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Opinión
Etiquetas | El arte de la guerra
Santi Benítez

Nada cambia

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La restauración de las libertades públicas, ha resuelto un problema específico de importancia capital, ¡quién lo duda!, pero no ha hecho más que plantear y enunciar aquellos otros problemas que han de transformar el Estado y la sociedad española hasta la raíz. Estos problemas, a mi corto entender, son principalmente tres: el problema de las autonomías locales, el problema social en su forma más urgente y aguda, que es la reforma de la propiedad, y este que llaman problema religioso... Estas palabras, aunque me gustaría mucho que lo fueran por preclaras, no son mías, son de Don Manual Azaña. Hubiese sido extraño que esos problemas tan evidentes que expuso hace 70 años y que, hoy día, siguen atenazando a la sociedad española, se le hubieran pasado. De él también son estas palabras: "En una guerra civil no se triunfa contra un contrario, aunque éste sea un delincuente. El exterminio del adversario es imposible, por muchos miles de uno y otro lado que se maten, siempre quedarán los suficientes de las dos tendencias para que se les plantee el problema de si es o no es posible seguir viviendo juntos".

Ya digo, 70 años después sus palabras siguen teniendo una vigencia casi anacrónica, con matices, claro. En gran parte los tremendos desencuentros que venimos sufriendo en la vida política de nuestro país vienen propiciados por los problemas que enumerara Azaña y, como no, por esa aseveración final que, lejos de convertirse en algo ajeno a una sociedad moderna como la nuestra, arrastramos como un bagaje maldito sin visos de acabarse y desaparecer. "Nada cambia", titulaba Ignacio Villa uno de sus últimos artículos. Y es cierto, nada cambia, es lo único cierto que dice en el dichoso artículo, el título.

Esta última semana ha demostrado que la derecha de nuestro país sigue sin tener claro que el Parlamento es la expresión máxima de la voluntad del pueblo, de su soberanía - en eso no se diferencia de batatasuna, bueno, en eso y en otras cosas-. Es en el Parlamento donde se expone, se clarifica, se decide qué es lo que el pueblo quiere, y lo hace a través de sus representantes elegidos en las urnas. Es el gobierno de nuestro país el que, a través de la voluntad expresada mediante los votos de la cámara, lleva adelante todas aquellas políticas que son respaldadas por la mayoría de los votos que el pueblo dio para que ese gobierno haga lo que tiene que hacer. La derecha no lo entendió en el 36 cuando el Frente Popular ganó las elecciones, y sigue sin entenderlo hoy día - "Nada cambia", Ignacio, "Nada cambia"-. Sólo que hoy día existe un agravante que jamás existió en el 36. La derecha adolece de falta de alternativas, y ante la falta de alternativas políticas, ante la falta de políticas reales de solución de los problemas de esa sociedad a la que aspira a gobernar, sólo le queda el camino del acoso y derribo, aunque, en este caso, no se dan cuenta de que a la vaquilla sólo se la puede derribar en las urnas. Las pértigas del traspiés no sirven. Y no sirven porque el pueblo no quiere que sirvan. Es así de simple.

