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Opinión
Etiquetas | Sanidad | PSOE | Pablo Iglesias
“Hay que capitalizar el descontento del personal sanitario y de los pacientes. Tienen que notar nuestro aliento. Os pido que seáis más activos en redes sociales”, en palabras de José Manuel Franco.

​¡Qué cara más dura!

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Me cuesta entender que ostente la titularidad de la Delegación de Gobierno de Madrid una persona que ha falsificado su currículum diciendo ser licenciado en Ciencias Matemáticas, a sabiendas de que era falso. Bien es verdad que si el jefe falsifica y plagia su tesis doctoral, el mismo derecho tienen a hacerlo sus seguidores en varias licenciaturas o en másteres mil. En el PSOE vale todo y no hay líneas rojas, pero… ¡Ojo si en el otro bando escriben “burro” sin el palito de la “b” o “botijo” sin el palo alto de la misma grafía. Es evidente que tenemos una hornada de políticos con déficit de titulación, carencia de formación y mediocres aspiraciones; algo así como si el fin justificara los medios. ¡Qué cara más dura y qué espalda más ancha!

Digo todo eso porque en vísperas de juzgarse la causa del 8-M, el tal José Manuel Franco, delegado del Gobierno en Madrid, no cabía en el cuello de su camisa porque se veía acorralado, pero mira por dónde le salvaron quienes se desdijeron de la declaración inicial. Sea como fuere el caso es que este oscuro y siniestro personaje de la izquierda más corriente y burlona se ha envalentonado y se le ha calentado la boca; algo así como lo que en mi tierra llaman “bocachanclas”, “vocero” o “altavoz estropeado”. Su intervención ante los alcaldes socialistas me recuerda aquel dicho: ”En un desfile de carros, la rueda que más suena es la del carro estropeado”

No vamos a entrar en las falsedades que le salvaron frente a la magistrada. Eso lo dejamos para otro día. Hay infinidad de informaciones que sí sabe o debe saber un delegado del Gobierno y entiendo que intente preservar la información. En el caso del 8-M, en caso de no saberlo, no sé qué pinta en ese cargo porque estaría demostrando que es un político “amontonado”. Parece ser, según dijo él, que no se informó de la situación y de los posibles peligros. Pero, hombre, José Manuel, si hasta la ministra de Igual-Da es consciente del peligro que suponía esa manifestación y otras concentraciones celebradas. ¡Vaya cara más dura y qué espalda más ancha!

Ahora pretende ajustar cuentas con todo el mundo. Esta gente que se mira tanto al ombligo demuestra una mediocridad que ellos nunca llegan a ver, ni siquiera cuando se lo demuestran. Los ciegan sus propios complejos y el odio que albergan. Además de utilizar la mentira como estrategia, el siguiente paso es mostrar su miserable talla política, sus altas dosis de rencor y obediencia al líder plagiador. Fíjense hasta dónde llega su ignorancia que, haciendo uso de un chat con alcaldes del PSOE, no tuvo inconveniente en decir a esos: “Entendedme, tenemos que retorcer el tema de las residencias y que no busquen responsabilidades en el Gobierno de la nación (…)”

Sin duda, esto es mucho más grave que esos acontecimientos acaecidos en una sala privada de tiro y que ahora pretende tachar la “aleccionada y adoctrinada” Abogacía del Gobierno como delito de odio, cuando es simple libertad de opinión y de actuación, como lo fue la quema del muñeco de Puigdemont, los disparos al cartel del rey por parte de proetarras vascos e independentistas catalanes. José Manuel Franco sabe que su partido está destrozado en las encuestas de Madrid. La ciudadanía ha aprendido aunque tarde. La siniestra carece de credibilidad tras su orden de mantener a los mayores aislados en sus habitaciones y echar la culpa al maestro armero.

No tengo duda de que hay que ser muy mezquino para hacer lo que ha hecho José Manuel Franco. En cuestiones parecidas ya ha caído el PSOE en otros momentos: con el caso Faisán, sin ir más lejos. “Retorcer el asunto de las residencias de ancianos”, ha sido su propuesta. En pocas palabras: como somos culpables y nuestra gestión ha sido nefasta, con la incompetencia de Pablo Iglesias, hay que desmarcarse de nuestra culpabilidad y echar porquería a la oposición. Y de paso, como la gestión del Gobierno autonómico de Ayuso nos ha superado con creces, es a ella a quien hay que “crucificar” y acusarla de matar a los mamelucos, envenenar a la diosa Cibeles, adoctrinar a don Quijote, robar el tridente de Neptuno y arrestar a las Meninas.

