Aparte de los ronquidos de mi padre, que me inmunizaron de cara al futuro a dormir rodeado de gente con incapacidad para el silencio nocturno, recuerdo con gran cariño el croar de las ranas y el canto de los grillos. Si uno no se ha acostado con ese sonido alrededor es imposible que alguien pueda explicárselo en unas cuantas palabras. Lo que sí puedo decir es que, cuando se es consciente de ello - porque hasta que no te dicen que el ruido es atronador no te das cuenta de su existencia- es algo asombroso. Hoy día, debido a que la construcción de viviendas alcanzó los estanques y acequias que había en los alrededores de mi casa convirtiendo aquel poco espacio verde, limítrofe con el asfalto, en edificios, ya no puedo escuchar ese sonido. En aquella época nos metíamos de patas en medio de aquel cenagal y cogíamos ranas y grillos, los segundos para alimentar a las primeras. Las guardábamos en unos tarros de cristal que, a cosa de las dos de la mañana, mi pobre padre se levantaba vaciándolos en la acequia que pasaba por detrás de la casa, dejando los tarros abiertos para, por la mañana, reírse con ganas de nosotros mientras nos devanábamos los sesos para averiguar como aquellas puñeteras lograban abrir los tarros - a veces incluso con libros encima-. Cosas de niños.
Estos simpáticos anfibios tienen muchas curiosidades, aparte de que si se le da un lametón a alguna de sus clases, las más coloridas en especial, se tiene el colocón asegurado - o el envenenamiento, cuidadín-, de ahí que fuera tan usado por aquellas míticas brujas de aquelarre que, según ellas, veían al demonio... Otra de ellas es su forma de crecimiento - tal vez eso sea lo más llamativo-, pero, en mi modesta forma de verlo, yo creo que lo que más me ha llamado la atención, una vez que comencé a leer sobre ellas, fue que toda su piel es un aparato respiratorio. Podría parecer que esto es una gran ventaja - en realidad lo es-, pero es que los tiempos no están como para respirar hondo. Precisamente por tener esa ventaja, poder respirar a través de la piel, la calidad del agua y del aire es algo primordial para su supervivencia. Mi querido amigo Lucas Juárez dice que cuando las ranas se retiran de sus charcas es porque algo anda mal en ese agua o en el aire que hay cerca. Es decir, las ranas, además, son verdaderos letreros luminosos de aviso sobre contaminación. Lucas lleva muchos años yendo y viniendo de Brasil, perdido en aquella selva haciendo lo que quiera que hagan los biológicos a pie del cañón. Él fue el que me dijo eso de que las tribus indígenas que viven en lo más profundo de la selva se van retirando hacia el interior porque dicen que siguen a las ranas. Yo no discutiría con ellos, posiblemente sea una muy sabia decisión. La cuestión es, si resulta que incluso en la selva del Matogrosso la contaminación obliga a las ranas a retirarse de zonas de agua que, se supone, son las más limpias de todo el orbe, a excepción de las de los polos... ¿Qué coño ocurre con el agua que corre por la acequia que está al lado de mi antigua casa? ¿Qué demonios me estoy echando por la cabeza cuando me ducho? Y lo que es peor, ¿¿¿Qué demonios estoy bebiendo con el Wisky???
El deterioro del planeta es culpa del ser humano, y eso no es discutible, ya pueden pagar lo que quieran estos lumbreras imbéciles de Estados Unidos que han intentado comprar los estudios al respecto - miedo me da lo que habrán hecho con respecto a la comida transgénica, y lo que es yo no pienso ni olerla-. Ahora la cuestión es si existe solución, porque, a simple vista, no parece que sea tan sencillo. Para colmo de males a la mejora de la vida en el planeta se le opone el crecimiento industrial, tecnológico y económico. Es sólo que dicha oposición es una cuestión de Perogrullo, porque no es que no se pueda crecer industrial, tecnológica y económicamente cuidando a la vez del planeta, es que resulta que a aquellos que están jodiendo de verdad el invento, es decir, a las grandes corporaciones responsables de grandes industrias, les va a salir unos céntimos más caro el beneficio. Y habrá que empezar por Endesa, que vulnera la normativa de colocación de cables y, por poner un ejemplo, sigue haciendo pasar cables que deberían estar bajo tierra por encima de edificios y casas, amen de tener torreones dentro de poblaciones. Y aquí viene lo bueno. Si toda esta panda de mafiosos del duro... perdón, de los 5 céntimos, son incapaces de salvaguardar la propia vida humana, poniéndola en peligro al crear campos magnéticos que producen desde cáncer a leucemia a niños... ¿Como vamos a confiar en ellos para que preserven el planeta?
Es para pensarlo, ¿Verdad?
Suena de fondo "Mamá Call", de Manu Chao.
Buenas noches, y buena suerte...