Hasta a quien las cosas le van bien tiene problemas. Y si no que se lo pregunten al Barça. Y es que, haciendo caso de los sabios refranes populares, en todas las casas se cuecen habas. Ahora, eso sí, de buen cocinero es que se peguen o salgan jugosas y el Barcelona ha sabido cocinar con el punto justo de sal y aceite para que a periodistas y rivales se les haga la boca agua y se queden con las ganas de probarlas quemadas.

Malentendidos, acusaciones, desmentidos, pero cogiendo el toro por los cuernos. Ha bastado una reunión entre míster y presidente, una con los capitanes y el implicado, Eto´o, y a los dos días de las polémicas declaraciones del camerunés, Ronaldinho y el mismo Samuel se dan un abrazo de hermanos que deja perplejos a periodistas y televidentes. Declaraciones de capitán, entrenador y demás miembros de la directiva y aquí no ha pasado nada.

¿Pasará factura al equipo? Ya quisiera el Valencia, pero no creo que el Barça piense en dejarse influir por una anécdota sin importancia y más graciosa que dramática. Que todo puede pasar, eso sí, pero que si pasa no será por esto. Es más, pienso que ese abrazo entre los dos craks del equipo significa muchísimo más, que es un signo que tiene muchísimas connotaciones detrás. Hay que recordar, que este dúo letal es el amarga noches de cualquier equipo que se preste a jugar contra él.

A ver si aprenden otros a saber resolver las crisis de esta manera. Con rapidez y decisión y con un buen alto mando que sepa zanjar las cuestiones polémicas desde la raíz y hacer que lo que pueda parecer algo grave, se convierta en una mera tontería. Así no se deja margen de ventaja al rival, a que pueda pensar que las cosas no van bien. Un diez como equipo, un diez como club, un diez a la capacidad de resolver cuestiones que a otros le amargan la temporada.