Tras la travesía del desierto en la crisis de 2008, el PSOE no parece haber aprendido nada bueno. Sus presuntos ‘valores’ precisan de una inmediata revisión. La forma de entender la política por parte de José Manuel Franco es un atentado a la dignidad, una bofetada a la convivencia y un claro delito de odio por la crueldad que expande entre los alcaldes socialistas: quiere hacer política miserable con el sufrimiento de miles de personas mayores que estaban en las residencias, a la vez que degenerar la realidad.

Sí, digo degenerar la verdad y la realidad, porque, desde el día de San José, el Estado asumió la responsabilidad de esas, incluso comprometió 300M de euros que, al decir de las propias residencias, no saben qué ha sido de ellos. Aquí entra la desidia e inutilidad de gestión del “vice”. ¿Entienden el afán de Franco de incitar a la mentira haciendo uso de la tragedia?

Las residencia no se medicalizaron, pero sí se envió morfina. La orden de mantener a los mayores en sus habitaciones llegó desde el Ministerio de Sanidad. Pero, tranquilos, todo irá saliendo. Ni se imagina el Gobierno por dónde le llegarán las tortas y la acusación de delitos por negligencia con resultado de muerte. Mientras tanto, y para distraer la atención de la ineficaz gestión de la crisis sanitaria, hay que hacer noticia destacada del vídeo de la galería de tiro de Málaga, y cuyo recorrido como delito de odio es cero patatero.

​¡Qué cara más dura!

“Hay que capitalizar el descontento del personal sanitario y de los pacientes. Tienen que notar nuestro aliento. Os pido que seáis más activos en redes sociales”, en palabras de José Manuel Franco.
Jesús  Salamanca
sábado, 20 de junio de 2020, 11:20 h (CET)

Me cuesta entender que ostente la titularidad de la Delegación de Gobierno de Madrid una persona que ha falsificado su currículum diciendo ser licenciado en Ciencias Matemáticas, a sabiendas de que era falso. Bien es verdad que si el jefe falsifica y plagia su tesis doctoral, el mismo derecho tienen a hacerlo sus seguidores en varias licenciaturas o en másteres mil. En el PSOE vale todo y no hay líneas rojas, pero… ¡Ojo si en el otro bando escriben “burro” sin el palito de la “b” o “botijo” sin el palo alto de la misma grafía. Es evidente que tenemos una hornada de políticos con déficit de titulación, carencia de formación y mediocres aspiraciones; algo así como si el fin justificara los medios. ¡Qué cara más dura y qué espalda más ancha!

Digo todo eso porque en vísperas de juzgarse la causa del 8-M, el tal José Manuel Franco, delegado del Gobierno en Madrid, no cabía en el cuello de su camisa porque se veía acorralado, pero mira por dónde le salvaron quienes se desdijeron de la declaración inicial. Sea como fuere el caso es que este oscuro y siniestro personaje de la izquierda más corriente y burlona se ha envalentonado y se le ha calentado la boca; algo así como lo que en mi tierra llaman “bocachanclas”, “vocero” o “altavoz estropeado”. Su intervención ante los alcaldes socialistas me recuerda aquel dicho: ”En un desfile de carros, la rueda que más suena es la del carro estropeado”

No vamos a entrar en las falsedades que le salvaron frente a la magistrada. Eso lo dejamos para otro día. Hay infinidad de informaciones que sí sabe o debe saber un delegado del Gobierno y entiendo que intente preservar la información. En el caso del 8-M, en caso de no saberlo, no sé qué pinta en ese cargo porque estaría demostrando que es un político “amontonado”. Parece ser, según dijo él, que no se informó de la situación y de los posibles peligros. Pero, hombre, José Manuel, si hasta la ministra de Igual-Da es consciente del peligro que suponía esa manifestación y otras concentraciones celebradas. ¡Vaya cara más dura y qué espalda más ancha!

