A estas alturas de la película, uno ya pensaba que lo había visto todo en cuanto a comportamientos de presidentes de clubes de fútbol. Pero lo de Ramón Calderón en su conferencia de principios de esta semana ha superado mi capacidad de asombro, agrandada notablemente con el paso de los años.

Que un presidente, y más del Real Madrid, piense que no van a grabar sus palabras en un encuentro con estudiantes, parece a priori bastante ingenuo, si bien la red de contactos que todo mandatario madridista que se precie debe tener podría hacer factible ese logro sin demasiadas dificultades.

Pero si lo anterior era de pardillos, el contenido de la disertación era directamente de locos. Entre otras "boutades", aireó las fichas de sus porteros, calificó a Guti de "promesa" con 31 años e incluso lanzó un dardo a Florentino Pérez, acusándole de torpedear el fichaje del milanista Kaká el pasado verano. Vamos, que hubo patadas y pa'todos.

Y, por si faltaba poco, al día siguiente de la dichosa charla había una comida de jugadores, que tuvieron tiempo de preparar la bronca de la mañana siguiente al presidente, que tuvo que aguantar carros y carretas en el vestuario de Valdebebas.

Con todos estos ingredientes, esta situación se empieza a parecer a la del Barça justo antes de llegar Laporta y Rijkaard: inestabilidad institucional, presidentes con una falta de cordura bastante notable y, como en toda crisis de equipo grande, falta de títulos debido a que las plantillas no rinden ni de lejos lo que de ellos se espera.

¿La solución? Probablemente la misma que en Barcelona: nuevas elecciones a ver si se encuentra alguien con sentido común. Pero el Madrid ya lo intentó en junio con los resultados conocidos. ¿Deberá repetir curso?