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Etiquetas | El arte de la guerra
Santi Benítez

El síndrome 'Torquemada'

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La única duda que el título de este artículo suscitará, en principio, a cualquiera que lea El Mundo (de Yupi), es si se refiere a alguna nueva colección de "moda" de Doña Agata Ruiz de la Prada para niños, hecha de tela de saco con cuerda de esparto en cintura, sandalias severas en los pinreles, ojos enrojecidos y alucinados, y coronilla afeitada. De hecho, al cabo de tal pase de modelos, contemplando esa borrachera visual abigarradamente montada en la Pasarela Cibeles - ¡Dios nos libre!-, con el auspicio de Don Pedro J. Ramírez, no se llegará a ninguna otra conclusión que la de que al interfecto auspiciante le va el silicio... Ah, y lo de los ojos enrojecidos y alucinados. Por el resto del artículo aclarar que Torquemada fue Inquisidor General del joven reino de España, nombrado por Isabel y Fernando - tanto monta, monta tanto- en 1482. El buen hombre fue responsable de la minucia de convertir en fogata a más de diez mil personas - sí, sí, 10000 personas- y torturar a otras veintisiete mil personas - sí, sí, 27000 personas-. El buen cristiano se cebó en los conversos, que intentaban escapar de la cremá diciendo que se habían vuelto católicos, y los judíos, cuya expulsión fue, en gran medida, propiciada por el muchacho al presionar a los reyes "católicos" - esto último tiene su gracia porque el Torquemada este era de ascendencia judía. Vamos, que con descendientes como este como para prohibir el condón-. Sin embargo, nada de esto tiene que ver con el síndrome. El síndrome "Torquemada" tiene que ver con los famosos "Autos de fe".

Para quien no lo sepa, el "Auto de fe" era una manifestación pública de la "Santa" Inquisición. Es decir, si la sentencia era condenatoria - la inmensa mayoría de las veces lo era-, resulta que el condenado era obligado a participar en una ceremonia cuyo nombre era "Auto de fe". Mediante esta ceremonia se ritualizaba el retorno del condenado al seno de la iglesia - que implicaba que sólo se le iba a quemar como una tea-, o, en caso contrario, su castigo como hereje impenitente - o sea, que si al pobre diablo se le ocurría no abjurar de sus herejías y demás, que ya había confesado bajo "santa" tortura, lo hacían papilla a base de otras tantas "santas" torturas antes de, de eso no escapaba, quemarlo como una tea-. Fue el buen cristiano, Inquisidor General de España, Tomás de Torquemada, quien puso las bases para que la ceremonia de marras se convirtiera en un espectáculo de masas de lo más barroco, y con una puesta en escena minuciosamente calculada para causar el mayor de los efectos entre los espectadores. Esa puesta en escena comenzaba con el anuncio, a bombo y platillo, del "Auto de fe", con descripción pormenorizada de los supuestos crímenes del condenado y las probabilidades de que abjurase o no de sus terribles herejías. Esto se hacía mediante unas octavillas, a veces panfletillos - según la cantidad de "crímenes" del pobre diablo-, que llegaban a repartirse por todo el reino.

El último "Auto de fe" hecho en España estaba fechado en 1826. En el se condenó al maestro de Ruzafa, Cayetano Ripoll, a ser ejecutado en la horca y después quemado en Valencia, por hereje. Aunque parezca mentira, como ya en aquellos tiempos no se consentía el horrible espectáculo de la hoguera - ¡Manda cojones!-, la sentencia aclaró que no fuese quemado de verdad, sino que las llamas se pintaran en un cubo dentro del cual estaría el cadáver, para luego arrojarlo al río (Cuanta humanidad...). Y digo "estaba fechado" porque el pleno del Congreso de ayer va tener que ser reflejado en los libros como el "último Auto de fe celebrado en España". Bueno, eso es lo que pretendían aquellos que sufren del Síndrome "Torquemada". Y no es que estos hayan quemado a nadie - todavía-, aunque es evidente que les gustaría convertir en tea a tanto rojo, masón y antipatriota - o como poco expulsarlos de esta santa tierra, madre de grandes hombres como Anzar y Paquiño, el del Ferrol-, pero lo que sí está claro es que orquestaron el pleno como si de un Auto de fe fuera.

Déjenme describir el panorama, sólo para que se hagan una idea sobre qué estoy hablando.

