciudad guipuzcoana. Ese día aprovechando las fiestas de la ciudad organizamos un viaje a Donostia desde Madrid para ver la ciudad y sus fiestas y de paso jugar un apartido de fútbol contra la gente de ahí. Los que veníamos de Madrid éramos gente de cada rincón del mundo que se han mudado a la capital española por estudios o trabajo, pero realmente ninguno había nacido en Madrid. Pues como les decía jugamos el partido, el resultado fue lo de menos ya que la verdadera función del encuentro era unir más a la gente, conocernos más e intercambiar nuestras culturas. Eso siempre enriquece a uno.

Yo les enseñe mi tierra Hendaya (Francia), Hondarribia, Irún y Donostia. Después del partido salimos todos juntos por la Parte Vieja donostiarra. Salimos mis nuevos amigos de Madrid con mis amigos de toda la vida de San Sebastián. Hicimos un grupo grande de gente y no se como llegamos a la Plaza de la Constitución en el centro de la ciudad, donde había sociedades tocando la tamborrada, de repente una sociedad empezó a tocar el himno de la Real Sociedad yo me anime más pero lo que salio de mi asombro fue ver a un compañero mío de los que vino de Madrid, Zadí, que empezó a tararear el himno en vasco como si hubiera vivido allí todo su vida. Al acabar me pidió que le mandara el himno y la traducción al castellano. Por cierto Zadí es de Lima Perú.

El día anterior un grupo de los que veníamos de Madrid fuimos de compras por Irún y acabamos en una tienda deportiva. Ahí estábamos una peruana, una estadounidense, un boliviano y yo. Cual volvió a ser mi asombro que mi amigo boliviano (Rodrigo) se compró una gorra de la Real Sociedad.

Medio mes ha pasado desde la tamborrada de San Sebastián y el sábado pasado nos reunimos un grupo de gente para ver en un bar de la Gran Vía madrileña el partido en Anoeta entre los donostiarras y el Real Madrid. Ahí estaba Zadí, Rodrigo con su gorra, un costarricense Andrés, una peruana Rocío, un amigo de la infancia de Irún, Juanqui que es merengue y se acaba de mudar a Madrid y yo. Vamos que simpatizante de la Real era yo solo. Por eso mi asombro llego en el minuto siete de partido cuando Aranburu marco el único gol de los donostiarras ya que saltamos todos de la mesa para cantar el gol, incluso Juanqui, más tarde pasó lo que ya todos sabemos, el Madrid se llevo los tres puntos de Anoeta, y yo aparte de la tristeza de ver al equipo de mi tierra un poco más en la segunda división. Salí del bar con la cabeza bien alta, porque si es verdad que cada vez hay menos tiempo para que la Real salga de donde está, pero nadie puede negar que la Real es un equipo diferente, que tiene algo especial imposible de redactar. Ahí estaban en un bar madrileño cinco personas a las cuales hace unos meses la Real Sociedad les era indiferente y ahora deseando que no baje a segunda.

No todo esta perdido gracias a Dios pero si es verdad que ya solo quedan dieciséis finales para los donostiarras de lo contrario veré por primera vez en mi vida a la Real Sociedad en segunda división. Por eso la magia del sábado pasado debe continuar ya que mientras tengamos esperanzas hay vida y ahora…. ahora solo cabe morir para derrotar al Recre, de esa manera aparecerán en el casillero donostiarra tres puntos vitales para jugar la próxima temporada en primera división.

Donde hay esperanza hay vida, pero donde no hay gol la segunda se avecina

Héctor Alonso
Héctor Alonso
domingo, 18 de febrero de 2007, 22:57 h (CET)
El pasado 20 de enero fue el día de San Sebastián, patrón de la ciudad guipuzcoana. Ese día aprovechando las fiestas de la ciudad organizamos un viaje a Donostia desde Madrid para ver la ciudad y sus fiestas y de paso jugar un apartido de fútbol contra la gente de ahí. Los que veníamos de Madrid éramos gente de cada rincón del mundo que se han mudado a la capital española por estudios o trabajo, pero realmente ninguno había nacido en Madrid. Pues como les decía jugamos el partido, el resultado fue lo de menos ya que la verdadera función del encuentro era unir más a la gente, conocernos más e intercambiar nuestras culturas. Eso siempre enriquece a uno.

Yo les enseñe mi tierra Hendaya (Francia), Hondarribia, Irún y Donostia. Después del partido salimos todos juntos por la Parte Vieja donostiarra. Salimos mis nuevos amigos de Madrid con mis amigos de toda la vida de San Sebastián. Hicimos un grupo grande de gente y no se como llegamos a la Plaza de la Constitución en el centro de la ciudad, donde había sociedades tocando la tamborrada, de repente una sociedad empezó a tocar el himno de la Real Sociedad yo me anime más pero lo que salio de mi asombro fue ver a un compañero mío de los que vino de Madrid, Zadí, que empezó a tararear el himno en vasco como si hubiera vivido allí todo su vida. Al acabar me pidió que le mandara el himno y la traducción al castellano. Por cierto Zadí es de Lima Perú.

El día anterior un grupo de los que veníamos de Madrid fuimos de compras por Irún y acabamos en una tienda deportiva. Ahí estábamos una peruana, una estadounidense, un boliviano y yo. Cual volvió a ser mi asombro que mi amigo boliviano (Rodrigo) se compró una gorra de la Real Sociedad.

Medio mes ha pasado desde la tamborrada de San Sebastián y el sábado pasado nos reunimos un grupo de gente para ver en un bar de la Gran Vía madrileña el partido en Anoeta entre los donostiarras y el Real Madrid. Ahí estaba Zadí, Rodrigo con su gorra, un costarricense Andrés, una peruana Rocío, un amigo de la infancia de Irún, Juanqui que es merengue y se acaba de mudar a Madrid y yo. Vamos que simpatizante de la Real era yo solo. Por eso mi asombro llego en el minuto siete de partido cuando Aranburu marco el único gol de los donostiarras ya que saltamos todos de la mesa para cantar el gol, incluso Juanqui, más tarde pasó lo que ya todos sabemos, el Madrid se llevo los tres puntos de Anoeta, y yo aparte de la tristeza de ver al equipo de mi tierra un poco más en la segunda división. Salí del bar con la cabeza bien alta, porque si es verdad que cada vez hay menos tiempo para que la Real salga de donde está, pero nadie puede negar que la Real es un equipo diferente, que tiene algo especial imposible de redactar. Ahí estaban en un bar madrileño cinco personas a las cuales hace unos meses la Real Sociedad les era indiferente y ahora deseando que no baje a segunda.

No todo esta perdido gracias a Dios pero si es verdad que ya solo quedan dieciséis finales para los donostiarras de lo contrario veré por primera vez en mi vida a la Real Sociedad en segunda división. Por eso la magia del sábado pasado debe continuar ya que mientras tengamos esperanzas hay vida y ahora…. ahora solo cabe morir para derrotar al Recre, de esa manera aparecerán en el casillero donostiarra tres puntos vitales para jugar la próxima temporada en primera división.

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