Exactamente igual que en las travesías de carreteras nacionales por pueblos se ponen carteles de aviso y bandas sonoras para reducir la velocidad única y exclusivamente cuando se han producido varios atropellos, el fútbol italiano se ha decidido a aplicar su ley sobre la seguridad en los estadios de fútbol (el conocido como "decreto Pisanu" en honor a su autor, ex-ministro de Interior con Silvio Berlusconi) después de la muerte un policía tras el derby siciliano entre Catania y Palermo.
Hasta ahora, dicho decreto había corrido la misma suerte que las principales leyes italianas: se promulgan a bombo y platillo para luego aplicarse en grado mínimo, si es que alguna vez llegan a aplicarse, debido a las presiones de aquellos a los que se supone que la medida les iba a costar dinero. O sea, como en España pero a lo bestia.
La verdad es que la ley en sí, como todas, tienen sus puntos positivos y negativos: por el lado bueno, es de claro sentido común que cada entrada vendida vaya vinculada al documento de identidad de su comprador, de modo que este se haga responsable de sus actos dentro del campo. Esto, unido a un sistema interno de televisión, debería ser suficiente para poner orden dentro de los estadios, incluso a golpe de talonario si es preciso.
Otras medidas, en cambio, parecen un tanto caprichosas. No poder jugar en horario nocturno, por ejemplo (lo cual va a dar más de un problema en las competiciones europeas, muy dependientes de los horarios de televisión), o no vender entradas en bloque a los rivales (siempre será más fácil controlar a un bloque de gente que no a personas repartidas al buen tuntún por la grada).
Pero, en suma, la ley es un buen paso adelante y espero con ansiedad su traslado a nuestro país. Bueno, pensándolo bien, voy a por una silla. Es para la espera.