Resulta que ante un atentado de ETA que costó la vida a dos personas, y teniendo en cuenta que ese atentado rompía sin aviso previo un supuesto "alto el fuego" de la banda asesina que había llenado de esperanza a toda - TODA- la sociedad española y que consiguió el respaldo de la mayoría del Parlamento para abrir un diálogo con los asesinos bajo unas condiciones muy específicas, a la responsable oposición no se le ocurre otra cosa que revivir el "Auto de fe", y porque no están gobernando que sino volvería la Santa Inquisición. Es la primera vez en nuestra democracia, estando el presidente que estuviera; Adolfo Suárez, Calvos Sotelo, Felipe González, Aznar..., que un representante de la oposición pide, ante un fracaso en un diálogo con la banda de asesinos, una comparecencia del gobierno en el Parlamento en vez de cerrar filas, como han hecho todos los demócratas siempre junto a su gobierno, fuera este del color que fuera. Y esa comparecencia no ha sido para pedir explicaciones de nada, ha sido para echarle en cara al gobierno que hiciera aquello para lo que el Parlamento, y por lo tanto el pueblo, le otorgó su confianza. Pero para ello, para que el "Auto de fe" fuera completo, primero se voceó en panfletillos, ya que los crímenes del supuesto hereje, según estos del síndrome, son muchos y variados. El día anterior, en El Mundo (de Yupi) se voceo el "Auto de fe" de la siguiente manera: Pedro J. Ramírez sacó un artículo a dos páginas comparando al Presidente del Gobierno con María Antonieta, todo ello, en medio del dequeismo y el loqueseamente de que adolece como articulista, para poder meter eso de que "según algunas versiones" - que raro ver esto escrito en el panfleto en cuestión- la joven reina dio dinero al propio Dantón a ver si escapaba el cuello, haciendo la rayuela con que el Presidente del Gobierno ha dado algo, de lo que el resto de los mortales no tenemos conocimiento, a ETA - claro que si eso fuera así, lo de la bomba de Barajas como que no tendría mucho sentido-, o lo que es lo mismo, más furgonetas, más mochilas y más ácido bórico. Tuvo el panfleto, que sufre de una falta de vergüenza lógica en cualquier libelo amarillista, fallos de principiante en un puro afán de vocero ante el "Auto de fe" del día siguiente. Por ejemplo, en una supuesta encuesta titulada "La opinión de los analistas" no se les ocurrió otra cosa que intentar decir que el Presidente del Gobierno es el peor de la historia de la democracia. Echen un vistazo a los nombres de los "columnistas" que opinaron sobre ello: César Alonso de los Ríos, Pilar Cernuda, Lorenzo Contreras, Arcadi Espada, Fernando Onega, Ramón Pi, Fernando Sánchez Dragó, Alfonzo Ussía y Germán Yankee - y menos mal que no metieron en el saco a Isabel San Sebastian-. Si prestan atención verán que hay diez columnistas, los otros diez no dijeron eso, así que, ¿De donde demonios se sacan que una veintena de columnistas eligen a ZP como el peor Presidente de nuestra democracia? Es simple, sólo lo ponen en la primera página porque saben que la mayoría de los españoles que compran su periódico no leen en su interior - y eso también vale para el artículo a dos páginas del director del panfleto-.

Después del voceo del día anterior, el santo inquisidor, digo, el Señor Rajoy tuvo los bemoles de subirse al estrado del Parlamento español para, en pleno éxtasis de síndrome "Torquemada", echar en cara al Presidente del Gobierno, de todos los grupos parlamentarios y del propio pueblo que creyó en la oportunidad de diálogo con la banda asesina, que ETA había puesto una bomba en Barajas (¿...?). Vamos, que se ha usado el Parlamento de nuestro país como si fuera la Plaza Mayor de Madrid el 30 de junio de 1680 para escenificar un "Auto de fe". Claro que estos que sufren del síndrome olvidan que ya no estamos en la España de la Inquisición, que ya no es tan fácil ponerle el sambenito a nadie porque ya no se deja torturar, y como que eso de obligar a la gente a llevar capirote le queda fuera de sus santas capacidades. Y lo que es peor, el pueblo ya no acude a ver como se le sacan las tripas a nadie en los "Autos de fe", ya no somos aquellos pobres sin estudios, en gran parte porque a la propia iglesia no le interesaba, ahora tenemos estudios, tenemos claro que es hacer electoralismo y que es estar con los demócratas, tenemos claro porque el PP no fue a la manifestación del día 13 contra el terrorismo y en recuerdo de las dos personas que murieron en el atentado. Fue un lamentable espectáculo de una formación política que no tiene ninguna vergüenza, como no la tiene el panfleto que les corea, y que demuestra hasta que punto el PP ansía volver a tener la sartén por el mango. Tanto es así que no dudan en usar un asunto de Estado, el fin de una banda de asesinos, como arma arrojadiza electoral.

Que pidan hora al psiquiatra y dejen trabajar al Parlamento... Ah, y Pedro J., has algún cursito de escritura, machote.

Suena de fondo "Carvajal - Interrogatorio inquisitorial de Lumbroso", Opera de Osías Wilenski.

Buenas noches, y buena suerte...

