Aunque sea imposible no nombrarlo, no voy a hacerlo. Voy a hablar de balonmano. Y no voy a caer en la tentación de hablar de lo que todos hablan esta semana. No sería original. Voy a hablar de un Mundial, de ése donde España parte como favorita y como última campeona.
Ya comenzó la gran fiesta del balonmano la pasada semana. Ahora quedan dos partidos y estarán en cuartos. Es la selección más temida del mundo, nadie quiso caer en su grupo y aunque ya ha perdido su primer partido, no pasa nada. ¿Cuántas selecciones pueden decir eso en España? Salvándose el baloncesto y alguna más.
Hoy me he prometido no hablar de fútbol, porque realmente no merece la pena. Sólo tenemos una liga muy apretada, con todos los de cabeza con los mismos puntos y en la cola pasa casi igual. Y la selección, mejor ni hablar, porque a ver si llegan a clasificarse para la Eurocopa. A esa selección le pasa como al Madrid, necesita una buena renovación, arrancar las “viejas hierbas” y dar un buen empuje de gente joven.
Pero no, no voy a hablar de fútbol. Voy a hablar de balonmano. ¿Sabían ustedes que el seleccionador de España es uno de los más duros del mundo? A pesar de ser campeones, incita a sus jugadores a que nunca bajen el nivel para estar siempre en lo más alto. El trabajo psicológico que hace con ellos es muy importante y la mentalidad que tienen es de ganadores.
Lástima que ningún medio, salvo el de siempre en estos casos, se haya volcado o se vuelque de lleno en este Mundial. Los informativos ni siquiera le dedican espacio en la mayoría de ocasiones y por supuesto, los que se volcaron con el fútbol y el baloncesto, prescinden del balonmano. Y eso que son campeones. En fin, no hay quien entienda a los seguidores e informadores del deporte en este país. De todas formas, siempre defensora de los deportes minoritarios y no por ello no seguidora del fútbol, les deseo la mejor suerte del mundo. Y a Ronaldo.