Ahora pretende ajustar cuentas con todo el mundo. Esta gente que se mira tanto al ombligo demuestra una mediocridad que ellos nunca llegan a ver, ni siquiera cuando se lo demuestran. Los ciegan sus propios complejos y el odio que albergan. Además de utilizar la mentira como estrategia, el siguiente paso es mostrar su miserable talla política, sus altas dosis de rencor y obediencia al líder plagiador. Fíjense hasta dónde llega su ignorancia que, haciendo uso de un chat con alcaldes del PSOE, no tuvo inconveniente en decir a esos: “Entendedme, tenemos que retorcer el tema de las residencias y que no busquen responsabilidades en el Gobierno de la nación (…)”

Sin duda, esto es mucho más grave que esos acontecimientos acaecidos en una sala privada de tiro y que ahora pretende tachar la “aleccionada y adoctrinada” Abogacía del Gobierno como delito de odio, cuando es simple libertad de opinión y de actuación, como lo fue la quema del muñeco de Puigdemont, los disparos al cartel del rey por parte de proetarras vascos e independentistas catalanes. José Manuel Franco sabe que su partido está destrozado en las encuestas de Madrid. La ciudadanía ha aprendido aunque tarde. La siniestra carece de credibilidad tras su orden de mantener a los mayores aislados en sus habitaciones y echar la culpa al maestro armero.

No tengo duda de que hay que ser muy mezquino para hacer lo que ha hecho José Manuel Franco. En cuestiones parecidas ya ha caído el PSOE en otros momentos: con el caso Faisán, sin ir más lejos. “Retorcer el asunto de las residencias de ancianos”, ha sido su propuesta. En pocas palabras: como somos culpables y nuestra gestión ha sido nefasta, con la incompetencia de Pablo Iglesias, hay que desmarcarse de nuestra culpabilidad y echar porquería a la oposición. Y de paso, como la gestión del Gobierno autonómico de Ayuso nos ha superado con creces, es a ella a quien hay que “crucificar” y acusarla de matar a los mamelucos, envenenar a la diosa Cibeles, adoctrinar a don Quijote, robar el tridente de Neptuno y arrestar a las Meninas.

Tras la travesía del desierto en la crisis de 2008, el PSOE no parece haber aprendido nada bueno. Sus presuntos ‘valores’ precisan de una inmediata revisión. La forma de entender la política por parte de José Manuel Franco es un atentado a la dignidad, una bofetada a la convivencia y un claro delito de odio por la crueldad que expande entre los alcaldes socialistas: quiere hacer política miserable con el sufrimiento de miles de personas mayores que estaban en las residencias, a la vez que degenerar la realidad.

Sí, digo degenerar la verdad y la realidad, porque, desde el día de San José, el Estado asumió la responsabilidad de esas, incluso comprometió 300M de euros que, al decir de las propias residencias, no saben qué ha sido de ellos. Aquí entra la desidia e inutilidad de gestión del “vice”. ¿Entienden el afán de Franco de incitar a la mentira haciendo uso de la tragedia?

Las residencia no se medicalizaron, pero sí se envió morfina. La orden de mantener a los mayores en sus habitaciones llegó desde el Ministerio de Sanidad. Pero, tranquilos, todo irá saliendo. Ni se imagina el Gobierno por dónde le llegarán las tortas y la acusación de delitos por negligencia con resultado de muerte. Mientras tanto, y para distraer la atención de la ineficaz gestión de la crisis sanitaria, hay que hacer noticia destacada del vídeo de la galería de tiro de Málaga, y cuyo recorrido como delito de odio es cero patatero.

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Duele el dolor, aunque duele más la injusticia que le rodea. Es lo que entendí de las palabras de Rosa Mª Sarda en su relato de vida. Una entrevista donde explicaba la realidad social de un pasado en el que perdió a su hermano por la pandemia del sida. Por un momento, recordé aquella facilidad colérica para culpabilizar al resto en clara atribución a un egoísmo psicológico, toda vez, que nos acercábamos a la mayor osadía de nuestro tiempo: la ignorancia.

Cuando era pequeño, muy pequeño, y no me portaba bien o no quería dormirme, mi madre para que la obedeciera empleaba la frase que encabeza este escrito. Mano de santo. Inmediatamente la obedecía, y, o le hacía caso, o me disponía a dormir. Quiero referirme al bute, al fantasma con el que se pretende asustar a la humanidad desde hace varias décadas: el cambio climático, causado por los seres humanos.

La miga de la Semana Santa, culmen del camino cuaresmal, tiene que hacernos repensar sobre nuestro propio pulso interior. Esto se consigue, sustentándose en silencio y sosteniéndose en soledad, bajo la contemplación mística y sobre la esperanza de quien es verdad y vida. Nuestra tarea es la de embellecer y no embobarse, la de conciliar lo irreconciliable y no poner armas sino alma.

 
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