El síndrome 'Torquemada'

Santi Benítez
Santi Benítez
miércoles, 17 de enero de 2007, 22:27 h (CET)
La única duda que el título de este artículo suscitará, en principio, a cualquiera que lea El Mundo (de Yupi), es si se refiere a alguna nueva colección de "moda" de Doña Agata Ruiz de la Prada para niños, hecha de tela de saco con cuerda de esparto en cintura, sandalias severas en los pinreles, ojos enrojecidos y alucinados, y coronilla afeitada. De hecho, al cabo de tal pase de modelos, contemplando esa borrachera visual abigarradamente montada en la Pasarela Cibeles - ¡Dios nos libre!-, con el auspicio de Don Pedro J. Ramírez, no se llegará a ninguna otra conclusión que la de que al interfecto auspiciante le va el silicio... Ah, y lo de los ojos enrojecidos y alucinados. Por el resto del artículo aclarar que Torquemada fue Inquisidor General del joven reino de España, nombrado por Isabel y Fernando - tanto monta, monta tanto- en 1482. El buen hombre fue responsable de la minucia de convertir en fogata a más de diez mil personas - sí, sí, 10000 personas- y torturar a otras veintisiete mil personas - sí, sí, 27000 personas-. El buen cristiano se cebó en los conversos, que intentaban escapar de la cremá diciendo que se habían vuelto católicos, y los judíos, cuya expulsión fue, en gran medida, propiciada por el muchacho al presionar a los reyes "católicos" - esto último tiene su gracia porque el Torquemada este era de ascendencia judía. Vamos, que con descendientes como este como para prohibir el condón-. Sin embargo, nada de esto tiene que ver con el síndrome. El síndrome "Torquemada" tiene que ver con los famosos "Autos de fe".

Para quien no lo sepa, el "Auto de fe" era una manifestación pública de la "Santa" Inquisición. Es decir, si la sentencia era condenatoria - la inmensa mayoría de las veces lo era-, resulta que el condenado era obligado a participar en una ceremonia cuyo nombre era "Auto de fe". Mediante esta ceremonia se ritualizaba el retorno del condenado al seno de la iglesia - que implicaba que sólo se le iba a quemar como una tea-, o, en caso contrario, su castigo como hereje impenitente - o sea, que si al pobre diablo se le ocurría no abjurar de sus herejías y demás, que ya había confesado bajo "santa" tortura, lo hacían papilla a base de otras tantas "santas" torturas antes de, de eso no escapaba, quemarlo como una tea-. Fue el buen cristiano, Inquisidor General de España, Tomás de Torquemada, quien puso las bases para que la ceremonia de marras se convirtiera en un espectáculo de masas de lo más barroco, y con una puesta en escena minuciosamente calculada para causar el mayor de los efectos entre los espectadores. Esa puesta en escena comenzaba con el anuncio, a bombo y platillo, del "Auto de fe", con descripción pormenorizada de los supuestos crímenes del condenado y las probabilidades de que abjurase o no de sus terribles herejías. Esto se hacía mediante unas octavillas, a veces panfletillos - según la cantidad de "crímenes" del pobre diablo-, que llegaban a repartirse por todo el reino.

El último "Auto de fe" hecho en España estaba fechado en 1826. En el se condenó al maestro de Ruzafa, Cayetano Ripoll, a ser ejecutado en la horca y después quemado en Valencia, por hereje. Aunque parezca mentira, como ya en aquellos tiempos no se consentía el horrible espectáculo de la hoguera - ¡Manda cojones!-, la sentencia aclaró que no fuese quemado de verdad, sino que las llamas se pintaran en un cubo dentro del cual estaría el cadáver, para luego arrojarlo al río (Cuanta humanidad...). Y digo "estaba fechado" porque el pleno del Congreso de ayer va tener que ser reflejado en los libros como el "último Auto de fe celebrado en España". Bueno, eso es lo que pretendían aquellos que sufren del Síndrome "Torquemada". Y no es que estos hayan quemado a nadie - todavía-, aunque es evidente que les gustaría convertir en tea a tanto rojo, masón y antipatriota - o como poco expulsarlos de esta santa tierra, madre de grandes hombres como Anzar y Paquiño, el del Ferrol-, pero lo que sí está claro es que orquestaron el pleno como si de un Auto de fe fuera.

Déjenme describir el panorama, sólo para que se hagan una idea sobre qué estoy hablando.

