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José Antonio Jato

El limbo, Guantánamo y el caso Kurnaz

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Los medios afirman que sí, pero el actual ministro alemán de exteriores Frank-Walter Steinmeier lo niega con rotundidad, subrayando por añadidura que no tiene nada que reprocharse y que volvería a actuar de la misma manera. La opinión pública tiene sus dudas, ese el motivo por el que en estos días la prensa alemana mire con lupa el proceder del ministro en relación con el caso Murat Kurnaz, un prisionero de Guantánamo de origen turco nacido en la ciudad alemana de Bremen, a quien Estados Unidos propuso dejar en libertad en 2002. Una oferta que el gobierno roji-verde a la sazón de Gerhard Schröder desatendió.

Steinmeier ha justificado su postura de entonces como jefe de Gabinete y coordinador de los servicios secretos, advirtiendo que una liberación prematura de Kumaz hubiera sido un acto de irresponsabilidad en tanto en cuanto por aquel entonces no se podía descartar todavía un vínculo de Kurnaz con el terrorismo islamista.

Kurnaz compareció esta semana ante dos comisiones del parlamento alemán y relató su propia versión de los hechos. Según su testimonio, fue apresado en el año 2001 en Pakistán, a donde se desplazó para profundizar en el islam. Luego fue entregado al ejército estadounidense destacado en Afganistán, y tras unos meses fue trasladado al campo de prisioneros de Guantánamo.

Su relato sobre las vejaciones, torturas físicas y psíquicas, padecidas durante su cautiverio han levantado ampollas entre los miembros de la comisión investigadora del Bundestag.

Lo picante del asunto radica en que Kurnaz logró abandonar ese infierno a principios de 2006 finalmente gracias a la intervención personal de la canciller Angela Merkel .

La constante filtración de nuevos detalles sobre el caso contradicen diversos puntos de las puntualizaciones de Steinmeier, razón por la que la oposición exige su cabeza después de que declare ante los servicios secretos alemanes (BND), para depurar responsabilidades.

El abogado de Kurnaz está convencido de que su defendido si hubiera sido un ciudadano alemán no hubiera topado con tantas trabas para ser liberado. Pero el trasfondo de la cuestión, va más allá de lo que haya hecho o dejado de hacer Steinmeier en el anterior ejecutivo. El auténtico escarnio para la opinión pública es que se apilen otros anónimos casos Kurnaz, con menor fortuna. Guantánamo como cualquier centro de violación de los derechos humanos, es un oprobio inaceptable para Occidente y un limbo a todas luces ilegal.

El limbo, Guantánamo y el caso Kurnaz

José Antonio Jato
José Antonio Jato
martes, 30 de enero de 2007, 11:17 h (CET)
Los medios afirman que sí, pero el actual ministro alemán de exteriores Frank-Walter Steinmeier lo niega con rotundidad, subrayando por añadidura que no tiene nada que reprocharse y que volvería a actuar de la misma manera. La opinión pública tiene sus dudas, ese el motivo por el que en estos días la prensa alemana mire con lupa el proceder del ministro en relación con el caso Murat Kurnaz, un prisionero de Guantánamo de origen turco nacido en la ciudad alemana de Bremen, a quien Estados Unidos propuso dejar en libertad en 2002. Una oferta que el gobierno roji-verde a la sazón de Gerhard Schröder desatendió.

Steinmeier ha justificado su postura de entonces como jefe de Gabinete y coordinador de los servicios secretos, advirtiendo que una liberación prematura de Kumaz hubiera sido un acto de irresponsabilidad en tanto en cuanto por aquel entonces no se podía descartar todavía un vínculo de Kurnaz con el terrorismo islamista.

Kurnaz compareció esta semana ante dos comisiones del parlamento alemán y relató su propia versión de los hechos. Según su testimonio, fue apresado en el año 2001 en Pakistán, a donde se desplazó para profundizar en el islam. Luego fue entregado al ejército estadounidense destacado en Afganistán, y tras unos meses fue trasladado al campo de prisioneros de Guantánamo.

Su relato sobre las vejaciones, torturas físicas y psíquicas, padecidas durante su cautiverio han levantado ampollas entre los miembros de la comisión investigadora del Bundestag.

Lo picante del asunto radica en que Kurnaz logró abandonar ese infierno a principios de 2006 finalmente gracias a la intervención personal de la canciller Angela Merkel .

La constante filtración de nuevos detalles sobre el caso contradicen diversos puntos de las puntualizaciones de Steinmeier, razón por la que la oposición exige su cabeza después de que declare ante los servicios secretos alemanes (BND), para depurar responsabilidades.

El abogado de Kurnaz está convencido de que su defendido si hubiera sido un ciudadano alemán no hubiera topado con tantas trabas para ser liberado. Pero el trasfondo de la cuestión, va más allá de lo que haya hecho o dejado de hacer Steinmeier en el anterior ejecutivo. El auténtico escarnio para la opinión pública es que se apilen otros anónimos casos Kurnaz, con menor fortuna. Guantánamo como cualquier centro de violación de los derechos humanos, es un oprobio inaceptable para Occidente y un limbo a todas luces ilegal.

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