Y no es que esa política de acoso y derribo que se ha visto a lo largo de la semana, y a raíz de un atentado de ETA, como no, no fuera lo suficientemente respaldada por los furibundos ataques del aparato mediático de la derecha. Es que el pueblo no es idiota, no lo ha sido nunca, y así lo demuestran las encuestas, esas que el PP dice que no hace públicas porque son sólo para uso de trabajo interno - cuando no le interesa, claro-. José Carlos Rodríguez decía en Libretalidad Digital que "Zapatero tiene un proyecto político para España", él llama a dicho proyecto "destransición". La realidad es que ese proyecto, y así lo ha venido demostrando el gobierno en sólo dos años, se llama "Evolución". Alberto Figueras, profesor de la UNED, hacía un símil antropológico a esta situación; si volviéramos al momento en que el hombre se convirtió en algo más que un simio, el PP representaría a aquellos que se mantuvieron en el árbol mientras que la mayoría de sus congéneres se bajaron de las ramas para caminar por la llanura y convertirse en bípedos, seguramente pensarían "¿Para qué ir más lejos?". "Nada cambia", Ignacio, "Nada cambia". El susodicho José Carlos, miembro del Instituto Juan de Mariana - espero que no como profesor de historia- llega a decir que el PSOE se opuso a la Constitución. Hasta cierto punto tiene gracia la desmemoria, yo diría ignorancia, del interfecto. Por poner un ejemplo, Alfonzo Guerra fue uno de los padres del texto Constitucional. En el fondo no deja de ser algo lanzado a ver si cuela, como todo lo que dicen o hacen. Están en desventaja, eso está claro. Preguntaba Rajoy al Presidente del Gobierno, durante ese "Auto de fe" bajo síndrome "Torquemada" que fue la comparecencia en el Parlamento por un atentado de ETA, que cómo iban a confiar los españoles en las decisiones de su gobierno con respecto al terrorismo si resulta que ETA ha atentado. Es lo que pasa, que la desmemoria de esta derecha de batiburrillo, cloroformo y patapum pa'rriba, quiere contagiarnos a todos. Ya han olvidado cuales son las razones para no confiar precisamente en ellos, en esa derecha que nos tomó a todos por imbéciles y que no dudo en mentir hasta a los familiares de los muertos en el accidente del Yak-42. Dejémoslo ahí. Ya en abril de 2004 un titular de Libretalidad Digital rezaba así: "¿Una tregua de ETA para cerrar el frente antiPP?". En ese editorial se adelantaba en que iba a consistir la política del PP durante estos dos años, "...inmovilismo y crispación". No lo digo yo, lo dicen ellos mismos y además se jactan de ello. Sumémosle a esto que, según ellos, el Estatut de Cataluña está contra el consenso territorial - cosa extraña teniendo en cuenta que el Tribunal Constitucional dice lo contrario-, o que Rajoy protesta porque, según él, el gobierno no dice que hay que hacer sino que se dedica a pedir acuerdos, consenso que le dicen - cosa mala, según el PP-, para, cuando el gobierno dice que va a arreglar y adecuar el pacto antiterrorista sumando a todos los partidos con representación nacional, Rajoy decir que ese tipo de acuerdos sólo deberían ser hechos entre los dos grandes partidos de nuestro país - muy democrático-. Que cuando se dice que se va a pedir una reunión del pacto, el PP dice que quiere llevar las propuestas al pacto directamente hasta el Parlamento - las suyas, claro- y que si los grupos de cámara se niegan a discutir sus chorradas, inmovilistas y crispantes - bueno es que lo reconozcan hasta en Libretalidad Digital-, eso es stalinismo. Tiene su gracia que a CiU se le diga partido stalinista, por no hablar del PNV que es más de derechas que el propio Rajoy.

Una cosa sí está clara. Los españoles tienen claro, lo dicen las encuestas y la inmensa mayoría de las opiniones que se pueden leer o escuchar, ya sea en periódicos, en la radio o en la barra de cualquier bar, que el PP, en realidad, está usando el terrorismo como arma electoral, y que, desde luego, su interés en todo esto no es "patriótico", sino electoralista. Mala cosa ha sido eso de no acudir a una manifestación contra el terrorismo y en recuerdo de dos víctimas. Llevan mal eso de ser oposición, pensar en como lo llevarán si llegan a gobernar no es difícil.

Lo peor de todo es que esta derecha inútil e incapaz no se da cuenta de que le está haciendo el juego precisamente a aquellos que ponen bombas y a aquellos que reivindican chorradas independentistas y demás. Ya lo dice el dicho "a río revuelto, ganancia de pescadores", y sino que se lo pregunten a Doña Begoña Errazti, Eusko Alkartasuna, que en una entrevista en El Mundo (de Yupi) lo único que le faltó fue decir que Navarra era, irrenunciablemente, vasca. Ya están los buitres disputándose el pequeñísimo cadáver político de batatasuna. Si es que en todas partes cuecen habas. Ayer mismo tuve que leerle a uno, que se dice así mismo de izquierdas, las mismas palabras que le oí a Acebes sobre la condena de Jarray, cuando se es panoli, se es y no hay vuelta de hoja.

Que si quieres caldo, Mariano...

Suena de fondo "María Cristina me quiere gobernar", de Buena Vista Social Club.

Buenas noches, y buena suerte...