Resulta que ante un atentado de ETA que costó la vida a dos personas, y teniendo en cuenta que ese atentado rompía sin aviso previo un supuesto "alto el fuego" de la banda asesina que había llenado de esperanza a toda - TODA- la sociedad española y que consiguió el respaldo de la mayoría del Parlamento para abrir un diálogo con los asesinos bajo unas condiciones muy específicas, a la responsable oposición no se le ocurre otra cosa que revivir el "Auto de fe", y porque no están gobernando que sino volvería la Santa Inquisición. Es la primera vez en nuestra democracia, estando el presidente que estuviera; Adolfo Suárez, Calvos Sotelo, Felipe González, Aznar..., que un representante de la oposición pide, ante un fracaso en un diálogo con la banda de asesinos, una comparecencia del gobierno en el Parlamento en vez de cerrar filas, como han hecho todos los demócratas siempre junto a su gobierno, fuera este del color que fuera. Y esa comparecencia no ha sido para pedir explicaciones de nada, ha sido para echarle en cara al gobierno que hiciera aquello para lo que el Parlamento, y por lo tanto el pueblo, le otorgó su confianza. Pero para ello, para que el "Auto de fe" fuera completo, primero se voceó en panfletillos, ya que los crímenes del supuesto hereje, según estos del síndrome, son muchos y variados. El día anterior, en El Mundo (de Yupi) se voceo el "Auto de fe" de la siguiente manera: Pedro J. Ramírez sacó un artículo a dos páginas comparando al Presidente del Gobierno con María Antonieta, todo ello, en medio del dequeismo y el loqueseamente de que adolece como articulista, para poder meter eso de que "según algunas versiones" - que raro ver esto escrito en el panfleto en cuestión- la joven reina dio dinero al propio Dantón a ver si escapaba el cuello, haciendo la rayuela con que el Presidente del Gobierno ha dado algo, de lo que el resto de los mortales no tenemos conocimiento, a ETA - claro que si eso fuera así, lo de la bomba de Barajas como que no tendría mucho sentido-, o lo que es lo mismo, más furgonetas, más mochilas y más ácido bórico. Tuvo el panfleto, que sufre de una falta de vergüenza lógica en cualquier libelo amarillista, fallos de principiante en un puro afán de vocero ante el "Auto de fe" del día siguiente. Por ejemplo, en una supuesta encuesta titulada "La opinión de los analistas" no se les ocurrió otra cosa que intentar decir que el Presidente del Gobierno es el peor de la historia de la democracia. Echen un vistazo a los nombres de los "columnistas" que opinaron sobre ello: César Alonso de los Ríos, Pilar Cernuda, Lorenzo Contreras, Arcadi Espada, Fernando Onega, Ramón Pi, Fernando Sánchez Dragó, Alfonzo Ussía y Germán Yankee - y menos mal que no metieron en el saco a Isabel San Sebastian-. Si prestan atención verán que hay diez columnistas, los otros diez no dijeron eso, así que, ¿De donde demonios se sacan que una veintena de columnistas eligen a ZP como el peor Presidente de nuestra democracia? Es simple, sólo lo ponen en la primera página porque saben que la mayoría de los españoles que compran su periódico no leen en su interior - y eso también vale para el artículo a dos páginas del director del panfleto-.

Después del voceo del día anterior, el santo inquisidor, digo, el Señor Rajoy tuvo los bemoles de subirse al estrado del Parlamento español para, en pleno éxtasis de síndrome "Torquemada", echar en cara al Presidente del Gobierno, de todos los grupos parlamentarios y del propio pueblo que creyó en la oportunidad de diálogo con la banda asesina, que ETA había puesto una bomba en Barajas (¿...?). Vamos, que se ha usado el Parlamento de nuestro país como si fuera la Plaza Mayor de Madrid el 30 de junio de 1680 para escenificar un "Auto de fe". Claro que estos que sufren del síndrome olvidan que ya no estamos en la España de la Inquisición, que ya no es tan fácil ponerle el sambenito a nadie porque ya no se deja torturar, y como que eso de obligar a la gente a llevar capirote le queda fuera de sus santas capacidades. Y lo que es peor, el pueblo ya no acude a ver como se le sacan las tripas a nadie en los "Autos de fe", ya no somos aquellos pobres sin estudios, en gran parte porque a la propia iglesia no le interesaba, ahora tenemos estudios, tenemos claro que es hacer electoralismo y que es estar con los demócratas, tenemos claro porque el PP no fue a la manifestación del día 13 contra el terrorismo y en recuerdo de las dos personas que murieron en el atentado. Fue un lamentable espectáculo de una formación política que no tiene ninguna vergüenza, como no la tiene el panfleto que les corea, y que demuestra hasta que punto el PP ansía volver a tener la sartén por el mango. Tanto es así que no dudan en usar un asunto de Estado, el fin de una banda de asesinos, como arma arrojadiza electoral.

Que pidan hora al psiquiatra y dejen trabajar al Parlamento... Ah, y Pedro J., has algún cursito de escritura, machote.

Suena de fondo "Carvajal - Interrogatorio inquisitorial de Lumbroso", Opera de Osías Wilenski.

Buenas noches, y buena suerte...

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