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José Antonio Jato

Putin, el nuevo apóstol de la moral

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Era de suponer que la Conferencia de Seguridad de Múnich no iba a deparar excesivas sorpresas. La canciller alemana Angela Merkel, jugaba con las mejores cartas por su carácter de anfitriona para salir airosa como protagonista. En las dos jornadas de duración, la agenda de la cumbre se había marcado debatir sobre la crisis de Oriente Medio, la guerra en Afganistán y la amenaza iraní.

Merkel estuvo a la altura de circunstancias y en su discurso de apertura tuvo palabras sopesadas y esperanzadoras que animaran a los presentes a buscar vías de solución a estos conflictos ya crónicos. Calificó de positivos los acuerdos alcanzados en La Meca entre las dos grandes facciones palestinas, para resolver sus diferencias y atajar lo que amenazaba con convertirse en una guerra civil, dio un rapapolvo a Irán y Siria por su papel en la crisis del líbano y subrayó el papel decisivo de la OTAN en la guerra que se libra en Afganistán contra la guerrilla talibán.

Hasta ahí los buenos propósitos. Los despropósitos llegaron con la sorpresiva y apocalíptica intervención de Vladimir Putín. En un discurso sobrado de arrogancia y de medias verdades el presidente ruso fustigó una diatriba contra la política exterior estadounidense calificándola en algunas de sus acciones de unilaterales al margen de la legalidad internacional, acusando a Washington de haber convertido el planeta en un lugar más peligroso y de espolear una nueva carrera nuclear.
En este tema Putin consideró sin embargo que Irán no constituye una amenaza nuclear para Europa por la sencilla razón que los misiles que proyecta construir Teherán sólo tendrán una capacidad de 2.400 kilómetros de alcance. Para alcanzar Europa se necesitarían unos artefactos con un alcance de 5000 y 6000 kilómetros. A la ministra israelí de exteriores, Tzipi Livni, asistente también a la reunión, estos argumentos pretendidamente tranquilizadores le debieron producir una profunda inquietud.

La andanada contra Washinton fue transmitida en directo por la cadena de televisión bávara a todo el país. Huelga decir que los rostros del secretario norteamericano de Defensa, Robert Gates y la de la canciller, Angela Merkel fueron adquiriendo cada vez un aspecto más adusto.

Putin “live” se explayó en el estrellato calificando la “guerra de las galaxias” como un contrasentido y los televidentes debieron pensar que al margen del celuloide tiene absoluta razón, lamentablemente en casi todos y cada uno de los puntos de su intervención se le escapó el prurito de barrer sólo para casa.

Para perplejidad de los asistentes a la cumbre se refirió a Irak, advirtiendo que en ese conflicto “mueren más periodistas que en Rusia”. Una de los epitafios que en boca del señor de la guerra de Chechenia y confeso apóstol de la moral otorgan muy poca credibilidad.

Putin, el nuevo apóstol de la moral

José Antonio Jato
José Antonio Jato
martes, 13 de febrero de 2007, 10:45 h (CET)
Era de suponer que la Conferencia de Seguridad de Múnich no iba a deparar excesivas sorpresas. La canciller alemana Angela Merkel, jugaba con las mejores cartas por su carácter de anfitriona para salir airosa como protagonista. En las dos jornadas de duración, la agenda de la cumbre se había marcado debatir sobre la crisis de Oriente Medio, la guerra en Afganistán y la amenaza iraní.

Merkel estuvo a la altura de circunstancias y en su discurso de apertura tuvo palabras sopesadas y esperanzadoras que animaran a los presentes a buscar vías de solución a estos conflictos ya crónicos. Calificó de positivos los acuerdos alcanzados en La Meca entre las dos grandes facciones palestinas, para resolver sus diferencias y atajar lo que amenazaba con convertirse en una guerra civil, dio un rapapolvo a Irán y Siria por su papel en la crisis del líbano y subrayó el papel decisivo de la OTAN en la guerra que se libra en Afganistán contra la guerrilla talibán.

Hasta ahí los buenos propósitos. Los despropósitos llegaron con la sorpresiva y apocalíptica intervención de Vladimir Putín. En un discurso sobrado de arrogancia y de medias verdades el presidente ruso fustigó una diatriba contra la política exterior estadounidense calificándola en algunas de sus acciones de unilaterales al margen de la legalidad internacional, acusando a Washington de haber convertido el planeta en un lugar más peligroso y de espolear una nueva carrera nuclear.
En este tema Putin consideró sin embargo que Irán no constituye una amenaza nuclear para Europa por la sencilla razón que los misiles que proyecta construir Teherán sólo tendrán una capacidad de 2.400 kilómetros de alcance. Para alcanzar Europa se necesitarían unos artefactos con un alcance de 5000 y 6000 kilómetros. A la ministra israelí de exteriores, Tzipi Livni, asistente también a la reunión, estos argumentos pretendidamente tranquilizadores le debieron producir una profunda inquietud.

La andanada contra Washinton fue transmitida en directo por la cadena de televisión bávara a todo el país. Huelga decir que los rostros del secretario norteamericano de Defensa, Robert Gates y la de la canciller, Angela Merkel fueron adquiriendo cada vez un aspecto más adusto.

Putin “live” se explayó en el estrellato calificando la “guerra de las galaxias” como un contrasentido y los televidentes debieron pensar que al margen del celuloide tiene absoluta razón, lamentablemente en casi todos y cada uno de los puntos de su intervención se le escapó el prurito de barrer sólo para casa.

Para perplejidad de los asistentes a la cumbre se refirió a Irak, advirtiendo que en ese conflicto “mueren más periodistas que en Rusia”. Una de los epitafios que en boca del señor de la guerra de Chechenia y confeso apóstol de la moral otorgan muy poca credibilidad.

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