Nada cambia

Santi Benítez
Santi Benítez
domingo, 21 de enero de 2007, 21:47 h (CET)
La restauración de las libertades públicas, ha resuelto un problema específico de importancia capital, ¡quién lo duda!, pero no ha hecho más que plantear y enunciar aquellos otros problemas que han de transformar el Estado y la sociedad española hasta la raíz. Estos problemas, a mi corto entender, son principalmente tres: el problema de las autonomías locales, el problema social en su forma más urgente y aguda, que es la reforma de la propiedad, y este que llaman problema religioso... Estas palabras, aunque me gustaría mucho que lo fueran por preclaras, no son mías, son de Don Manual Azaña. Hubiese sido extraño que esos problemas tan evidentes que expuso hace 70 años y que, hoy día, siguen atenazando a la sociedad española, se le hubieran pasado. De él también son estas palabras: "En una guerra civil no se triunfa contra un contrario, aunque éste sea un delincuente. El exterminio del adversario es imposible, por muchos miles de uno y otro lado que se maten, siempre quedarán los suficientes de las dos tendencias para que se les plantee el problema de si es o no es posible seguir viviendo juntos".

Ya digo, 70 años después sus palabras siguen teniendo una vigencia casi anacrónica, con matices, claro. En gran parte los tremendos desencuentros que venimos sufriendo en la vida política de nuestro país vienen propiciados por los problemas que enumerara Azaña y, como no, por esa aseveración final que, lejos de convertirse en algo ajeno a una sociedad moderna como la nuestra, arrastramos como un bagaje maldito sin visos de acabarse y desaparecer. "Nada cambia", titulaba Ignacio Villa uno de sus últimos artículos. Y es cierto, nada cambia, es lo único cierto que dice en el dichoso artículo, el título.

Esta última semana ha demostrado que la derecha de nuestro país sigue sin tener claro que el Parlamento es la expresión máxima de la voluntad del pueblo, de su soberanía - en eso no se diferencia de batatasuna, bueno, en eso y en otras cosas-. Es en el Parlamento donde se expone, se clarifica, se decide qué es lo que el pueblo quiere, y lo hace a través de sus representantes elegidos en las urnas. Es el gobierno de nuestro país el que, a través de la voluntad expresada mediante los votos de la cámara, lleva adelante todas aquellas políticas que son respaldadas por la mayoría de los votos que el pueblo dio para que ese gobierno haga lo que tiene que hacer. La derecha no lo entendió en el 36 cuando el Frente Popular ganó las elecciones, y sigue sin entenderlo hoy día - "Nada cambia", Ignacio, "Nada cambia"-. Sólo que hoy día existe un agravante que jamás existió en el 36. La derecha adolece de falta de alternativas, y ante la falta de alternativas políticas, ante la falta de políticas reales de solución de los problemas de esa sociedad a la que aspira a gobernar, sólo le queda el camino del acoso y derribo, aunque, en este caso, no se dan cuenta de que a la vaquilla sólo se la puede derribar en las urnas. Las pértigas del traspiés no sirven. Y no sirven porque el pueblo no quiere que sirvan. Es así de simple.

