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Cristóbal Villalobos

Para la Libertad, sangro, lucho pervivo

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Cuando me dio por escribir hoy, día de manifestaciones, solo una melodía llegó a mis oídos.Nos la regaló, Miguel Hernández:

Para la libertad sangro, lucho, pervivo. Para la libertad, mis ojos y mis manos, como un árbol carnal, generoso y cautivo, doy a los cirujanos. Para la libertad siento más corazones que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas, y entro en los hospitales, y entro en los algodones como en las azucenas. Porque donde unas cuencas vacías amanezcan, ella pondrá dos piedras de futura mirada y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan en la carne talada.

Retoñarán aladas de savia sin otoño, reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida. Porque soy como el árbol talado, que retoño: aún tengo la vida.

Y es que la Libertad es lo único que tenemos los pobres materiales y los ricos de espíritu. Todo y nada es la Libertad. Nada, porque nunca sabemos muy bien que significa y todo, porque sin ella no somos nada. Es lo único en que creo y lo único por lo que merece la pena vivir.

Sin ella no somos más que pequeños autómatas imperfectos que realizan, más mal que bien, un aburrido y pesado trabajo diario. Sin ella la vida no es más que una existencia inanimada, una existencia vacía.

Por eso, en el País Vasco y en otros tantos lugares de España y del mundo, muchos siguen sangrando, luchando y perviviendo: Para la Libertad.
Y por ella no podemos dejar que los fascistas impongan mediante la violencia y el miedo sus bárbaras ideas, porque rendirse es perder nuestra Libertad y perder nuestra Libertad, es perder la vida.

Para la Libertad, sangro, lucho pervivo

Cristóbal Villalobos
Cristóbal Villalobos
lunes, 5 de febrero de 2007, 22:01 h (CET)
Cuando me dio por escribir hoy, día de manifestaciones, solo una melodía llegó a mis oídos.Nos la regaló, Miguel Hernández:

Para la libertad sangro, lucho, pervivo. Para la libertad, mis ojos y mis manos, como un árbol carnal, generoso y cautivo, doy a los cirujanos. Para la libertad siento más corazones que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas, y entro en los hospitales, y entro en los algodones como en las azucenas. Porque donde unas cuencas vacías amanezcan, ella pondrá dos piedras de futura mirada y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan en la carne talada.

Retoñarán aladas de savia sin otoño, reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida. Porque soy como el árbol talado, que retoño: aún tengo la vida.

Y es que la Libertad es lo único que tenemos los pobres materiales y los ricos de espíritu. Todo y nada es la Libertad. Nada, porque nunca sabemos muy bien que significa y todo, porque sin ella no somos nada. Es lo único en que creo y lo único por lo que merece la pena vivir.

Sin ella no somos más que pequeños autómatas imperfectos que realizan, más mal que bien, un aburrido y pesado trabajo diario. Sin ella la vida no es más que una existencia inanimada, una existencia vacía.

Por eso, en el País Vasco y en otros tantos lugares de España y del mundo, muchos siguen sangrando, luchando y perviviendo: Para la Libertad.
Y por ella no podemos dejar que los fascistas impongan mediante la violencia y el miedo sus bárbaras ideas, porque rendirse es perder nuestra Libertad y perder nuestra Libertad, es perder la vida.

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