Parece evidente que pasada ya una vuelta de liga los equipos que están arriba han hecho méritos para ello al igual que los deméritos de los quedan en los puestos comprometidos de la tabla. El juego y la claridad de ideas de cada equipo, a estas alturas, tiene mucho que ver en su clasificación. En los casos más significativos, Barcelona, Sevilla, Valencia, e incluso Atlético, Recreativo y Zaragoza, las posiciones obedecen exactamente al juego desplegado.

Pero si nos paramos en un análisis con las vistas puestas en el futuro del campeonato, nos damos cuenta de que equipos podrán aguantar el ritmo impuesto hasta el momento. El Barcelona, en la jornada de este fin de semana que le enfrentaba al Celta, contaba en el banquillo con Belletti, Motta, Guily, Gudjohnsen y Ezquerro. El Sevilla tenía ante el Levante a Escudé, Hinkel, Poulsen, Renato y Chevantón. En el banquillo del Valencia esperaban su oportunidad Moretti, Navarro, Baraja, Joaquín, Hugo Viana y Morientes. Ahora bien, en el banquillo del Real Madrid esta jornada se sentaron Michel Salgado, Mejía, Pavón, Raúl Bravo, Nieto y De la Red, hombres netamente ofensivos y de calidad contrastada por si las cosas se torcían ante el Villarreal, como acabó ocurriendo.

Además de tener una filosofía futbolística clara, si un equipo quisiera optar al título debería tener cierta profundidad de banquillo, incluso con algunos hombres lesionados como le ocurre al Barcelona con Mecí o Eto´o, o al Sevilla con…. Pero si en tu banquillo se sientan cuatro defensas y dos canteranos, más vale encomendarse a la suerte divina. Eso debió pensar Capello cuando giró la cabeza para buscar soluciones al pobre juego de los suyos, algo que ni él ni Toni Grande eran capaces de encontrar. Mientras Beckham viendo el partido desde casa, Ronaldo de vacaciones en Milán y Cassano disfrutando del ambiente madrileño, a falta de retos mejores.

Porque digan lo que digan, veamos por donde lo veamos, estos tres son grandes jugadores, todos ellos internacionales con sus selecciones, líderes e ídolos en su país. O se acepta que este es un Madrid de transición, y entonces sí, se da paso a la cantera y a los chicos jóvenes para despuntar, o el desilusión puede ser monumental.

Miren a los banquillos la próxima vez, y pregúntense si alguno de esos jugadores del Madrid podrían ser revulsivo para un equipo de media tabla para abajo. Igual que todos, piensa Capello, que por si alguien albergara dudas al respecto, tonto no es.