Y no es que esa política de acoso y derribo que se ha visto a lo largo de la semana, y a raíz de un atentado de ETA, como no, no fuera lo suficientemente respaldada por los furibundos ataques del aparato mediático de la derecha. Es que el pueblo no es idiota, no lo ha sido nunca, y así lo demuestran las encuestas, esas que el PP dice que no hace públicas porque son sólo para uso de trabajo interno - cuando no le interesa, claro-. José Carlos Rodríguez decía en Libretalidad Digital que "Zapatero tiene un proyecto político para España", él llama a dicho proyecto "destransición". La realidad es que ese proyecto, y así lo ha venido demostrando el gobierno en sólo dos años, se llama "Evolución". Alberto Figueras, profesor de la UNED, hacía un símil antropológico a esta situación; si volviéramos al momento en que el hombre se convirtió en algo más que un simio, el PP representaría a aquellos que se mantuvieron en el árbol mientras que la mayoría de sus congéneres se bajaron de las ramas para caminar por la llanura y convertirse en bípedos, seguramente pensarían "¿Para qué ir más lejos?". "Nada cambia", Ignacio, "Nada cambia". El susodicho José Carlos, miembro del Instituto Juan de Mariana - espero que no como profesor de historia- llega a decir que el PSOE se opuso a la Constitución. Hasta cierto punto tiene gracia la desmemoria, yo diría ignorancia, del interfecto. Por poner un ejemplo, Alfonzo Guerra fue uno de los padres del texto Constitucional. En el fondo no deja de ser algo lanzado a ver si cuela, como todo lo que dicen o hacen. Están en desventaja, eso está claro. Preguntaba Rajoy al Presidente del Gobierno, durante ese "Auto de fe" bajo síndrome "Torquemada" que fue la comparecencia en el Parlamento por un atentado de ETA, que cómo iban a confiar los españoles en las decisiones de su gobierno con respecto al terrorismo si resulta que ETA ha atentado. Es lo que pasa, que la desmemoria de esta derecha de batiburrillo, cloroformo y patapum pa'rriba, quiere contagiarnos a todos. Ya han olvidado cuales son las razones para no confiar precisamente en ellos, en esa derecha que nos tomó a todos por imbéciles y que no dudo en mentir hasta a los familiares de los muertos en el accidente del Yak-42. Dejémoslo ahí. Ya en abril de 2004 un titular de Libretalidad Digital rezaba así: "¿Una tregua de ETA para cerrar el frente antiPP?". En ese editorial se adelantaba en que iba a consistir la política del PP durante estos dos años, "...inmovilismo y crispación". No lo digo yo, lo dicen ellos mismos y además se jactan de ello. Sumémosle a esto que, según ellos, el Estatut de Cataluña está contra el consenso territorial - cosa extraña teniendo en cuenta que el Tribunal Constitucional dice lo contrario-, o que Rajoy protesta porque, según él, el gobierno no dice que hay que hacer sino que se dedica a pedir acuerdos, consenso que le dicen - cosa mala, según el PP-, para, cuando el gobierno dice que va a arreglar y adecuar el pacto antiterrorista sumando a todos los partidos con representación nacional, Rajoy decir que ese tipo de acuerdos sólo deberían ser hechos entre los dos grandes partidos de nuestro país - muy democrático-. Que cuando se dice que se va a pedir una reunión del pacto, el PP dice que quiere llevar las propuestas al pacto directamente hasta el Parlamento - las suyas, claro- y que si los grupos de cámara se niegan a discutir sus chorradas, inmovilistas y crispantes - bueno es que lo reconozcan hasta en Libretalidad Digital-, eso es stalinismo. Tiene su gracia que a CiU se le diga partido stalinista, por no hablar del PNV que es más de derechas que el propio Rajoy.

Una cosa sí está clara. Los españoles tienen claro, lo dicen las encuestas y la inmensa mayoría de las opiniones que se pueden leer o escuchar, ya sea en periódicos, en la radio o en la barra de cualquier bar, que el PP, en realidad, está usando el terrorismo como arma electoral, y que, desde luego, su interés en todo esto no es "patriótico", sino electoralista. Mala cosa ha sido eso de no acudir a una manifestación contra el terrorismo y en recuerdo de dos víctimas. Llevan mal eso de ser oposición, pensar en como lo llevarán si llegan a gobernar no es difícil.

Lo peor de todo es que esta derecha inútil e incapaz no se da cuenta de que le está haciendo el juego precisamente a aquellos que ponen bombas y a aquellos que reivindican chorradas independentistas y demás. Ya lo dice el dicho "a río revuelto, ganancia de pescadores", y sino que se lo pregunten a Doña Begoña Errazti, Eusko Alkartasuna, que en una entrevista en El Mundo (de Yupi) lo único que le faltó fue decir que Navarra era, irrenunciablemente, vasca. Ya están los buitres disputándose el pequeñísimo cadáver político de batatasuna. Si es que en todas partes cuecen habas. Ayer mismo tuve que leerle a uno, que se dice así mismo de izquierdas, las mismas palabras que le oí a Acebes sobre la condena de Jarray, cuando se es panoli, se es y no hay vuelta de hoja.

Que si quieres caldo, Mariano...

Suena de fondo "María Cristina me quiere gobernar", de Buena Vista Social Club.

Buenas noches, y buena suerte...

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