Mientras Ronaldo ya disfruta en el Milan, su nuevo club, en el Real Madrid intentan hacer cuentas para ver como se apañan con los delanteros que tienen hasta final de temporada. Tras una correosa y absurda negociación, porque no decirlo, el delantero brasileño finalmente ha emigrado al conjunto italiano para ser feliz porque en el equipo blanco no tenía sitio. Pero la jugada le ha salido mal al Madrid porque el también sudamericano Oliveira, ex del Betis, ahora en el equipo milanista, se queda en la ciudad de la moda y no vendrá a la capital de España por temas jurídicos, en principio.

La falta de olfato goleador que muestran los madridistas en el campo se ha transmitido a los temas administrativos. O más bien al revés porque el origen de la crisis del Madrid no está en el terreno de juego, si no en los despachos. En una de las campañas en las que se está registrando una de las peores rachas goleadoras (sólo 28 tantos en 20 partidos), se decide de prescindir de uno de los delanteros más demoledores de todos los tiempos. Sus 104 goles en tres temporadas le avalan. Incluso el año pasado que ya empezó a tener continuas lesiones seguía metiendo dianas.

Para más inri, cuando el traspaso está a punto de cerrarse los directivos del Madrid se dan cuenta que necesitan otro delantero para suplir a Ronnie, y casi se llega a una decisión desesperada, porque incluso se barajaron jugadores de la segunda división alemana. Menos mal que se mantuvo la cordura y no decidieron hacer otro fichaje que podría haber sido frustrado. ¿Para que venden al brasileño si luego van a tener que solicitar otro delantero? Esta operación denota que los problemas van más allá de lo puramente futbolístico. Capello, Mijatovic y Calderón han decidido acabar con la Galaxia de Florentino y darle un giro al equipo que no sabremos hasta que punto será eficaz, porque no se le ven totalmente convencidos de este cambio. El duro técnico italiano ahora se piensa si volver a incorporar a Beckham al equipo.

Continúa Calderón
Por lo menos, el presidente ahora dormirá más tranquilo y el club también, una vez que el fantasma del voto por correo que deambulaba por los pasillos de Concha Espina parece esfumarse. La juez ha decidido que los sufragios enviados por carta son nulos y el culebrón dará finalmente por terminado, aunque Baldasano y Villar Mir todavía prometan más guerra. Con el asunto ya aclarado, Calderón tiene la oportunidad de demostrar que es el justo vencedor y que es el elegido para devolver al Madrid al camino de los éxitos y de la transparencia. A ver si lo consigue, porque todavía muchos están esperando a las estrellas prometidas en las elecciones.

Mucho más a corto plazo, el equipo tiene otra prueba de fuego que se llama Levante. La derrota contra el Villarreal de la semana pasada puso en evidencia que el cambio táctico propuesto por Capello. La imagen del medio del campo por lo menos ha mejorado respecto a los primeros partidos. Ahora ha llegado el momento de demostrar que este conjunto juega a algo más que a pasar el rato y que la Liga es una de sus prioridades. Para conseguir llegar a este fin antes hay que lograr otro objetivo: recuperar el olfato de gol, porque si no marcas no ganas.